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El discurso del ‘mapa secreto’ de Roosevelt

Franklin Delano Roosevelt, presidente de los Estados Unidos.

El presidente Franklin Roosevelt era un maestro para ganar los favores del público estadounidense mediante la manipulación de la información. Al menos en una ocasión, admitió francamente que estaba dispuesto a mentir para favorecer sus objetivos en la guerra.

 

Muchas cosas habían sucedido en los meses anteriores. El 11 de marzo de 1941, Roosevelt había firmado la Ley de Préstamo y Arrendamiento, lo que permitió un aumento en las entregas de ayuda militar a Gran Bretaña y posteriormente la Unión Soviética. En abril, Roosevelt había enviado tropas estadounidenses para ocupar Groenlandia. El 27 de mayo afirmó que Hitler tenía su mente puesta en dominar al mundo y declaró un estado de “emergencia nacional ilimitado”. En julio, tropas estadounidenses ocuparon Islandia. Y en septiembre dio la orden de “disparar sin previo aviso” a los buques de guerra de Estados Unidos para atacar buques alemanes e italianos en alta mar.

 

El Presidente comenzó su discurso del Día de la Armada recordando que los submarinos alemanes habían torpedeado los destructores Greer y Kearny, en septiembre y octubre, respectivamente. Con un tono emocional, caracterizó estos incidentes como actos no provocados de agresión dirigidos contra todos los estadounidenses.

 

Franklin Roosevelt pronunció su discurso en el Día de la Armada, el 27 de octubre de 1941, en Washington, D.C., mismo que fue transmitido en vivo por la radio a lo largo de los Estados Unidos, el cual buscaba convencer a la nación estadounidense para seguir apoyando a los británicos y seguir en un estado de emergencia:

La marcha hacia adelante de Hitler y del hitlerismo puede ser detenida -y será detenida-.

 

Esta noche hace cinco meses, proclamé al pueblo estadounidense la existencia de un estado de emergencia ilimitado.

 

Desde entonces han pasado muchas cosas. Nuestro Ejército y la Marina están temporalmente en Islandia en la defensa del hemisferio occidental.

 

Hitler ha atacado a la navegación en las zonas cercanas a las Américas en el Atlántico Norte y del Sur.

 

Muchos barcos mercantes de propiedad norteamericana han sido hundidos en alta mar. Un destructor estadounidense fue atacado el 4 de septiembre. Otro destructor fue atacado e impactado el 17 de octubre. Once hombres valientes y leales de nuestra Armada fueron asesinados por los nazis.

 

Hemos deseado evitar los disparos. Pero los disparos han comenzado. Y la historia ha registrado quién disparó el primer tiro. A la larga, sin embargo, todo lo que importara es quién disparó el último tiro.

 

América ha sido atacada. El USS Kearny no es sólo un buque de la Armada. Ella pertenece a cada hombre, mujer y niño en esta nación.

 

 

El propósito del ataque de Hitler era asustar al pueblo estadounidense en alta mar -para obligarnos a hacer una retirada temblorosa-. Esta no es la primera vez que ha calculado mal el espíritu estadounidense. Ese espíritu está ahora encendido.

 

Si nuestra política nacional llegara a ser dominada por el temor de disparar, entonces todos nuestros barcos y los de las repúblicas hermanas tendrían que ser amarrados en los puertos de casa. Nuestra Armada tendría que permanecer respetuosamente -abyectamente- detrás de cualquier línea que Hitler pudiera decretar sobre cualquier océano como su propia versión dictada de su propia zona de guerra.

 

Naturalmente, rechazamos esa sugerencia absurda e insultante. La rechazamos debido a nuestro propio interés, debido a nuestro propio respeto, debido a, sobre todo, nuestra propia buena fe. La libertad de los mares es ahora, como siempre lo ha sido, una política fundamental de su Gobierno y el mío.

 

Hitler ha protestado a menudo que sus planes de conquista no se extienden a través del Océano Atlántico. Pero sus submarinos y atacantes demuestran lo contrario. Lo mismo ocurre con todo el diseño de su nuevo orden mundial.

 

Por ejemplo, tengo en mi poder un mapa secreto hecho en Alemania por el gobierno de Hitler -por los planificadores del nuevo orden mundial-. Es un mapa de América del Sur y una parte de América Central, como Hitler propone reorganizarla. Hoy, en esta zona hay 14 países distintos. Los expertos geográficos de Berlín, sin embargo, han borrado sin piedad todas las líneas fronterizas existentes y han dividido América del Sur en cinco estados vasallos, con lo que todo el continente bajo su dominio. Y ellos también han dispuesto que el territorio de uno de estos nuevos Estados títeres incluya a la República de Panamá y nuestra gran línea de vida -el Canal de Panamá-.

 

Ese es su plan. El cual nunca se llevará a cabo.

El discurso completo se encuentra en IBiblio.

El "mapa secreto", citado por el presidente Roosevelt en su discurso del Día de la Armada, el 27 de octubre de 1941. De hecho, se trataba de un fraude, producido por agentes de inteligencia británicos como parte de una campaña bien organizada para fomentar el apoyo estadounidense para la guerra.

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