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Accidente aéreo en el desierto norafricano

Un Hawker Hurricane Mark IID del Escuadrón Nº 6 de la Real Fuerza Aérea (RAF) da una demos

Un Hawker Hurricane Mark IID del Escuadrón Nº 6 de la Real Fuerza Aérea (RAF) da una demostración de la potencia de fuego de sus cañones antitanque Vickers Tipo S de 40 mm contra tanques alemanes abandonados en el desierto del norte de África.

En el desierto occidental la persecución del Afrika Korps seguía su marcha. Para las unidades de la Real Fuerza Aérea (RAF) la carrera era la de establecer nuevos aeródromos en las zonas avanzadas para que los aviones aliados tuvieran el rango de alcance para mantenerse junto a las fuerzas de tierra.

Fred Oldfield era un artillero aéreo con el Escuadrón Nº 221 de la RAF, basado en Shallufa, cerca de Suez, Egipto. Tuvo una vida con mucha suerte puesto que esta era la tercera de cuatro ocasiones que sobreviviría a un accidente aéreo:

El 15 de noviembre de 1942 se nos pidió que transportáramos barriles de petróleo y combustible a Gambut, que estaba bastante cerca de Tobruk. Estos eran necesarios para los aviones de combate que seguían pisando los talones del Octavo Ejército; cargamos el avión y volamos los varios cientos de millas a Gambut. El lugar era como una colmena de abejas, gente por todos los lugares, pero una caravana móvil nos dio una taza de té y un bocado para comer. Para este momento teníamos a un nuevo oficial al mando del Escuadrón –el comandante de ala Jock Hutton– y él estaba en Gambut. Él era un tipo estupendo y estaba en la fila con el resto de nosotros, con un portaviandas en la mano.

Llevamos a cinco pasajeros –camaradas de la tripulación de tierra– y este capitán nuestro, queriendo presumir, voló a unos cuantos pies desde el suelo durante todo el camino de vuelta. Cada vez que veía una especie de campamento lo vapuleaba, tirando tiendas de campaña, luego se iba hacia el mar donde se podían ver grandes estelas donde la corriente de aire deslizándose golpeaba el agua. Íbamos tan bajo que estábamos prácticamente tocando el agua y él se reía, siendo sólo esto su forma de hacer las cosas. Resultaba obvio para mí que algo iba a salir mal y me preparé en la posición habitual, bajo el “astrodomo”. Entonces sucedió, chocó el avión contra el suelo. Hubo una ligera elevación en el terreno y voló el avión justo en ella. Los motores gritaban, las hélices se doblaron y torcieron y el vientre de la aeronave fue arrancado. Incluso pasamos por debajo de algunas líneas telegráficas antes de zambullirse al suelo otra vez, eventualmente deteniéndose.

Yo salí de allí rápidamente. Todos salimos con vida, pero algunos de los pasajeros resultaron heridos. Los que no estaban heridos prontamente prepararon un poco de té, punzando uno de los tanques del ala para conseguir combustible y colándolo con sus latas habituales. El capitán me ordenó volver al avión y enviar un SOS por la radio. Esto era un poco arriesgado puesto que había combustible por todas partes y los generadores para la radio emitían chispas. Subí y cautelosamente accioné el interruptor, listo para lanzarme por la escotilla, pero no pasó nada y envié el SOS, recibiéndose efectivamente en Malta y retransmitido de nuevo a nuestro escuadrón.

El capitán se lanzó por el desierto en busca de ayuda y nos sentamos alrededor de una pequeña hoguera que nuestro personal de tierra había encendido, prepararon un poco más de té y cocinamos un poco de las raciones de emergencia consistentes en salchichas y tomates en conserva enlatadas, servidas con panecillos duros. El capitán volvió finalmente con unas mantas y nos colocamos alrededor del fuego para la noche. Fuimos despertados después de un rato por un sonido, el cual resultó ser un par de árabes beduinos, en busca de sus ovejas, que dijeron que habían sido esparcidas por los alemanes. Fueron muy agradables y hasta nos dieron unos cigarrillos.

A la mañana siguiente nos dirigimos a la carretera, detuvimos a unos cuantos camiones y conseguimos algunos cigarrillos. Después de un rato nos encontramos con algunas provisiones alemanas que habían sido abandonadas con tanta prisa que estaban casi intactas. Teníamos todo tipo de souvenirs, botas, mochilas, mantas, camisas y pantalones cortos, un casco, gorras y una chaqueta con el emblema del águila alemana sobre ella… no nos hizo mucho bien, puesto que perdimos el lote más tarde. Nos divertimos lanzando bombas de mortero alrededor y tuvimos la suerte de no volarnos a nosotros mismos. Disfrutamos bastante saqueando estos suministros alemanes.

Un avión de los nuestros se acercó para rescatarnos. Era pilotado por el comandante de vuelo Harding –él no pudo aterrizar–, por lo que regresó y consiguió un camión para que viniera por nosotros y nos llevara a LG013. Creo que eran sudafricanos los que estaban en este campo de vuelo y nos dieron una tienda y dormimos en el suelo.

Si deseas saber más de esta historia, visita BBC People’s War [La Guerra del Pueblo de la BBC].

Un tanque Stuart siendo reabastecido de combustible desde un camión cisterna de la Real Fu

Un tanque Honey (Stuart) siendo reabastecido de combustible desde un camión cisterna de la Real Fuerza Aérea (RAF) a las afueras de Sidi Barrani, el 15 de noviembre de 1942.

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