Bombardeado por sus propios aviones al atacar Milán
El Oficial de Vuelo J. F. Greenam (al centro) y su tripulación, fotografiado delante del Lancaster W4201 del Escuadrón Nº 57 de la Real Fuerza Aérea (RAF), en Scampton, en febrero de 1943. Esta imagen es parte de una secuencia tomada de una historia gráfica del Ministerio del Aire, titulada “T de Tommy Hace Una Salida”, que retrataba los acontecimientos rodeando a un solo bombardero Lancaster y su tripulación durante una operación normal.
En la madrugada del 15 de febrero de 1943, 140 Lancaster de la Real Fuerza Aérea (RAF) convergían sobre Milán, al norte de Italia, después de haber hecho el largo viaje a través de los Alpes. Iniciaron incendios para que pudieran ser vistos por los aviones que regresaban cuando estuvieron a unos 200 kilómetros del objetivo. La concentración de bombarderos llegando a un objetivo en un corto espacio de tiempo se hacía con la intención de abrumar a las defensas, pero también aumentaba el riesgo de otros peligros.
Había el riesgo de ser impactado por las bombas que caían de otro avión. Un avión del Escuadrón 103, pilotado por el líder de escuadrón Walter Powdrell, un neozelandés, fue alcanzado por una ráfaga de pequeñas bombas incendiarias. El ingeniero de vuelo, el sargento John Duffield, recordó:
Justo estábamos virando para despejar el paso. De repente escuché este terrible ruido apaleándonos. No sé lo que pensaba que estaba bombardeando porque estábamos ya a un minuto fuera del objetivo, por lo que no estaba bombardeando el mismo. Todos los motores se detuvieron. Escuché al piloto decir “Nos han dado. Será mejor que salten”.
Tuve mucha suerte de tener mi paracaídas conmigo. Así que me dirigí a la puerta trasera. Pero no pude abrirla. El avión comenzó a girar y puse mi espalda contra el compartimiento de bombas en el suelo del fuselaje y me agarré de allí. Para este momento el avión daba vueltas como un loco. Simplemente estaba atrapado allí con la fuerza del giro.
De pronto los giros se detuvieron, me dirigí a la puerta trasera y salté. Mi arnés estaba flojo y el tirón al abrir el paracaídas se incrustó en mis ingles. El dolor era algo como para creerse, agonizante.
Powdrell y otros tres miembros de la tripulación no salieron del avión antes de que se estrellara.
Otro avión, del Escuadrón Nº 9, apenas escapó de una situación similar. John Moutray, el operador de radio/artillero aéreo recordó:
Jimmy Geach, el bombardero, estaba a cargo mientras daba las instrucciones a través del intercomunicador para Jim Verran. Su voz calmada que decía “Izquierda, izquierda… un poco a la derecha… mantente allí…” mientras iniciábamos la parte más peligrosa de cualquier bombardeo -el vuelo recto y nivelado para bombardear-, que debía mantenerse durante otros veinte segundos más o menos después de que las bombas se habían soltado, esperando para que el destello de fotografía se apagara.
En ese momento mi trabajo era estar de pie en el escalón por delante del larguero principal y poner mi cabeza en la escotilla astro para ayudar a los artilleros a buscar cazas. Por alguna razón inexplicable, hice algo que nunca había hecho antes, miré directamente arriba y me llevé el susto de mi vida. Con la luz de los reflectores y del objetivo vi otro Lancaster, 30 pies por encima de nosotros, exactamente con el mismo rumbo y, al igual que nosotros, ¡sus compuertas de bombas estaban abiertas! La bomba de 4,000 libras se veía enorme y sabía que podría ser soltada en cualquier momento.
Grité por mi micrófono, “¡Fuerte a estribor!” En algún lugar había leído que era una reacción natural de los pilotos ir a estribor, de todos modos, nuestra tripulación estaba bien entrenada y Jim mantuvo al ED495 en la punta del ala y ¡tuvimos una inusual magnífica vista de Milán! Dimos la vuelta otra vez para hacer otra corrida para el bombardeo.
Si deseas saber más, lee “Bomber Command: Intensified Attack 1941-1942, Volume 2” [Comando de Bombarderos: Ataque intensificado 1941-1942, Volumen 2], de Martin W. Bowman.
Chicos con paracaídas y equipo de vuelo, la tripulación de un Lancaster del Escuadrón Nº 57 de la Real Fuerza Aérea (RAF), en Scampton, abordan la camioneta que los llevará al área de dispersión y sus aviones en espera, en febrero de 1943.
Lancasters a la espera del despegue en Scampton.
El artillero medio-superior del Escuadrón Nº 57 de la Real Fuerza Aérea (RAF), el sargento “Dusty” Miller, “explora el cielo en busca de aviones enemigos” en la torreta Fraser Nash FN50 del Lancaster.
Fotograma de la película rodada en un Avro Lancaster por la Unidad de Producción de Cine de la Real Fuerza Aérea (RAF), durante un ataque diurno en el aeródromo de la Luftwaffe y el depósito de señales en St. Cyr, Francia, por las aeronaves del Grupo Nº 5. Una bomba HC de 4,000 libras (‘Cookie’) y una más pequeña bomba MC de 500 libras son vistas justo después de haber sido lanzadas sobre el objetivo.
El sargento J. B. Mallett, el sargento H. H. Turkentine y el sargento R. H. P. Roberts, ingeniero de vuelo, bombardero y artillero trasero, respectivamente, de un Avro Lancaster B Mark I del Escuadrón Nº 57 de la Real Fuerza Aérea (RAF), toman el desayuno en el comedor de sargentos en Scampton, Lincolnshire, después de su regreso de un ataque nocturno. Los tres fueron muertos con el resto de la tripulación del Lancaster R5894 ‘DX-T’ (“T de Tommy”) cuando chocaron con cables de alta tensión cerca de Scampton al regresar de un ataque en Berlín, en la madrugada del 2 de marzo de 1943.
Parte de una fotografía de un reconocimiento aéreo vertical tomada sobre Milán, Italia, tras el ataque de 142 Avro Lancaster en la noche del 14-15 de febrero de 1943. Esta vista muestra el daño a una serie de naves industriales en el norte de Milán.