top of page

El HMS Edinburgh es torpedeado en el Ártico

Durante la batalla del convoy QP-11, el U-456 dañó al crucero británico HMS Edinburgh con dos impactos de torpedo. El HMS Edinburgh fue entonces remolcado al fiordo de Kola, cuando fue atacado por tres destructores alemanes (Hermann Schoemann, Z 24 y Z 25), siendo impactado por un torpedo más del Z-24. Al final fue hundido por el golpe de gracia del destructor británico HMS Foresight, no sin antes realizar todos los esfuerzos para tratar de salvarlo, esto debido a que el crucero llevaba £5 millones de libras esterlinas en lingotes de oro destinado para pagar la deuda rusa con el gobierno estadounidense por su ayuda de guerra. El oro fue rescatado del naufragio hasta 1981.

En el Ártico, al norte de Murmansk, el HMS Edinburgh estaba escoltando al convoy QP11. Además de esa labor, ella llevaba además £5 millones de libras esterlinas en lingotes de oro en camino a los Estados Unidos como pago por el material de guerra.

 

Tres destructores y 7 submarinos alemanes habían sido desplegados para interceptar al convoy compuesto por el crucero Edinburgh, 6 destructores, 4 corbetas y 13 buques mercantes. El Edinburgh estaba navegando unos 20 kilómetros por delante del convoy.

 

Mientras el HMS Edinburgh estaba zigzagueando en maniobras evasivas, uno de sus virajes la llevó directamente en línea con el U-456; al momento en que el comandante del submarino alemán, el teniente Teichert, levantó su periscopio, se sorprendió al no ver el huerto de mástiles de los barcos del convoy que él estaba esperando, sino el enorme cuerpo solitario de un gran crucero. El U-456 consiguió clavar dos torpedos en el interior del HMS Edinburgh. Hubo una pérdida inmediata de energía y la mayor parte de su popa fue volada.

 

En los compartimentos y pasarelas de embarque, justo por encima de las áreas de la explosión, los hombres tropezaban y se tambaleaban en la oscuridad, chocando unos con otros mientras buscaban las salidas, maldiciendo violentamente cuando no las podían encontrar. Los dos torpedos habían acabado con toda la energía eléctrica de las torretas y sólo una de las torres de proa, la torreta ‘B’, podía ser operada. Tal fue el daño a los cuartos de máquinas y la popa que sólo se podía aplicar potencia limitada para movilizar al barco. Si el submarino hubiese tenido un torpedo más, bien pudo haber dado el golpe de gracia.

 

Bajo las cubiertas del crucero, las condiciones en donde el primer torpedo había golpeado eran caóticas. Para los pocos que sobrevivieron fue una pesadilla infernal. El jefe de fogoneros, Leonard Bradley, describió la escena:

Justo antes de que el torpedo impactara, se me ocurrió ir al comedor de los fogoneros, el cual estaba bastante lleno en ese momento y me puse a hablar con un amigo mío, un joven boxeador amateur llamado Harrington. Mientras charlábamos, el torpedo explotó en el depósito de combustible por debajo de nosotros. Todo el comedor se partió en dos y al tiempo que las luces se apagaron, Harrington, yo y al menos otros 50 hombres, caímos directamente en el tanque de almacenamiento. El alumbrado de emergencia no se encendió y nos quedamos allí abajo en la oscuridad, avanzando con dificultad entre el combustible y el agua. En la oscuridad, con hombres alrededor vociferando y gritando, pude por fin estabilizarme y comencé a dirigirme hacia donde creía que podría estar la escotilla.

 

Mientras me movía, escuché a Taff Harrington cerca de mí. Le grité ‘Taff’ y él me agarró. El combustible se estaba metiendo rápidamente desde las tuberías reventadas de los tanques adyacentes y el nivel estaba aumentando llegando a nuestros hombros. Harrington intentó tomar mi mano, pero se le resbaló y murió en el combustible.

 

Había otro chico llamado Harrison aferrado a un montante. Traté de levantarlo por encima del nivel del combustible, pero pegó el grito en el cielo porque se había roto ambas clavículas y un tobillo. Todo este tiempo estuve tragando combustible. Poco a poco el combustible encontró su nivel y dejó de subir. Todo se tornó muy callado.

 

La escotilla por encima de nosotros estaba sellada y no teníamos idea de si el barco estaba a flote, parcialmente sumergido o en el fondo del océano. Debimos haber estado allí casi una hora cuando se produjo el milagro. La escotilla estaba apreciadamente abierta y tres fogoneros bajaron con cuerdas y tiraron de nosotros para ponernos a salvo. Arriba, en la cubierta del castillo de proa fuera de la galera, el artífice del cuarto de máquinas, Robert Sherriff, estaba hablando con el jefe de cocina, ‘Dolly’ Gray. La explosión dividió la cubierta donde estaban parados y ambos cayeron. Sherriff logró aferrarse a una cornisa saliente y retomar la cubierta, pero el jefe de cocina fue impulsado hacia abajo y nunca más fue visto.

Aunque en una situación desesperada, no se escatimaron esfuerzos para tratar de salvar el barco. Se hizo un intento por remolcando y llevarlo de vuelta a Murmansk.

 

Si deseas saber más, visita WW2 Cruisers [Cruceros de la Segunda Guerra Mundial].

Justo antes del hundimiento. Sobrevivientes siendo rescatados del HMS Edinburgh.

bottom of page