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Asesinos con experiencia

Mujeres y niños judíos se les ordena desnudarse antes de su ejecución.

Las fuerzas alemanas habían entrado a Kiev y el cerco estaba en sus fases finales para ser completamente eliminado, pero varios millares de soldados soviéticos habían logrado escapar; la ciudad estaba plagada de incendios y era una trampa llena de minas.

 

Pero al tiempo en que el ejército alemán seguía realizando sondeos en los alrededores buscando focos de resistencia, los grupos de exterminio no se detenían en su labor de aniquilación de judíos, comunistas y comisarios políticos.

 

Hans Roth era un soldado sirviendo en un batallón antitanque de la 299ª División de Infantería y en este momento su unidad se encontraba en Kiev; Roth fue testigo de los métodos de liquidación de los Einsatzkommandos:

26 de septiembre

 

Muchos kilómetros de ancho, el centro de la ciudad es un océano de llamas, cada vez más el fuego lo consume todo. Dos distritos urbanos más han sido evacuados esta mañana, aproximadamente 20,000 personas quedaron sin hogar, la mitad de ellos están ocupando las calles adyacentes y plazas con todas sus pertenencias.

 

¡Es un espectáculo lamentable!

 

Esta mañana los pioneros volaron los caminos cercanos; simplemente tenía que hacerse. El comando especial SS está extremadamente ocupado. Interrogatorios y ejecuciones sin parar. Algunos individuos un tanto sospechosos son simplemente disparados en las calles y sus cuerpos permanecen allí, justo en donde cayeron. Hombres, mujeres y niños pasan caminando por allí, hablando y riendo: “nitschewo”, esto no es nada especial, una persona muerta, ¡no es gran cosa!

 

Las suelas de los zapatos pisan los charcos de sangre frescos; la ancha acera está llena de rastros rojos.

 

Ustedes los rusos, ¿quién podrá entenderlos alguna vez?

 

Los Einsatzkommandos de la Waffen SS están muy ocupados también. Sin excepción, todos los judíos tienen hasta el mediodía del 25 para reportarse. Seguro, sólo la mitad de ellos llegan, pero nadie nos evadirá, debido a que hay un cinturón apretado de puestos avanzados rodeando a la ciudad. El día de vengar a nuestros camaradas que perdieron sus vidas en los ataques de minas está comenzando. Ahora, 24 horas después, ¡2,000 judíos ya han sido enviados a Jehovah!

 

Sostengo una larga conversación con un joven soldado de las SS de este “comando de muerte”. Han “liberado” todas las ciudades más grandes de la población judía que hemos alcanzado por nuestro avance. Ellos entienden su labor de carniceros muy bien, estos muchachos son asesinos experimentados, estoy asombrado. Nosotros, los soldados en la primera ola de ataque, nunca hemos pensado acerca de las cosas que suceden detrás de nosotros en las ciudades que dejamos, mientras continuamos persiguiendo al enemigo.

 

La perspectiva de los soldados es hacia adelante, hacia el enemigo. Él me cuenta sobre el holocausto de Zhitomir. “En aquel entonces éramos unos malditos principiantes”, dijo el de 19 años (con énfasis en “malditos”). “Por dos días tuvieron que cavar trincheras de 50 metros, cada trinchera era calculada para 250 judíos. Matamos un total de 1,800 judíos en Zhitomir, de alguna manera 5,000 ya habían muerto con anterioridad.

 

“Entonces, al tercer día, las trincheras estaban listas, todos, desde el bebé hasta el anciano más viejo tenía que desnudarse por completo. Los primeros 250 tenían que colocarse al borde de la zanja, el ladrido ronco de 2 ametralladoras -los siguientes son conducidos hacia adelante, tienen que meterse en la zanja y colocar los cuerpos muertos ordenadamente uno junto al otro, no puede desperdiciarse espacio, los espacios más grandes son ajustados muy bien con niños muertos- adelante, adelante, ¡deben caber más de 1,500! Entonces las ametralladoras rasgan el aire otra vez, aquí y allá alguien gime, otro disparo corto de las ametralladoras: ¡siguientes! Y esto continúa hasta al anochecer. Tenemos tan poco tiempo, ¡demasiados judíos habitan este país!”

 

Al principio no puedo decir nada. Este joven habla como si se tratara de una cacería casual de faisanes.

 

No puedo creer todo esto y se lo comento. Se ríe y me dice que debería echar un vistazo.

 

Vamos en nuestras bicicletas a las afueras de la ciudad, a un barranco inclinado. Lo diré en corto; la comida en mi estómago está curiosamente suelta. Lo que veo allí es terrible, ésta horrible escena que jamás olvidaré en toda mi vida. Al borde del barranco hay judíos de pie, las ametralladoras están azotándolos, caen por el borde, 50 metros.

 

Cualquier cosa que está en la orilla es “barrida” hacia abajo. Cuando se alcanza la cuota de mil, el montón de cuerpos es detonado y cerrado.

 

“Bien, acaso no es una gran idea, ¿la detonación?”, pregunta el rubio con una cara de niño sonriendo.

 

Dios mío, Dios mío. Sin una palabra vuelvo y, más que caminar, corro de regreso a la ciudad.

 

¡Este muchacho tiene 19 años de edad! Todo esto no deja rastros en la ropa, ¿qué pasará cuando esta gente regrese a la patria a sus esposas y mujeres?

Si deseas saber más, lee “Eastern Inferno: The Journals of a German Panzerjäger on the Eastern Front, 1941-1943” [Infierno oriental: los diarios de un cazador de tanques alemán en el Frente del Este 1941-1943], de Hans Roth.

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