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Rommel, el Volkswagen y el desierto

Hitler en la gala de la fábrica de Volkswagen en Wolfsburg, en 1938, subiendo a bordo de un prototipo convertible de un Volkswagen. Uno de los tres modelos que habían sido diseñados por Ferdinand Porsche, quien está detrás de Hitler en la foto. El concepto original del diseño era el Tatra T97 checoslovaco, Hitler dio instrucciones a Ferdinand Porsche para ir y robar el diseño del Tatra T97 de los checos y convertirlo en el escarabajo de Volkswagen.

La caída de Tobruk en manos del Afrika Korps representaba una amenaza inminente para los británicos en la campaña norafricana. El puerto libio era un punto estratégico para acercar las rutas de suministro alemanas al frente de batalla y, con ello, el avance a Egipto parecía imparable.

 

La popularidad de Rommel en Alemania era avasalladora y Hitler, reconociendo los grandes logros del Zorro del Desierto en África del Norte, lo promovió al rango de mariscal de campo el 22 de junio. La alta jerarquía nazi escuchó las peculiares razones del éxito de Rommel en palabras del propio Hitler:

Dietl no es sólo popular aquí en casa, sino también en Finlandia. En cuanto a Rommel, hay dos razones principales que explican por qué es el centro de interés del público en Alemania:

 

a) La mayoría de nuestra gente ahora entiende lo suficiente acerca de los antecedentes de esta guerra para regocijarse grandemente por cada victoria individual sobre Inglaterra.

b) Los mismos británicos, como el Dr. Goebbels señala acertadamente, han dado a Rommel enorme publicidad porque, al escribir sobre sus excepcionales capacidades militares, esperaban hacer más asimilables las derrotas sufridas por sus manos a su propia población.

 

La eficiencia de Rommel es, por supuesto, incuestionable. Desde el principio de la presente ofensiva, él predijo, casi con precisión fotográfica, el avance a la costa y el ataque sobre Tobruk; después añadió que los británicos ciertamente caerían en la trampa que había preparado para ellos y ocuparían un triángulo, que parecería para ellos como una posición favorable, pero en realidad estaba dominada por fuego antiaéreo alemán y serían hechos pedazos por éste.

 

Las victorias de Rommel, además, han sido posibles por nuestro reconocimiento oportuno del hecho de que la guerra en el desierto es una batalla de máquinas. El enemigo, por otra parte, tenía una concepción totalmente equivocada de la guerra del desierto, porque habían llegado a conclusiones completamente equivocadas acerca de las capacidades de los vehículos motorizados en el desierto. Cuán frecuente en la historia de la guerra algún oficial del Estado Mayor u otro - sin obstáculos de cualquier experiencia práctica- desarrolló la tesis de que los vehículos motorizados en el desierto sólo pueden operar a lo largo de las carreteras -¡y cuán frecuente ésta tesis ha sido aclamada como axiomática!-.

 

Siempre ha sido mi costumbre insistir que las tesis teoréticas de esta naturaleza deben ser probadas en la práctica y fue por este motivo que ordené la construcción del Volkswagen. Y fue este mismo Volkswagen, que ahora está dando una cuenta tan magnífica de sí mismo en el desierto, que me convenció de la futilidad de esta tesis particular. El Volkswagen -y creo que nuestras experiencias de guerra nos justifican en decirlo- es el auto del futuro. Uno sólo tenía que ver la forma en que estos Volkswagen, rugiendo por el Obersalzberg, alcanzaron y saltaron como cabras de montaña alrededor de mi gran Mercedes, para ser tremendamente impresionados. Después de la guerra, cuando todas las modificaciones dictadas por la experiencia de la guerra hayan sido incorporadas en él, el Volkswagen se convertirá en el auto par excellence [por excelencia] para toda Europa, particularmente en vista del hecho que es enfriado por aire y por tanto inafectado por las condiciones de invierno. No debería sorprenderme ver que la producción anual alcanzara desde un millón a un millón y medio.

Si deseas saber más, lee “Hitler’s Table Talk, 1941-1944” [La conversación de sobremesa de Hitler, 1941-1944], editado por Gerhard L. Weinberg.

Ferdinand Porsche muestra a Adolf Hitler que el motor del Volkswagen se ubica en la parte posterior del automóvil, durante su cumpleaños 49, el 20 de abril de 1938.

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