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La llegada de las lluvias otoñales

Un semioruga alemán Sd.Kfz.253 Gepanzerter Beobachtungskraftwagen perteneciente a la 192.Sturmgeschütz-Abteilung durante la primera ronda de la temporada conocida como “rasputitsa”, en donde las lluvias hacen que los caminos no asfaltados de la Unión Soviética prácticamente desaparezcan.

A principios de septiembre, Stalin, la STAVKA y los Frentes Occidental y de Reserva del Ejército Rojo habían estado involucrados en un juego mortal de gato y ratón con su contraparte alemana. Después de haber liquidado a tres ejércitos soviéticos en la región de Smolensk, las fuerzas alemanas ahora estaban dedicadas a despejar los flancos sur y norte del Grupo de Ejércitos Centro.

 

A pesar de las victorias alemanas en los frentes sur y norte de los ejércitos del general Timoshenko, el comandante principal del Ejército Rojo, así como sus superiores en Moscú, estos aún pensaban firmemente que el resultado final de la campaña de verano se decidiría en la región central, en Smolensk.

 

El hecho de que el Grupo de Ejércitos Centro no contaba ya con tanques suficientes para emprender una ofensiva hacia Moscú, esto debido a las directivas de Hitler en agosto, hacia particularmente importante planear una contraofensiva rusa en ese sector que, a mediano plazo, podría traer no solo éxitos tácticos, sino también en un cambio en la estrategia rusa. La guerra en la Unión Soviética no finalizaría en cuatro meses como Hitler había predicho.

 

La llegada de las lluvias otoñales, así como el comienzo del descenso en las temperaturas, pronto se convertirían en un factor adicional para frenar el avance de la Wehrmacht alemana. Karl Fuchs escribió a su esposa sobre los inicios del periodo conocido comúnmente como la “rasputitsa”, que literalmente se podría traducir como “la pérdida de caminos”:

2 de septiembre de 1941

 

Mi amada querida, mi querido pequeño Horsti,

 

Ya es septiembre y el otoño ha llegado. La llegada del otoño no fue exactamente placentera porque ha estado lloviendo a cántaros desde ayer. Las gotas de lluvia están tamborileando en nuestra tienda y estamos felices que la tienda esté localizada en un punto alto y seco. Apilamos la tierra por debajo de ella para que el agua corra adecuadamente. Al mismo tiempo, esto nos protege del frío, que por la noche es bastante notable.

 

Cuando la noche cae, los tres de nosotros, todos suboficiales, nos acurrucamos juntos y conversamos acerca de nuestros seres queridos en casa y acerca de nuestra patria. Nuestro lenguaje es sencillo -es el lenguaje de los camaradas-. Nuestras palabras provienen del corazón y llevan mucha emoción. Algunas veces incluso cantamos una de nuestras viejas bellas canciones populares y estas algunas veces suenan como plegarias. Después de eso, estamos felices y serenos. Me pregunto cuándo podré ir a casa. Pero no debo darle mucha prioridad a este pensamiento, aunque este es mi más profundo deseo.

 

El domingo, anteayer, leí otro libro de Schroer titulado La Avalancha de Santo Tomás. No te he dicho, pero estoy a cargo de nuestra pequeña biblioteca aquí y he encontrado gran satisfacción en este trabajo. Nada es más estimulante en esta Rusia monótona que un buen libro. Incluso algunas veces por las mañanas del fin de semana instruyo a mis camaradas en historia y geografía. De vez en cuando tengo concurrencias entusiastas. Bueno, tienes que hacer lo que puedas para mantener tu mente activa en estos lugares.

 

Ayer envié el dinero prometido para Horsti. Espero que hayas recibido los otros 200 RM para ahora. Yo, en turno, he recibido tu pequeño paquete de enseres y estoy muy agradecido por este.

 

Está lloviendo más fuerte y ha caído la oscuridad. Te saludo y te beso.

Si deseas saber más, lee “Your loyal and Loving Son: The Letters of Tank Gunner Karl Fuchs, 1937-41” [Tu leal y amado hijo: las cartas del artillero de tanque Karl Fuchs, 1937-41], editado por Horst Fuchs Richardson.

Soldados alemanes intentan liberar este vehículo atascado en el fango en un camino ruso.

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