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Los alemanes invaden la Unión Soviética

Soldado de infantería alemán delante de un tanque ruso BT-5 en llamas y un miembro muerto de la tripulación, en Ucrania, junio de 1941.

Después de meses de preparación y demoras por eventos tales como la guerra en los Balcanes, la Operación Barbarroja se puso en marcha. 145 divisiones alemanas se lanzaron contra la Unión Soviética, dispersadas en un frente con más de 4,000 kilómetros. El grueso del ejército alemán iniciaba una campaña de aniquilación que, al final, decidiría el resultado de la guerra.

 

La planificación de Barbarroja había comenzado con más de un año de anticipación a su inicio, durante la exitosa campaña alemana contra los aliados en Francia. El triunfalismo que siguió a esta victoria, combinada con informes generalizados de que las fuerzas armadas soviéticas eran débiles y deficientes, debido las derrotas sufridas en Finlandia en 1939, dio lugar a un gran optimismo en el alto mando alemán, con Hitler declarando que un golpe decisivo haría que toda la estructura comunista se derrumbara.

 

Como todo evento que cuenta con una resonancia mundial, el recuento de testimonios del 22 de junio de 1941 es vasto. Heinz Guderian describe los primeros momentos de la Operación Barbarroja:

En el fatídico día del 22 de junio de 1941, fui a las 02:10 horas a mi puesto de mando del Grupo que estaba ubicado en una torre de observación al sur de Bohukaly, a quince kilómetros al noroeste de Brest-Litovsk. Estaba todavía oscuro cuando llegué allí a las 03:10 horas. A las 03:15 nuestra artillería abrió fuego. A las 03:40 horas, se lanzó el primer ataque de bombarderos en picada. A las 04:15 horas, unidades frontales de la 17ª y 18ª Divisiones Panzer comenzaron a cruzar el Bug. A las 04:45 horas, los tanques delanteros de la 18ª División Panzer vadearon el río. Para este día estaban equipados con la impermeabilidad que había sido probada para la Operación León Marino, que les permitía movilizarse a través de 4 metros de agua.

 

A las 06:50 horas crucé el Bug en un bote de asalto en las cercanías de Kolodno. Mi personal de manso, consistentes en dos camiones blindados con radios inalámbricos, un número de vehículos todo terreno y algunos motociclistas, siguieron a las 08:30 horas. Comencé siguiendo las huellas de las orugas de los tanques de la 18ª División Panzer y pronto llegué al puente sobre el Lesna, cuya captura fue importante para el avance del XLVII Cuerpo Blindado; allí no encontré a nadie excepto algunas trancas rusas.

Fedor von Bock, comandando el Grupo de Ejércitos Centro, escribió en su diario de guerra:

22/6/1941

 

Todo comenzó de acuerdo con el plan. Extrañamente los rusos no volaron ninguno de los puentes existentes sobre el Bug.

 

Conduje a Brest. No había un puente hasta el mediodía, el puente del ferrocarril, utilizado para cruzar allí; todos los puentes militares están todavía en construcción.

 

Luego fui al XII Cuerpo, al Grupo Guderian y al Cuerpo Blindado Lemelsen [XLVII Cuerpo de Ejércitos Motorizado, después rebautizado como el XLVII Cuerpo Blindado]. Mientras todo marchaba sin problemas, Lemelsen estaba teniendo dificultades cruzando el Bug, debido a que los caminos de aproximación a los puentes militares se estaban hundiendo en la ciénaga.

El general Erich von Manstein, comandante del LVI Cuerpo Blindado, describe los primeros encuentros con las fuerzas soviéticas:

En las inmediaciones de la frontera inicialmente nos encontramos sólo con una resistencia débil, probablemente de localidades delanteras defendidas. Sin embargo, muy pronto tuvimos una demora causada por un sistema de fortines bien preparados que fueron superados sólo después de que la 8ª División Panzer penetró a través de las fortificaciones enemigas al norte de Memel alrededor del mediodía.

 

En este primer día, el mando soviético mostró su verdadera faz. Nuestras tropas se encontraron con una patrulla alemana que había sido aislada por el enemigo previamente. Todos sus miembros estaban muertos y horriblemente mutilados. Mi A.D.C. y yo, que a menudo teníamos que pasar por sectores del frente que no había sido despejados del enemigo, acordamos que nunca permitiríamos que un adversario así nos capturara vivos. Más tarde, hubo más que suficientes casos en los que los soldados soviéticos, después de lanzar sus manos arriba como para rendirse, cogían sus armas tan pronto como nuestra infantería se acercaba lo suficiente, o cuando soviéticos heridos fingían estar muertos y luego disparaban contra nuestras tropas cuando volvían sus espaldas.

Otto Carius, en aquel entonces un cargador en un tanque Panzer 38t, de manufactura checoslovaca, narra sus primeras experiencias durante la invasión de la Unión Soviética:

Irrumpimos a través de las posiciones fronterizas al suroeste de Kalwarya. Al llegar a Olita por la tarde, después de una marcha por carretera de 120 kilómetros, nos sentimos casi como viejos veteranos. Aun así, estábamos felices cuando nos detuvimos, ya que nuestros sentidos habían estado tensos al máximo en la marcha durante el día. Mantuvimos nuestras armas preparadas; cada hombre estaba en su puesto.

 

Como el cargador, tenía la peor posición. No sólo no podía ver nada. También nunca pude sacar mi nariz en el aire fresco. El calor abrasador en nuestra caja era casi insoportable. Cada granero al que nos acercamos causaba un poco de emoción, pero ni uno solo estaba ocupado. Con enorme curiosidad, esperaba las descripciones de nuestro comandante del tanque. Me pareció muy emocionante cuando informó haber visto su primer ruso muerto. Tanto con anticipación y ansiedad, esperábamos nuestro primer contacto con los rusos. Pero nada de eso ocurrió, ya que no éramos el batallón de punta, sólo podíamos contar con un contacto si el avance se detenía.

Tanque alemán Befehlspanzer I (tanque de mando). Nótese la gran antena de cuadro para las comunicaciones de radio. En la Unión Soviética, junio de 1941.

Panzer 38(t), en la Unión Soviética, en junio de 1941

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