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Los británicos celebran “el fin del principio”

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Mujeres de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en Gran Bretaña: enfermeras estadounidenses se cubren durante un entrenamiento para “ataques aéreos” en Inglaterra, mientras se preparaban para la apertura del segundo frente en Europa.

Los éxitos de El Alamein y los desembarcos estadounidenses de la Operación Antorcha [Torch] en Marruecos y Argelia probaron ser un punto de inflexión en la guerra. En aquel momento, algunas personas pensaban que era prematuro celebrar estas victorias. Sin embargo, repentinamente, algunos de los críticos de Winston Churchill se dieron cuenta que habían estado muy equivocados al acusarlo de falta de acción –él estaba imposibilitado de revelar qué planes estaban en marcha–. Hubo una renovada confianza en él cuando estuvo en condiciones de declarar:

Ahora bien, este no es el final. Ni siquiera es el principio del fin. Pero es, quizá, el fin del principio.

 

Los nazis de Hitler estarán igualmente bien armados y, quizás, mejor armados. Pero de ahora en adelante tendrán que enfrentarse en muchos teatros a esa superioridad en el aire que tantas veces han usado sin piedad contra los demás y de la que se jactaban en todo el mundo que serían los amos y que pretendían usar como instrumento para convencer a todos los demás pueblos que toda resistencia contra ellos era inútil.…

Si deseas leer en su totalidad el famoso discurso de Winston Churchill (en inglés) durante la comida del Lord Mayor, en Mansion House, Londres, pronunciado el 10 de noviembre de 1942, visita iBiblio.

El domingo 15 de noviembre, el país había celebrado misa con el repique de campanas de las iglesias por todo el país. No se habían escuchado desde la amenaza de la invasión en 1940, que habrían sido utilizadas como una advertencia general a la población en caso de una invasión. Si el país hubiera sido invadido, el gobierno pretendía publicar el famoso cartel “Mantén la calma y sigue adelante”:

 

El estado de ánimo nacional se resume, como siempre, por Molly Panter-Downes en su columna del New Yorker de la semana:

Ha sido estimulante vivir en los últimos diez días en Inglaterra. Ha habido la mayor ola de emoción nacional desde Dunquerque, cuando, en cada ciudad y pueblo, uno sentía la callada, pero férrea voluntad inmortalizada por Low en la famosa caricatura que mostraba a un británico solitario frente al Canal y llevando el título de “Muy bien, entonces solo”.

La semana pasada, con Stalingrado resistiendo y la caída de Marruecos, los británicos tenían buenas razones para darse cuenta que, afortunadamente, no estaban solos y que el comienzo de la gran estrategia unificada por la cual los críticos habían clamado durante tanto tiempo estaba allí mismo, en el tapete en la entrada junto con el periódico de la mañana.

El entusiasmo sobre los desembarcos estadounidenses en el oeste de África y los avances británicos en el este eran fenomenales y esta vez tampoco eran silenciosos particularmente. En la mañana, cuando las familias británicas encendieron sus radios y escucharon la noticia que las fuerzas nazis estaban en plena retirada, Londres era una ciudad de gente sonriente que caminaba como si estuvieran saliendo al ritmo de la música de una banda militar.

Ni las chicas detrás de mostradores de las tiendas, ni los taxistas, ni el humorístico conductor de autobús que sonaba la campanilla y gritaba: “¡Siguiente parada, Bengasi!” necesitaban de estímulo alguno ante la demanda de los clientes por un “bueno, se ve bien, ¿no es así?” Por primera vez, estos británicos no se referían al clima.

Si deseas saber más, lee “London War Notes 1939-1945” [Notas de Guerra de Londres 1939-1945] de Mollie Panter-Downes.

Mujeres lecheras salen de la lechería en sus carros tirados por caballos, haciendo las ron

Mujeres lecheras salen de la lechería en sus carros tirados por caballos, haciendo las rondas de los lecheros que se han enlistado para servir en las diferentes ramas del ejército. Los carros están repletos de cajas, llenas de botellas de leche.

La señora Wardle fabrica piezas de ametralladoras Sten en una fábrica de municiones, en al

La señora Wardle fabrica piezas de ametralladoras Sten en una fábrica de municiones, en algún lugar de Inglaterra.

La señorita March tripulando la caña del timón de la barcaza “Heather Bell”, mientras llev

La señorita March tripulando la caña del timón de la barcaza “Heather Bell”, mientras lleva harina de Worcester a Tipton, en 1942.

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