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Un mes pobre para los U-Boots

Los submarinos alemanes habían tenido un par de meses sin muchos éxitos. En la imagen, el submarino U-93 zarpando desde Lorient, en 1941.

El 29 de julio, una nueva línea de defensa fue creada entre Rzhev y Vyazma, protegiendo Moscú. Ese mismo día, Harry Hopkins, uno de los consejeros más cercanos a Roosevelt, conversó con Stalin en Moscú sobre la ayuda que estaba siendo enviada por los Estados Unidos.

 

El despacho de la ayuda a la Unión Soviética estaba siendo posible debido a que, para el final de julio, todas las instrucciones a los submarinos alemanes estaban siendo descifradas por los criptógrafos británicos en Bletchley Park; en julio de 1941, el número de barcos mercantes aliados hundidos, que había ascendido a más de un centenar en mayo, cayó a menos de treinta.

 

También, el sistema de mensajes similar al Enigma alemán, la llave para la máquina de codificación de primer nivel de la Armada italiana, el c38m, también había sido descifrado, dándole a los británicos los detalles de los envíos de tropas italianas y suministros desde Italia al Norte de África.

 

Karl Dönitz, al mando de la flota submarina alemana, escribió en sus memorias:

Sin embargo, julio y agosto, fueron dos meses que trajeron éxitos magros. En toda la vasta área del mar desde Groenlandia hasta las Azores sólo había ocho a doce U-Boats, como puntos diminutos, en busca de carga. Si los distribuía en grandes intervalos sobre todo el Atlántico, entonces debía renunciar a la idea de utilizar tácticas de manada de lobos si uno de ellos avistaba algún convoy. Si por otra parte los concentraba a todos en un grupo, solo podría ser por un gran golpe de suerte si cualquier convoy, con las vastas expansiones abiertas para este, se encontrara justo en el área en donde los submarinos estuviesen concentrados. Conducir la guerra submarina con tan pocos botes y sin reconocimiento no era una tarea fácil.

 

Como resultado de las fuertes pérdidas sufridas, los británicos habían reducido al mínimo su actividad de carga en el área de Freetown. Por lo tanto, decidí transferir mis botes una vez más de vuelta a los Atlánticos del Norte y Oriental. Esta decisión fue influenciada, en cierta medida, por mi intención de organizar, una vez más, un sistema de cooperación submarina-aérea con el 40º Grupo, el cual había sido reforzado considerablemente mientras tanto. En los días que siguieron, trabajando en conjunto con la Fuerza Aérea, encontramos y atacamos toda una serie de convoyes de Gibraltar en la zona del sur de Irlanda. Aunque el número total de barcos hundidos era considerable, el tonelaje bruto no era muy grande, debido a que la mayor parte de los barcos empleados en la ruta Gibraltar-Gran Bretaña eran pequeños navíos de 1,000 a 3,000 toneladas. Aparte de estas operaciones combinadas al sur de Irlanda, también intentamos, sin reconocimiento aéreo, enfrentarnos con la carga pasando al norte de Irlanda. En esto fallamos. Los submarinos envueltos en estas operaciones fueron sujetos a ataques por fuertes patrullas aéreas, pero no encontraron carga alguna que pudieran atacar.

Si deseas saber más, lee “Ten Years and Twenty Days: Admiral Karl Doenitz Memoirs” [Diez años y veinte días: las memorias de Karl Doenitz].

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