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Francotirador ruso perfecciona su pericia en Stalingrado

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Una ametralladora soviética entre las ruinas de Stalingrado.

Vassili Zaytsev casi no había sido aceptado cuando el Ejército Rojo comenzó a tomar voluntarios para la Marina soviética. Él no era un hombre alto, pero estaba bien educado, lo que le valió la entrada a las fuerzas armadas.

Sin embargo, su habilidad como tirador había emergido unos días antes durante la lucha por la Fábrica de Tractores en Stalingrado, habiendo acabado con 40 soldados enemigos hasta el 19 de octubre de 1942 -para el final de la batalla de Stalingrado ese número alcanzaría los 225-. Como consecuencia de ello se le proporcionó un rifle de francotirador, con miras telescópicas apropiadas. Su unidad seguía inmovilizada en los páramos del distrito industrial de Stalingrado. Zaytsev describe la primera vez que utilizó el nuevo rifle:

Ajusté la mira para 550 metros y miré para ver si el viento desviaba mi tiro. La mayor parte del humo de la batalla flotaba hacia arriba, una señal de que de que había muy poco viento ese día, así que no tenía que compensarlo.

Siempre me intriga ver a través de una buena lente a un enemigo a cientos de metros de distancia. Antes, sólo podía verse como una pequeña forma indistinta y, de repente, se pueden ver los detalles de su uniforme, y si es alto o bajo, flaco o gordo. Puedes distinguir si se ha afeitado o no esa mañana. Sabes si es joven o viejo y si es un oficial o un soldado. Puede verse la expresión de su cara y, a veces, tu objetivo está conversando con otro soldado o incluso cantando para sí mismo.

Y en cuanto tu hombre se limpia la frente o se mueve con pereza para que su casco se desplace, puede encontrarse el mejor lugar para plantar tu bala.

Yo estaba acostado detrás de la pila de tablas, donde no estaba expuesto al fuego enemigo. Puse un cartucho en la recámara, me coloqué en una posición de disparo y puse la mira en el ametrallador alemán. Incluso a esa distancia era fácil poner mis cruces sobre su rostro. Su casco estaba inclinado hacia atrás, por lo que pude centrar mis cruces entre sus ojos. Apreté el gatillo.

La ametralladora dejó de disparar instantáneamente como el artillero se derrumbó sobre el cañón de la ametralladora. Disparé a los dos portadores de munición del ametrallador, ninguno de los cuales pudo reaccionar lo suficientemente rápido para ponerse a cubierto. Ellos temblaron durante unos segundos y luego se quedaron inmóviles.

Sólo fueron necesarios tres disparos certeros y la amenaza a nuestro lado fue erradicada. Nuestro batallón volvió a la vida. Los señaleros, mensajeros y portadores de municiones entraron en acción.

 

A pesar de que había sido designado como un francotirador varios días antes, fue realmente sólo después de este incidente que Stavka [Estado Mayor] empezó a tomarme en serio. Posteriormente entendieron cuán importante podía ser para una compañía de rifles.

 

Antes de eso, el latón [mandos superiores] miraba mi altura y decía que era inútil ¡y sólo bueno para ser un oficinista! Para ser honesto, ha habido muchas ocasiones humillantes como esa, cuando nosotros los marineros nos unimos a las filas de los fusileros.

Si deseas saber más, lee “Notes of a Russian Sniper” [Notas de un francotirador ruso], de Vassili Zaytsev.

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Vasily Zaytsev, a la izquierda, y otros francotiradores soviéticos equipados con rifles Mosin-Nagant M1891/30 durante la batalla de Stalingrado en diciembre de 1942. Zaytsev tiene una mira telescópica de 3,87 × 30 PE (M) montada en su arma.

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Un equipo alemán de ametralladora en Stalingrado.

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