El buque Empire Union fue completado en abril de 1925, inicialmente era el buque italiano Salvore y posteriormente rebautizado como Sistiana. El 10 de junio de 1940, cuando Italia declaró la guerra a Francia y Gran Bretaña, la Marina de Sudáfrica se apoderó del Sistiana en Table Bay y lo rebautizó como el Myrica. En 1941 fue entregado a Gran Bretaña y fue renombrado Empire Union por el Ministerio de Transporte de Guerra. El buque mercante fue hundido en las primeras horas del 27 de diciembre de 1942 por el submarino alemán U-356 mientras formaba parte del convoy ON 154.
El convoy lento de cuarenta y seis barcos, ON 154, escoltado por el Grupo canadiense C-1, había sido desviado hacia el sur y estaba fuera del alcance de la cobertura aérea de Islandia cuando fue avistado el 26 de diciembre por el U-664, uno de los diez submarinos del grupo “Spitz”, que había estado acechando al convoy desde el 24 de diciembre. Aunque los buques escolta estaban equipados con nuevos radares Tipo 271, los operadores aún eran demasiados novatos con estos dispositivos.
En las últimas horas del 26 de diciembre, comenzó el acecho de los U-Boots del Grupo “Spitz” y el U-356 torpedeó los barcos líderes desde dos de las columnas de estribor. El Empire Union fue atacado y el Melrose Abbey fue atacado diez minutos después. Ambos cargueros británicos se hundieron alrededor de las 0230 horas del 27 de diciembre. El barco de rescate Toward salvó a 63 sobrevivientes del primer barco y 47 del segundo.
A partir de ese momento, comenzó una batalla de cinco días en la que el destructor HMCS St. Laurent y las corbetas HMCS Battleford, Napanee y Chilliwack hundieron al U-356 al norte de las Azores. Pero los submarinos del grupo “Spitz” atacaron una y otra vez, uniéndoseles nueve submarinos del grupo “Ungestüm”, que esperaban a cierta distancia del oeste. Un total de veinte submarinos darían caza a convoy ON 154.
El capitán del destructor canadiense HMCS St. Laurent, Guy S. Windeyer, de la Marina Real Canadiense, que en ese momento había salido de Gran Bretaña y se dirigía a Norteamérica a nueve días de distancia, miró pensativo el Atlántico gris, el cielo pálido y las largas columnas de barcos mercantes que avanzaban laboriosamente en un convoy de más o menos un kilómetro y medio hacia popa. Luego abandonó el puente, bajó a la atestada cubierta del comedor y pronunció un discurso ante sus hombres... Ver Más