El Octavo Ejército lanza “Súpercarga” en El Alamein
Fotografía posada de infantería refugiándose de “fuego de artillería enemiga” al lado de un tanque alemán PzKpfw III puesto fuera de combate, el 2 de noviembre de 1942.
El campo de batalla en El Alamein se estaba poniendo al rojo vivo de nueva cuenta al tiempo que Montgomery lanzaba la Operación Súpercarga, el cual constituía el renovado ataque diseñado para dar el golpe que permitiera el avance final. Las tropas de artillería de Henry Ritchie se habían movilizado a nuevas posiciones en los dos últimos días, pero aún estaban bajo fuego de artillería constante en el área de la cabeza de puente. Cuando no estaban disparando, pasaban la mayor parte de su tiempo en sus trincheras. Él describe la situación en el campo de batalla en este momento:
Toda la zona se había convertido en un cementerio de tanques ardiendo, cadáveres y cañones antitanque destrozados. En casi dos años de la guerra nunca había visto tantos restos humeantes tirados en el campo de batalla. Los vehículos estaban despedazados y retorcidos, botellas de agua, cascos de hojalata y rifles yacían por todas partes entremezclados con las tumbas excavadas a toda prisa de los muertos desconocidos.
El 2 de noviembre de 1942 se prepararon para otra sesión de disparos matutinos. Ritchie había estado en el campo por dos años y en el campo de batalla de El Alamein durante nueve días, la mayoría de los cuales habían sido bajo fuego de artillería intermitente:
Tuvimos algunas galletas y dos cucharadas de tocino canadiense picado en lata para el desayuno, los cuales comimos rápidamente con una cuchara, ya que había una cortina de fuego de artillería programada a las 07:45 horas.
Un par de Messerschmitts habían dejado caer unas cuantas bombas detrás de nosotros y alrededor de una docena de tanques Sherman, rodando sobre sus ensordecedoras orugas, acababan de hacer su camino ruidoso y polvoriento a través de nuestros cañones para apoyar el ataque. Había un cierto aire de confianza, ya que se había predicho que este pudiera ser el día para prorrumpir de la cabeza de puente. Algunos proyectiles en el ritual del coro del amanecer estaban en nuestro camino sondeando la muerte, pero no había mucho de qué preocuparse.
A las siete y media todo estaba listo y la tropa se colocó en sus cañones. Las primeras salvas fueron lanzadas, puntualmente al cuarto para las ocho. Alguna artillería enemiga comenzó a tomar un poco de interés en nosotros, tal como lo habían hecho con anterioridad en decenas de ocasiones. Sólo unas cuantas ventajas y una menos.
Yo estaba de pie junto al sendero hecho por el cañón y nos encontrábamos a medio camino de la sesión de cañonazos cuando se produjo una fuerte y rápida explosión y una ráfaga de calor abrasador. En un segundo borroso de reacción rápida como un rayo, puse mis manos y brazos para proteger mis ojos, cuando sentí como si me hubieran golpeado en el brazo derecho y la pierna derecha con un martillo de catorce libras. Lo siguiente que supe fue que estaba en el suelo y tenía la boca llena de arena y tierra. Traté de levantarme, pero no pude.
Fue atendido por sus colegas y tuvo la suerte de estar en una posición donde un oficial médico estaba muy cerca:
De repente tomé conciencia de un intenso dolor en la pierna y, cuando traté de mover mi brazo, me dolía como el demonio. Las cosas se volvieron muy espesas y turbias y me sentía encerrado en una luz cegadora que daba vueltas. Vagamente recuerdo al O.M. [Oficial Médico] llegando y llenando una jeringa. Sentí un pinchazo leve en el brazo y luego me hundí en un charco de oscuridad. Cuando desperté, estaba acostado en una cama suave y cálida en el 6º Hospital General en Alejandría.
Este fue el fin del tiempo de Henry Ritchie en el frente de batalla. Después de su recuperación se convirtió en un instructor de artillería en Inglaterra por el resto de la guerra. Este episodio también marca el final de su libro de sus impresionantes memorias.
Si deseas saber más, lee “The Fusing of the Ploughshare, the Story of a Yeoman at War” [La fusión de la reja de arado, la historia de un soldado en la guerra], de Henry R. Ritchie.
Los restos de un tanque alemán PzKpfw IV puesto fuera de combate, volado por zapadores con el fin evitar su recuperación por el enemigo, el 2 de noviembre de 1942.
Soldados británicos heridos en camillas en espera de atención en un Puesto Sanitario Avanzado. Un oficial del Cuerpo Médico del Ejército Real (RAMC) da algo de beber a uno de los heridos, en El Alamein, 1942.
Un acercamiento de la torreta de un tanque británico Churchill III de la ‘Kingforce’ [Fuerza del Rey] puesto fuera de combate, el 2 de noviembre de 1942. Se alcanza a ver claramente el agujero hecho por un proyectil alemán de 88mm que penetró la parte frontal de la torreta.