El Comando de Bombarderos vuelve a Berlín
El Handley Page Halifax B Mark II Serie 1A, HR952 ‘MH-X’, Escuadrón Nº 51 de la Real Fuerza Aérea (RAF) recibe una carga mixta de bombas MC de 500 libras e incendiarias en su dispersión en Snaith, Yorkshire, para un ataque nocturno sobre Alemania.
Después de un par de bombardeos importantes en enero, el Comando de Bombarderos había llamado la atención al visitar Berlín en el 10º aniversario del Partido nazi. Eso había sido sólo una distracción menor con aviones Mosquito. Ahora la flota de bombarderos pesados hizo el largo viaje en una espectacular demostración de lo que la Real Fuerza Aérea (RAF) era capaz de conseguir, realizando el mayor bombardeo que habían hecho hasta ahora sobre Berlín.
En la creencia de que la moral alemana ya estaba bajo tensión, los ataques a la capital eran considerados como una parte esencial del esfuerzo de guerra, socavando las afirmaciones nazis que decían que podrían proteger al Reich.
Había 302 aviones en este bombardeo, incluyendo 86 Halifaxes. El líder del escuadrón Alan Frank lideraba el Escuadrón Nº 51 en este tipo de aeronave:
Cruzando Dinamarca pasamos al mar Báltico y viramos hacia Berlín. Ahora estamos en el meollo de las defensas de cazas y las ráfagas horizontales de trazadoras denotan que la Luftwaffe está activa. A puerto una aeronave estalla en llamas y desciende, al parecer increíblemente, lentamente a la tierra. Es imposible ver el tipo de aeronave o si surgió cualquier paracaídas.
De pronto, al frente, la oscuridad se transforma. Un solo reflector barre el cielo, luego otro y luego, prácticamente en un momento, cientos; sigue el fuego antiaéreo y el cielo por delante es una masa continua de destellos de los proyectiles estallando. La inteligencia nos dijo de 400 cañones antiaéreos pesados en las defensas de la ciudad, ¡pero parece que es una subestimación!
A continuación, los lanzadores de bengalas se ponen a trabajar y tal vez un centenar de bengalas con paracaídas cuelgan en el cielo nocturno. Los marcadores del objetivo serán dados por el radar, pero el bombardero líder tratará de evaluar su precisión visualmente. Los marcadores del blanco parecen racimos de candelabros brillantes de colores que estallan a un par de miles de pies en lo alto y continúan encendidos al llegar a tierra.
Los primeros marcadores en llegar abajo son rojos. El líder bombardero ahora recoge el más preciso y dirige la fuerza de marcadores de respaldo para apuntar marcadores verdes sobre él y ese es nuestro objetivo. Por último, viene la fuerza principal –unos 200 aviones cada uno con varias toneladas de explosivos de alta potencia y palos de bombas incendiarias- y la escena debajo está más allá de toda creencia.
Destellos continuos marcan el estallido de altos explosivos y los palos de incendiarias dibujan rayas incandescentes por toda la ciudad donde los incendios aparecen rápidamente para completar una imagen que ni siquiera Dante pudo haber visualizado.
Para este momento estamos entrando en el anillo defensivo Berlín -de unas 80 millas de diámetro-. Mientras sólo estemos sujetos a fuego antiaéreo, la mejor opción es apretar los dientes y volar en línea recta para pasar lo más rápido posible, pero esta vez no tenemos suerte. Un reflector nos coge y casi inmediatamente nos encontramos en el centro de un cono deslumbrante con fuego antiaéreo predecible viniendo hacia nosotros.
Descendiendo 2,000 pies para separarse de la corriente de bombarderos llegando, viro a través de 180 grados y vuelo hacia el norte fuera del alcance de las defensas. Luego giro de nuevo al sur para unirme a la cola del ataque y volver a intentarlo. Esta vez tenemos más suerte. Ningún reflector nos alumbra y sólo tenemos que hacer frente a la barrera de fuego antiaéreo y al peligro siempre presente de cazas nocturnos. Los fragmentos de proyectiles explotando golpean contra el fuselaje y en la tensión general de repente me doy cuenta de que tengo la boca muy seca, pero ahora es más seguro continuar que regresar.
