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Reubicación de japoneses en Estados Unidos

Un gran cartel exhibe la leyenda “Yo soy un estadounidense”, colocado en la ventana de la tienda de abarrotes Wanto, en las calles de Franklin y 13ª, en Oakland, California, el 8 de diciembre de 1941, un día después del ataque a Pearl Harbor. La tienda fue cerrada siguiendo las órdenes dadas a las personas de ascendencia japonesa para evacuar ciertas zonas de la costa oeste de los Estados Unidos. El propietario, un graduado de la Universidad de California, sería albergado, junto con cientos de evacuados, en centros de la Autoridad para la Reubicación de Guerra durante todo el conflicto bélico. El cierre forzoso del negocio de la familia Wanto, ocurrió en marzo de 1942. Esta es sólo una de las miles de empresas japonesas estadounidenses que fueron vendidas o cerradas con motivo del internamiento.

El 18 de marzo de 1942, el Presidente Franklin Roosevelt firmó la orden que establecía a la Autoridad de Reubicación de Guerra. En febrero había firmado una orden destinada a los ciudadanos de Estados Unidos de extracción alemana, italiana y japonesa.

 

La tensión era fuerte en la costa oeste de Estados Unidos y había el temor real de una invasión. En la práctica, eran los ciudadanos japoneses americanos a quienes más se les temía y la Autoridad de Reubicación de Guerra fue establecida para reunirlos y colocarlos en campos de detención. Milton Eisenhower, hermano del general Dwight, fue el primer Director y explicó la política en una película de la Oficina de Información de Guerra:

Cuando los japoneses atacaron Pearl Harbor, la costa oeste se convirtió en una potencial zona de combate. En esta zona viven más de 100,000 personas de ascendencia japonesa: dos tercios de ellos ciudadanos estadounidenses, un tercio extranjeros. Sabíamos que algunos entre ellos eran potencialmente peligrosos. Pero nadie sabíamos lo que pasaría entre esta población concentrada si las fuerzas japonesas intentaran invadir nuestras costas. Por lo tanto, las autoridades militares determinaron que todos ellos, ciudadanos y extranjeros por igual, tendrían que mudarse. Esta imagen indica cómo se llevó a cabo la migración masiva.

 

Ni al ejército ni a la Autoridad de Reubicación de Guerra les gustaba la idea de expulsar hombres, mujeres y niños de sus casas, sus tiendas y sus granjas. Por lo que los organismos militares y civiles por igual, decidieron hacer el trabajo como debería hacerse en una democracia: con una consideración real para las personas involucradas.

 

La primera prioridad fue dada a los problemas de sabotaje y espionaje. Ahora, aquí en San Francisco, por ejemplo, los convoyes se organizaban a la vista de posibles agentes del Eje. Había más japoneses en Los Ángeles que en cualquier otra área. En las cercanías de San Pedro, casas y hoteles, ocupadas casi exclusivamente por japoneses, se encontraban a tiro de piedra de una base aérea naval, astilleros, pozos de petróleo. Los pescadores japoneses tenían cualquier oportunidad para observar el movimiento de nuestros barcos. Los campesinos japoneses vivían cerca de las vitales plantas de fabricación de aviones. Por lo tanto, como un primer paso, todos los japoneses debían mudarse de áreas críticas como estas.

 

Pero, por supuesto, esta evacuación limitada fue una solución sólo para una parte del problema. El mayor problema, la incertidumbre de lo que ocurriría entre estas personas en caso de una invasión japonesa, aún permanecía. Por eso, el Comandante General del Comando de Defensa Occidental determinó que todos los japoneses dentro de las zonas costeras deberían retirarse tierra adentro.

La película se titula “La reubicación japonesa”, producida por la Oficina de Información de Guerra, en 1942.

Fue un procedimiento amplio que barrió a todos los americanos japoneses sin importar cuán bien establecidos estuvieran en el país, sin importar qué tan leales eran a los Estados Unidos. Muchos de los detenidos les permitirían a sus hijos ser voluntarios para servir en las fuerzas armadas estadounidenses, donde ganarían particular distinción y honor durante los combates en Europa. Pero para los detenidos, a menudo significaba la ruina financiera y una existencia sombría en campamentos remotos:

Si este país no me quiere puede expulsarme. ¿Qué saben acerca de lealtad? Soy tan fiel como nadie en este país. Quizá soy tan fiel como el Presidente Roosevelt. ¿Qué objeto tiene hacerme una pregunta cómo esa?

 

Yo nací en Hawái. He trabajado la mayor parte de mi vida en la costa oeste. Nunca he estado en Japón. Hubiéramos hecho lo que fuera para mostrar nuestra lealtad. Todo lo que queríamos era que nos dejaran tranquilos en la costa.... Mi esposa y yo perdimos $10,000 dólares en esa evacuación. Tenía un salón de belleza y tuvo que renunciar a ella. Yo tenía una buena posición trabajando como jardinero y me fue arrebatada. Teníamos una casa pequeña pero ahora eso se ha ido…

 

¿Qué tipo de americanismo es esto? Eso no es democracia. Esa no es la manera estadounidense, arrebatando todo de las personas.... ¿Dónde están los alemanes? ¿Dónde están los italianos? ¿Les hacen preguntas acerca de lealtad?...

Tomado del Reporte del Análisis de la Comunidad de Manzanar Nº 36, del 26 de julio de 1943, RG 210, Archivos Nacionales. Si deseas saber más, History Matters tiene la historia completa.

El Centro de Reunión Santa Anita en San Pedro, California. Los evacuados –las personas de ascendencia japonesa- vivieron en este centro en los terrenos de lo que fue la pista del Hipódromo de Santa Anita, antes de ser trasladados hacia el interior del país a centros de reubicación.

Una imagen que explica por sí misma el resentimiento de la población estadounidense hacia los japoneses. Estados Unidos había sido atacado por el imperio del Japón en diciembre de 1941, en Pearl Harbor, Hawái.

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