top of page

Nostalgia del hogar en la Unión Soviética

Soldados alemanes tratando de liberar un caballo del barro.

El descenso en las temperaturas y las lluvias de otoño habían traído consigo un sinnúmero de problemas para los alemanes en su pretensión de llegar a Moscú. Las pérdidas de vehículos, tanques y equipo motorizado de todo tipo al atascarse en el barro eran extraordinariamente altas, sin recibir disparo alguno.

 

La caballería no estaba exenta de situaciones complicadas y en estos momentos de fatiga y poco avance, los soldados no podían evitar sentir nostalgia de estar en casa, aunado a la incertidumbre que traía la falta de noticias y suministros. Max Kuhnert, en una unidad de caballería de reconocimiento, expresa su sentimiento de anhelo durante este periodo frío y lodoso en la Rusia soviética:

Tuve tiempo suficiente para obtener una taza de té caliente y después de ubicarme en mi viejo mapa y anotar algunos números de la brújula, me fui con Mickey Mouse, el caballo del capitán Schutte. Era una pequeña yegua animada, de tan sólo unos 15.3 manos de alzada, pero muy placentero cabalgar en ella, si uno puede llamar cabalgar a esto en esas condiciones.

 

Era de noche y el problema de la oscuridad se empeoraba todo por la lluvia que aún seguía cayendo. Se había tornado mucho más frío en los últimos días y algo de lluvia se había convertido en aguanieve. Mi abrigo se hizo pesado por la humedad que se había filtrado por la hoja de mi tienda de campaña y la lluvia corría por mi cuello ya que no tenía más mi casco. Había sido aplastado entre dos caballos al principio cuando entramos a Rusia, aunque yo estaba contento de haberme deshecho de él, ya que se había convertido en un fastidio colgando a la derecha de mi montura. Ahora podía haberlo utilizado, al menos para mantener la lluvia fuera.

 

Mickey Mouse era maravillosa y cabalgué a lo largo de la línea de ferrocarril, donde el lodo no era tan malo debido a que el terraplén era bastante sólido, aunque tenía que mantener las riendas tensas para prevenir que ella se tropezara con los durmientes. De los refugios primitivos a lo largo de los rieles fui ovacionado por los zapadores que habían detenido su trabajo en los rieles durante la noche.

 

Acostumbrándome a la oscuridad, pude ver bastante claro después de un rato, excepto cuando un proyectil o el fuego de un cohete iluminaba el cielo y todo era sumergido en oscuridad inmediatamente después. Una pena que no sea tiempo de paz, pensé. Era espectacular con todos los colores diferentes de los diferentes proyectiles.

 

En esas cabalgatas solitarias mis pensamientos estaban frecuentemente en casa, preguntándome qué estaría pasando allá. Escuchábamos muy pocas noticias de casa, algunos pedazos aquí y allá por la radio. Lo que escuchábamos no siempre era bueno, los bombardeos a nuestras ciudades eran bien conocidos por nosotros y muchos de nuestros soldados de primera línea estaban desesperados, particularmente aquellos que habían recibido malas noticias de sus familias en las zonas bombardeadas. Se supone que un soldado debía pelear en el frente y defender su país y tales noticias desmoralizantes hacían una burla de nuestra lucha aquí en Rusia. Ahora, por un largo tiempo, he estado esperando por cartas de casa, pero la única que he recibido era de mi hermano Willy, que creo que estaba a unos 20 kilómetros de distancia de mí. Aún estaba en la misma división en la que estaba en Francia cuando nos vimos por última vez y siempre estaba cuidándolo cuando veía triángulos amarillos. Escribió como siempre para animarme, pero lo que pude leer entre líneas me decía sobre su ansiedad por mí. Dios sabe, estaba preocupado por él y el solo pensamiento de que pudiera resultar herido o algo peor hacía que me dieran escalofríos hasta la médula. Me decía, como siempre que escribía, que tuviera mucho cuidado, porque Madre en casa estaba preocupada y ya tenía demasiados problemas sin nosotros Me imaginé esquivando balas y esquirlas, etc., solamente para no darle más preocupaciones a mamá en casa. Pero sabía qué era lo que Willy quería decir y me prometí ser más cuidadoso y no tomar riesgos tontos.

Si deseas saber más, lee “Will We See Tomorrow?: A German Cavalryman at War 1939-42” [¿Veremos el mañana?: Un soldado de caballería alemán en la guerra 1939-42], de Max Kuhnert.

Un par de soldados alemanes con sus caballos.

bottom of page