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Desmoralización completa en el ejército alemán

Después de que Fedor von Bock fuera relevado mando del Grupo de Ejércitos Centro a finales de 1941, el mariscal de campo Günther von Kluge tomó las riendas del mismo en condiciones adversas. En la imagen, von Kluge (a la izquierda), en una reunión con Hitler.

El Grupo de Ejércitos Centro había sufrido numerosas pérdidas a manos de las fuerzas soviéticas. La falta de movilidad de los elementos alemanes y estaba socavando su habilidad para resistir. El mariscal de campo von Kluge, quien había tomado el mando de von Bock, después de una serie de consideraciones desesperadas, solicitó permiso para retirarse. Hitler se rehusó.

 

El 11 de enero Hitler convocó a von Kluge a su cuartel general y le dijo que el enemigo debía ser combatido hasta detenerlo. Pero el ejército del Führer estaba ahora completamente desmoralizado. Heinz Otto Fausten, de la 1ª División Blindada veía como la disciplina militar se colapsaba a su alrededor:

Nos estamos retirando en grupos poco formados.

 

 

Los almacenes ocasionales de alimentos a lo largo de nuestra ruta estaban fuertemente vigilados, para prevenir el robo por nuestros propios soldados. Marchando a través de la nieve pesada, cada paso era una agonía absoluta. Luchábamos en contra de un viento helado con nuestras últimas reservas de fuerza. Los hombres se apilaban en el ‘carril de congelación’ al lado del camino a todo lo largo. Algunos se sentaban allí, apáticos, masticando nieve, una y otra vez, otros se acostaban y se quedaban dormidos. No despertarían. Para distraerme y para mantenerme moviendo, recitaba discursos y poesía que aprendí cuando era niño. Lanzaba mi puño al aire para énfasis y cuando llegaba a pasajes ya no estaba seguro de haber improvisado vigorosamente.

Si deseas saber más, lee “The Retreat: Hitler's First Defeat” [La retirada: la primera derrota de Hitler], de Michael Jones.

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