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La dura realidad de los niños en el gueto de Varsovia

El gueto de Varsovia donde se aprecia Zelaznej Bramy (la Puerta de Hierro), la plaza, el muro del gueto y el palacio Lubomirski. La fotografía fue tomada probablemente desde el edificio Janasz Bazaar en la calle Rynkowa 11, el 24 de mayo de 1941.

Mary Berg tenía quince años cuando inició su diario con sus vivencias durante su estancia en el gueto de Varsovia. Doce cuadernos y cuatro años más tarde, Berg registró con gran detalle la cruda realidad de los judíos bajo el régimen de terror nazi.

 

Evidentemente para la población judía eran momentos de gran sufrimiento y los niños no estaban exentos de tales circunstancias. Aunque había organizaciones dentro del gueto tratando de auxiliar a los infantes, tales esfuerzos eran insuficientes dada la gran cantidad de personas que llegaban al gueto diariamente mientras los alemanes consolidaban su poder en Polonia y el resto de Europa.

 

Mary Berg observó y escribió en su diario acerca de los intentos de asistencia para los niños del gueto:

4 de abril de 1941

 

El número de escuelas profesionales y cursos en el gueto está aumentando. La organización ORT ha abierto un curso especial para niñas bajo la dirección de Roma Brandes, la esposa del abogado y líder socialista que se escapó al extranjero. Estos cursos cubren las siguientes especialidades: sastrería para damas, ropa para niños, fabricación de guantes, sombrerería, bolsas para dama y flores artificiales. La ORT ha obtenido dos salas para estos cursos en las calles 13 Leszno y 13 Nalewki. MI hermana Anna se ha inscrito para el curso de ropa para niños. Hay dos clases, una en la mañana y otra en la tarde, y un gran número de niñas asiste a ellas. Ellas producen zapatos para los orfanatos, donde casi todos los niños están descalzos. Debido a que no se puede obtener piel, sombreros viejos de fieltro se recogen en el gueto y son traídos a la escuela, donde son limpiados y convertidos en zapatos de varios tipos. Para las suelas los estudiantes utilizan dos o tres capas de fieltro o piel de zapatos viejos proporcionados por habitantes bienhechores del gueto para tal fin. Las niñas trabajan voluntariamente, porque saben cuántos pies pequeños congelados están esperando el fruto de su labor y nadie quiere ser remunerada por su trabajo.

 

En general los niños reciben una gran cantidad de atención. En muchas casas hay comités especiales que ayudan para proveer para los pobres huérfanos. En nuestra propia casa, una cazuela de sopa se cocina cada viernes para los niños del Hospital Infantil Mattias Berson en la calle Sienna. Existen varias organizaciones para niños. Particularmente popular es el llamado Comité Cuchara, que recolecta una cucharada de azúcar o dos cucharadas de harina o gachas dos veces por semana de cada inquilino en una casa determinada. Patatas, zanahorias, betabeles, repollo y otros alimentos son también recolectados.

 

El círculo juvenil de nuestra casa en la calle 41 Sienna asiste a la Hogar para Niños del Dr. Janusz Korczak. Cada día, dos de nuestros miembros son designados para hacer recolecciones y cada uno, incluso aquellos quienes necesitan ayuda a sí mismos, donan voluntariamente pequeños guardados. Los nombres de los participantes y sus contribuciones son listados y colocados en la puerta.

 

Las casas para niños ahora viven casi exclusivamente de dichas colectas, porque las diversas organizaciones comunitarias deben dedicarse a sí mismas a los miles de refugiados sin hogar que llegan a diario al gueto.

Si quieres saber más, lee “The Diary of Mary Berg: Growing up in the Warsaw Ghetto” [El diario de Mary Berg: Creciendo en el gueto de Varsovia], editado por S. L. Schneiderman y Susan Lee Pentlin.

En el gueto de Varsovia hubo miles de niños que sufrieron las terribles condiciones de vida que subsistían en este lugar.

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