La muerte de Zoya Kosmodemyanskaya

El cuerpo sin vida de Zoya Kosmodemyanskaya con el signo 'Incendiaria' alrededor de su cuello.
Los grupos de exterminio trabajando detrás de las líneas del frente, los Einsatzgruppen, habían estado ocupados desde el inicio de la Operación Barbarroja en junio de 1941. El número de exterminios iba en aumento y la frialdad de las ejecuciones era un proceso cotidiano.
Las ejecuciones llevadas a cabo por los alemanes incluían las actividades de partisanos en las áreas de retaguardia de las fuerzas militares en el frente, la mera sospecha era suficiente para acabar con la vida de un individuo.
Zoya Kosmodemyanskaya se unió al Komsomol en 1938. En octubre de 1941, todavía una estudiante de secundaria en Moscú, se ofreció como voluntaria para una unidad partisana. Zoya fue asignada a la unidad partisana 9903 (Personal del Frente Occidental). De las mil personas que se unieron a la unidad en octubre de 1941, sólo la mitad sobrevivió a la guerra.
En la aldea de Obukhovo cerca de Naro-Fominsk, Kosmodemyanskaya y otros partisanos cruzaron la línea del frente y entraron en territorio ocupado por los alemanes. Minaron carreteras y cortaron líneas de comunicación. El 27 de noviembre de 1941, Zoya recibió la tarea de quemar la aldea de Petrisheva, donde estaba ubicado un regimiento de caballería alemana.
En Petrisheva, Zoya logró prender fuego a los establos de caballos y a un par de casas. Sin embargo, un aldeano ruso la había visto e informó de ello a los alemanes. Capturaron a Zoya cuando prendía fuego a otra casa. Fue torturada e interrogada durante toda la noche, pero no proporcionó ninguna información. A la mañana siguiente fue llevada al centro de la ciudad con una tabla alrededor de su cuello con la inscripción ‘incendiaria’ y fue colgada.
Allí, en la plaza del pueblo de Petrisheva, Zoya pronunció sus famosas últimas palabras:
Vistieron a Tanya [Zoya] y los propietarios de la choza le ayudaron a colocarle sus medias en sus pies ennegrecidos. En su pecho, los alemanes colgaron las botellas de benzina que le habían quitado y en una tabla la inscripción “Incendiaria de casas”. Así la marcharon afuera hacia la plaza con las horcas.
El lugar de ejecución estaba rodeado por diez hombres de caballería con sables desenvainados, más de un centenar de alemanes y algunos oficiales. La población de la aldea había sido ordenada para que se reuniera y asistiera a la ejecución, pero sólo algunos habían ido, y algunos de ellos, después de estar parados por un rato, se fueron sigilosamente a sus hogares, para no ser testigos de la vista tan terrible.
Bajo la soga colgando del travesaño de la horca había dos cajas, colocada una encima de la otra. Los verdugos cargaron a la muchacha sobre las cajas y arrojaron la soga alrededor de su cuello. Uno de los oficiales comenzó a enfocar el lente de su Kodak en la horca. El comandante hizo una seña a los soldados actuando como verdugos para que esperaran.
Tanya tomó ventaja de esto y dirigiéndose a los granjeros colectivos, gritó con una voz clara y fuerte. ‘¡Camaradas! ¿Por qué se ven tan alicaídos? ¡Sean valientes, peleen, aplasten, quemen a los fascistas!’
Un alemán parado junto a ella se abalanzó, intentando golpearla o detener su boca, pero ella paró su golpe y continuó, ‘No tengo miedo de morir, ¡Camaradas! ¡Es grande morir por su gente!’
El fotógrafo tomó la horca desde la distancia y de cerca también y se estaba preparando para fotografiarla de lado. El verdugo echó un vistazo a su comandante inquieto y este apresuró al fotógrafo ‘¡Aber doch schneller!’
Entonces Tanya se volvió hacia el comandante y le gritó a él y a los soldados alemanes, ‘Me cuelgan ahora, pero no estoy sola. Hay doscientos millones de nosotros y no pueden colgarnos a todos. Mi muerte será vengada. Hombres, ríndanse mientras aún tienen tiempo. ¡La victoria seguramente será nuestra!’
El verdugo tiró de la soga y el nudo se apretó alrededor de la garganta de Tanya. Tirando de ella con ambas manos ella se paró en las puntas de sus pies y gritó con toda su fuerza, ‘¡Adiós, camaradas! ¡Peleen, no tengan miedo! ¡Stalin está con nosotros! ¡Stalin vendrá!’
El verdugo levantó su bota clavada y pateó la caja inferior, que se deslizó entre la nieve empacada, resbaladiza. La caja superior cayó y golpeó el suelo con un ruido sordo. La multitud se tambaleó hacia atrás. Hubo un chillido y el sonido de este repercutió en la lejana pared del bosque…
Ella fue ahorcada y los alemanes dejaron el cuerpo colgado en la horca durante varias semanas. Finalmente, fue enterrada justo antes de la liberación soviética de Petrisheva en enero de 1942.
Si deseas saber más, lee “The Story of Zoya and Shura”, [La historia de Zoya y Shura], de Lyubov Kosmodemyanskaya.

Zoya Kosmodemyanskaya fue ahorcada y los alemanes dejaron su cuerpo colgado en la horca por varias semanas, el cual mostraba signos de mutilación. Eventualmente fue enterrada justo antes de la liberación soviética de Petrisheva, en enero de 1942. Esta fotografía fue encontrada más tarde en el cuerpo de un oficial alemán muerto en Smolensk.