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La desmoralización de tropas en Filipinas

En una de las últimas fotografías antes de la rendición final en Filipinas, tropas estadounidenses escuchan la “Voz de la Libertad”, en Bataan, el 9 de abril de 1942.

Las tropas en Bataan, en Filipinas, estaban sufriendo condiciones deplorables, sus raciones habían sido cortadas a menos de la mitad; una lata de salmón y arroz debían alimentar alrededor de una treintena de hombres y las fuerzas se estaban sustentando de cualquier animal que encontraban, caballos, serpientes, monos y hasta lagartijas.

 

Enfermedades como la malaria estaban aflorando entre los soldados filipinos y estadounidenses; las unidades al frente estaban hambrientas, harapientas, con sus corazones rotos y la moral por los suelos. La maquinaria de propaganda japonesa hacía transmisiones por la radio para aprovechar las circunstancias prevalecientes entre las tropas norteamericanas.

 

Glenn Frazier recuerda una de esas radiodifusiones en los últimos días de la guarnición estadounidense defendiendo Bataan, la cual no podía resistir mucho tiempo más:

La radio de onda corta lograba sintonizar la Voz de América (sic). Todavía recuerdo escucharlos decir, ‘Buenos días, compañeros americanos (o Sr. y Sra. América). Las paredes rocosas de Bataan todavía están de pie esta mañana. Las tropas filipinas y estadounidenses, cansadas por la batalla, todavía se mantienen firmes ante circunstancias abrumadoras. La fuerza entera del poderoso Ejército Imperial japonés no ha sido capaz de romper las líneas de estos valientes hombres combatientes. El general MacArthur espera que las fuerzas en Bataan se mantengan hasta que lleguen los refuerzos’.

 

Para este momento sintonizábamos otra estación para escuchar lo que diría la Rosa de Tokio sobre el informe de la Voz de América desde San Francisco. Ella diría algo así: ‘Buenos días muchachos. Ustedes saben que la ayuda no está en camino. Bien, tenemos algo para ustedes hoy. El Ejército Imperial japonés tiene su menú listo para ustedes. Es tiempo de izar su bandera blanca y que vengan hacia nosotros y obtengan ropa limpia, buena comida y buena música. Los estadounidenses no se preocupan por ustedes. No hay forma de ganar’.

 

Ella continuaría, ‘el 14º Ejército tiene esto planeado para ustedes el día de hoy. Al amanecer esta mañana el fuego de artillería comenzó en la zona de Moran. Los bombardeos y los ametrallamientos continuaran todo el día. La artillería estará arriba y abajo en las líneas del frente. ¿Por qué quieren quedarse allí y morir o ser heridos cuando podrían estar a salvo simplemente cruzando a nuestras lineas? Veremos que sean tratados bien. Ahora aquí tienen algo de música para que recuerden a sus amigos y familia en casa’.

 

Pueden imaginarse lo que esto hacía en nosotros, los pobres perros que estábamos sujetados, luchando una guerra, combatiendo enfermedades, sin comida, ropas sucias sin poderlas lavar, teniendo gente que estaba sana y salva, echándonos los perros grandes encima. Me sentía como el resto del mundo. ¿Por qué estábamos aquí en este aprieto con nuestra propia gente empeorándolo? Mientras esto sucedía, la estación de radio de Corregidor estaba haciendo un desorden que de seguro no nos ayudaba. Ellos no impresionaban a los japoneses porque sabían cómo estaban las cosas en Bataan. Nosotros, los pobres tontos que estábamos en las líneas del frente no teníamos nada más que un cielo azul por encima de nuestras cabezas, no la protección de un gran túnel como muchos de los hombres en Corregidor.

Si deseas saber más, lee “Hell’s Guest” [Huésped del infierno], del coronel Glenn D. Frazier.

La propaganda de radio era desenfrenada en todos los bandos beligerantes, pero tal vez ninguna locutora fue tan infame como Iva Toguri, mejor conocida por sus radioescuchas aliados como “Tokyo Rose” [Rosa de Tokio]. Toguri, nacida en Estados Unidos, quedó varada en Japón cuando comenzó la guerra. Ella finalmente fue convencida para colocarse detrás del micrófono y se le ordenó leer los guiones de radio dirigidas a las tropas estadounidenses en el Pacífico con el objetivo de desmoralizarlas.

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