Hitler sobrestima la campaña rusa
Adolf Hitler flanqueado por Werner Mölders, Wilhelm Keitel y Hermann Göring, en la Guarida del Lobo, en Rastenburg, Prusia, el 25 de julio de 1941.
Con la batalla de Smolensk apenas en curso, Hitler recientemente había emitido su Directiva número 33. Con esto el Führer declaró que Moscú ya no era el objetivo principal de la Operación Barbarroja y una vez que la bolsa de Smolensk fuera reducida, el Grupo de Ejércitos Centro entregaría sus Grupos Blindados a sus vecinos, el Grupo de Ejércitos Norte y el Sur.
Nicolaus von Below, adjunto de la Luftwaffe de Hitler, reflexionó sobre el hecho que Hitler alterara las prioridades de la Operación Barbarroja:
En esos días de julio de 1941 me pareció que Hitler estaba sobrestimando el éxito operacional de la campaña. El número de prisioneros tomados por el Grupo de Ejércitos Centro era, sin duda, impresionante, pero Rusia tenía una reserva inconmensurable de gente. Más aún, mientras nuestras divisiones rodaran siempre hacia adelante en el inmenso interior de Rusia, nos encontraríamos con mayores problemas. Por encima de todo necesitábamos tiempo. Las intenciones de Hitler, desde que los planes iniciales fueron elaborados por primera vez, eran apoderarse de todos los puertos del Báltico, incluyendo Leningrado y, en el sur, todo el Mar Negro, tan lejos como Rostov. Con el fin de recalcar este punto de nuevo con los comandantes militares en esos terrenos, volamos a Malnava, al Grupo de Ejércitos del Norte, el 21 de julio. El Generalfeldmarschall Ritter von Leeb se habían opuesto firmemente a la campaña desde el principio, pero irradiaba optimismo y no veía obstáculos que bloquearan su avance, con la condición de que recibiera refuerzos del 3er Grupo Blindado, Hitler le recordó la gran importancia que se había dado a la toma de los puertos del Báltico y el establecimiento de un enlace con los finlandeses a través del puerto de Leningrado.
El OKH [Alto Mando del Ejército] y, así parecía, el Grupo de Ejércitos Centro, tenían ciertas reservas sobre la operación que Hitler no compartía. Las discusiones todavía continuaban a finales de julio, cuando Hitler cayó enfermo durante unos días. Él no se presentó para las comidas y las conferencias diarias sobre la situación: por su aspecto, era evidente lo mal que se sentía. El Dr. Morell dijo que era probablemente una ligera apoplejía. El corazón y la circulación de Hitler no estaban en buen estado, pero dentro de un corto periodo de tiempo, el Führer regresó a ser el mismo de siempre.
Si quieres saber más, lee “At Hitler’s Side: The Memoirs of Hitler’s Luftwaffe Adjutant 1937-1945” [Al lado de Hitler: las memorias del adjunto de la Luftwaffe de Hitler], de Nicolaus von Below.