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Batallas encarnizadas en Smolensk

Tanques ligeros soviéticos T-26 durante la contraofensiva en Smolensk, en julio-agosto de 1941.

Durante las primeras siete semanas de la Operación Barbarroja, la Wehrmacht de Hitler arrolló a lo largo de las inmensas fronteras de la Unión Soviética con una fuerza increíblemente devastadora; aunque los ejércitos alemanes parecían mantener su impulso de avance, el gran desgaste de sus fuerzas, producido por el combate constante sobre distancias enormes, erosionó paulatinamente su potencia y desaceleró el avance perceptivamente.

 

La desesperada resistencia del Ejército Rojo y de la población soviética estaba provocando un alto costo para los invasores alemanes. Este factor se hizo evidente tanto para Hitler como para su Alto Mando, los oficiales del ejército alemán y los soldados, durante el feroz vaivén de los combates en la región de Smolensk, al tiempo que los alemanes, cada vez más ansiosos, se esforzaban por demostrar que la Blitzkrieg no estaba llegando a su fin.

 

Erich Hagen, con la 17ª División Panzer alemana, escribió sobre los vestigios de la ferocidad en los combates en los alrededores de Smolensk:

Viernes, 18 de julio de 1941

 

El viaje sigue adelante a través de Krassny hacia Smolensk, que fue tomado el martes. Nos detenemos temporalmente antes de llegar a Smolensk, ya que hay combates allí en donde nuestros tanques están envueltos. Los rusos querían recapturar Smolensk. Batalla sangrienta. En el camino aquí vi a los camaradas muertos de la 29 MOT [29ª División de Infantería Motorizada]. Una buena cantidad de oficiales. Hubo una terrible batalla aquí. El teniente Keitel, hijo del mariscal de campo de la O.K. [Alto Mando alemán], cayó aquí. Tomé una fotografía de su tumba. Nunca había visto tantas tumbas. Pero me pregunto cuántos rusos habrán perecido. Aquí, los tanques rusos se encuentran en cantidades enormes. Por la noche continuamos a través de Smolensk sobre un encantador camino asfaltado. Pasamos la noche bajo Smolensk. Llegamos aquí a las 4 de la mañana. Los tanques alemanes siguen combatiendo. El tanque de W…s [ilegible] es una baja. El embrague se rompió, las orugas estaban arrancadas. Frecuentemente tienen este problema.

Si quieres saber más, lee “The War Diaries of a Panzer Soldier: Erich Hagen with the 17th Panzer Division on the Russian Front, 1941-1945” [Los diarios de Guerra de un soldado de blindados: Erich Hagen con la 17ª División Blindada en el frente ruso, 1941-1945], editado por David Garden y Kenneth Andrew.

Por su parte, el mariscal de campo Wilhelm Keitel, jefe del Alto Mando alemán, escribió sobre la pérdida de su hijo menor, Hans-Georg, en los albores de la batalla de Smolensk, ciudad que los rusos estaban determinados a defender:

A principios de junio de 1941, a mi regreso a Berlín, encontré a Hans-Georg en nuestra casa allí. Su herida en el muslo había sanado completamente, pero debido a las múltiples operaciones realizadas en ellos, al montarse, los músculos y tendones eran una agonía para él. Por lo que finalmente le di mi permiso para transferirse de su regimiento Halberstadt al 29º Regimiento de Artillería Motorizada, el cual pertenecía a la 29ª División Motorizada. Esto es lo que él siempre soñó, estar en una unidad motorizada, con la caballería de batalla moderna. Radiante de felicidad, se fue de casa otra vez, al tiempo que su regimiento le estaba llamando urgentemente; después de despedirse de su madre y hermanas, ellas poco sabían, ni tampoco él mismo, lo que estaba por venir. Lo acompañé a la puerta frontal y con pesadez en mi corazón me despedí de él. Le dije: ¡Dios esté contigo! Sé valiente, pero no seas imprudente o temerario a menos que tengas que serlo. Probablemente no entendió, pero por un momento me abrazó y se dio la vuelta felizmente con su valija, su rifle y su otro equipo. Al regresar a la habitación, mi esposa dijo: “¡Qué serio y diferente fuiste con él! ¿Cuál es el asunto entonces?” Por supuesto, no pude engañar la percepción delicada de una madre. Evite dar una respuesta directa, pero murmuré algo acerca de advertirle que tuviera cuidado con su pierna.

 

Fue muy duro recibir el golpe, al momento en que las noticias llegaron tan pronto como el 18 de julio, que había muerto en un hospital de campo de heridas graves sufridas durante un ataque aéreo con ametralladoras un día antes. Mi esposa estaba en Helmscherode con el resto de la familia: ¿Quién le diría que su hijo favorito, por quien se había preocupado tantas veces, había sido enterrado en suelo extranjero, a las afueras de Smolensk? Envié al profesor Nissen (el doctor de la familia) a Helmscherode, encargado con esta triste misión, porque tenía cierto temor de cómo lo tomaría mi esposa con su corazón delicado. Fue allí en ese momento que descubrí lo fuertes que son los corazones de las esposas y madres.

 

La propia solidaridad del Führer fue expresada en una carta personal a mi esposa; estuvo muy agradecida por ello. Como mi esposa y yo estábamos en contra de publicar obituario alguno, el Führer ordenó a la prensa que publicara uno, explicándonos que el pueblo alemán debería saber que los hijos de los generales de alto rango también estaban dando sus vidas en el campo de batalla.

Si quieres saber más, lee “The Memoirs of Field Marshal Wilhelm Keitel” [Las memorias del mariscal de campo Wilhelm Keitel], editado por Walter Gorlitz.

Las tumbas de la tripulación de un tanque alemán justo al lado de su máquina destruida, en el frente del Este, sin fecha.

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