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Hitler presagia una amistad duradera con Inglaterra

El mariscal de campo von Reichenau comparte los alimentos con Hitler, en la Unión Soviética, en el otoño de 1941.

Al inicio de la Operación Barbarroja, en la cúspide del éxito de Hitler, Martin Bormann. jefe de la Cancillería del Partido, quien en mayo de 1941 se convirtiera en el sucesor de Rudolf Hess, el cual fue hecho prisionero después de su sorpresivo e inaudito vuelo a Gran Bretaña, decidió mantener un registro de los coloquios de sobremesa del Führer.

 

Conocidas como el documento Bormann-Vermerke, la compilación de este documento pretendía ser un testimonio para la posteridad. El registro debía ser tan preciso como fuera posible y fue realizado por Heinrich Heim, un abogado miembro del partido con gran experiencia y parte del personal de Bormann.

 

Los escritos permiten explorar los diálogos y pensamiento de Hitler mientras se encontraba en compañía de sus secuaces más cercanos. Hitler tenía la intención de utilizar este material como base para sus memorias, las cuales había planeado publicar después de que el Tercer Reich hubiera ganado la guerra. El 23 de julio de 1941, Hitler expone su punto de vista sobre el pueblo británico:

23 julio de 1941

 

Los ingleses son superiores a los alemanes en un aspecto -en el orgullo-. Sólo el hombre que sabe cómo dar órdenes tiene orgullo.

 

En todas partes del mundo, los alemanes están trabajando sin recibir los salarios que se merecen. Sus habilidades son reconocidas, pero el hecho que viven solamente para su trabajo los hace un objeto de desprecio para la gente a quienes enriquecen.

 

Esa es la razón por la cual, en el periodo justo antes de la primera Guerra Mundial, los alemanes obtuvieron poca simpatía en el mundo anglosajón.

 

Alrededor de 1870 tuvimos un enorme exceso de población, con el resultado que cada año doscientos o trecientos mil de nuestra gente tuvo que decidirse a emigrar. El remedio en este estado de las cosas debió haber sido la de incorporarlos al ciclo de trabajo. La única forma de producción que podría haber sido considerada era aquella de los materiales primarios de Alemania -carbón y acero-. En este campo, las necesidades del mercado hasta entonces habían sido cubiertas por Inglaterra. Los ingleses demandaban lo mejor y pagaban precios altos para obtenerlo. No obstante, en estas condiciones, aquellos que quieran hacer negocios tienen sólo una solución -pedir precios bajos-.

 

Nuestra desesperación por trabajo nos permitió fabricar artículos baratos, producidos en masa, que sin embargo competían con los bienes ingleses en nivel de calidad.

 

 

Inglaterra sintió esta competencia tan agudamente que reaccionó con toda su fuerza. Pero ni sus intentos de protección arancelaria ni ciertos acuerdos internacionales, o la utilización obligatoria de la frase “Hecho en Alemania” como etiqueta para nuestros productos, hicieron diferencia alguna.

 

Para los ingleses, la existencia ideal era representada en la sociedad de la era Victoriana. En aquel tiempo Inglaterra tenía a su servicio los millones incontables de su Imperio colonial, aunado a sus treinta y cinco millones de habitantes. Encima de eso, un millón de burgueses y -para coronar el lote- miles de nobles quienes, sin problema para ellos, recolectaban el fruto del trabajo de otras personas. Para esta casta gobernante, la aparición de Alemania en la escena fue un desastre. Tan pronto como iniciamos nuestro ascenso económico, el destino de Inglaterra estaba sellado. Es muy seguro que en el futuro el Imperio de Inglaterra no podrá existir sin el apoyo de Alemania.

 

Creo que el final de esta guerra marcará el comienzo de una amistad duradera con Inglaterra. Pero primero debemos noquearla, puesto que es la única forma que podremos vivir con ella en paz, y los ingleses sólo pueden respetar a alguien que los haya vencido primero.

Si quieres saber más, lee “Hitler’s Table Talk 1941-1944” [Las charlas de sobremesa de Hitler], editado H. R. Trevor-Roper.

El as de la Luftwaffe Adolf Galland en una comida con el canciller alemán Adolf Hitler, en 1941.

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