Mientras el infierno que es Berlín desaparece debajo de la nariz, le digo a Minch, acostado boca abajo en la nariz estudiando la escena de abajo, que tome el mando. Con una voz de calma absoluta escucho, “Alrededor de dos minutos para lanzar, capitán, izquierda, izquierda, firme, firme –abran compuertas de bombas por favor- todas las bombas se han lanzado. La cámara ha operado -cierren las compuertas de bombas-“.
Ahora F de Freddy, con menos de la mitad de su carga de combustible y cinco toneladas de bombas, ¡se siente positivamente nervioso! “Curso a casa por favor Toddy” y viramos hacia el oeste. Adelante está la nube frontal que nos causó preocupación a la salida. Ahora nos ofrece protección frente a la amenaza siempre presente de cazas y volamos hacia ella.
Una vez en la nube podemos relajarnos excepto Toddy. De él tengo la usual queja constante de la falta de fiabilidad de los pronósticos de viento, la falta de puntos de precisión y de lo inútil de las direcciones de radio, pero no me impide abrir el termo y disfrutar de un café indiferente.
Sin embargo, no estamos en casa todavía. Sobre el Zyder Zee nos quedamos sin nubes y esta es un área famosa por tener cazas nocturnos. Todo el mundo se despierta para observar en la oscuridad.
No se ve nada, pero de repente Mónica comienza a emitir un torrente de chillidos excitados (Mónica es un dispositivo que nos avisa que estamos siendo rastreado por el radar de un caza nocturno). La reacción debe ser rápida y me lanzo en una barrena -un giro violento en picada que derrama el café y lanza los objetos sueltos alrededor de la cubierta de vuelo-. Un ascenso igualmente violento a estribor nos presiona a todos en nuestros asientos. Afortunadamente Mónica ha vuelto a caer en silencio. Nos hemos sacudido el caza nocturno.
Si deseas saber más, lee “War's Long Shadow: 69 Months of the Second World War” [La Larga sombra de la guerra: 69 meses de la Segunda Guerra Mundial], editado por Charlotte Popescu.
Aunque no hubo pérdidas del 5.6% en esta incursión y gran parte del bombardeo fue dispersado sobre un área cerca de 160 kilómetros cuadrados, fue considerado como un éxito. Una proporción significativa de las bombas cayó en concentración en el suroeste de Berlín, destruyendo grandes áreas de fábricas y talleres.
El peso de las bombas era ahora tan grande que incluso un ataque en el que sólo una parte de ellas diera en el blanco era considerado como un éxito.
Para un análisis de cada bombardeo de la RAF en la Segunda Guerra Mundial, lee “The Bomber Command War Diaries: An Operational Reference Book 1939-1945” [Los diarios de guerra del Comando de Bombarderos: un libro de referencia operacional 1939-1945], de Martin Middlebrook.
Una bomba GP de 4,000 libras es izada de su carretilla durante las pruebas de operación en Marham, Norfolk. Entró en servicio general con los escuadrones del Comando de Bombarderos a principios de 1943, pero resultó inferior a la bomba HC de 4,000 libras en su efecto explosivo y fue retirada del servicio antes de finales del año. Al fondo se pueden ver estacionados en sus dispersiones los Vickers Wellington del Escuadrón Nº 115 de la Real Fuerza Aérea (RAF).
Parte de una vertical de un reconocimiento aéreo fotográfico tomado sobre Berlín, Alemania, tras una serie de ataques del Comando de Bombarderos durante un período de seis semanas que terminó el 1/2 de marzo de 1943. El centro de exposiciones Deutschland Halle en el distrito de Charlottenburg fue destruido por el fuego.