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En esta guerra solo habrá sobrevivientes y aniquilados

Hitler se dirige a miles de miembros del partido nazi y “compañeros soldados” en el Palaci

Hitler se dirige a miles de miembros del partido nazi y “compañeros soldados” en el Palacio de los Deportes de Berlín, el 30 de enero de 1943. Después de acercarse al atril “tal fue el huracán rugiente de júbilo” que no fue capaz de iniciar su discurso hasta después de varios minutos.

El 30 de enero fue el aniversario del ascenso del régimen nazi al poder. Siempre era un motivo de celebración en el partido nazi, por lo general con Hitler al frente de un acto masivo con los fieles al partido. El décimo aniversario, que ocurrió en 1943, debería haber sido un evento muy especial. Casi había sido la oportunidad para demostrar que el partido estaba en la cúspide de sus poderes, con las fuerzas alemanas ocupando prácticamente la totalidad de Europa.

Pero la marea de la guerra había cambiado, aunque no se vería claramente como una reversión definida por algún tiempo. El cambio en la fortuna fue casi imperceptible para la mayoría de los alemanes en ese momento, el régimen nazi sólo admitiría los reveses temporales. Sin embargo, la derrota inminente en Stalingrado era muy difícil de presentar sólo como un revés temporal. La radio alemana había empezado a tocar música sombría, como parte de los preparativos para el anuncio que, inevitablemente, tendría que llegar.

Pero no se le podía permitir a la “Fortaleza Stalingrado” que interrumpiera las celebraciones del partido nazi rindiéndose demasiado pronto. La tarea de obstaculizar los discursos recayó en la Real Fuerza Aérea (RAF), con una misión de bombardeo de largo alcance, a plena luz del día, hasta Berlín. Fue menos que una sugerencia sutil de que la guerra estaba llegando a territorio alemán y a los alemanes ordinarios, de una forma mucho más terrible que antes. Las fuerzas alemanas estarían retirándose en Rusia y en el norte de África, pero la tarea de abrir un “segundo frente” contra ellos era responsabilidad, por el momento, de la RAF y de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de América (USAAF).

Nada de esto disuadió a Hitler de ninguna forma. Para él, cualquier contratiempo significaba que era necesario mayor determinación, la voluntad del Volk siempre prevalecería. Esto era ahora la guerra total para todos en Alemania, era una lucha por todo o nada. Este fue el mensaje que Hitler tenía para el pueblo alemán:

En esta la lucha más poderosa de todos los tiempos, no podemos esperar que la Providencia nos dé la victoria como un regalo. Todas y cada una de las personas será evaluada y aquello que se juzgue demasiado inactivo caerá. El 1 de septiembre de 1939 declaré que, pase lo que pase, ni el tiempo ni la fuerza de las armas derrotarán a la nación alemana.

Por lo tanto, los últimos diez años fueron no sólo llenos de grandes logros en el trabajo pacífico en todos los ámbitos, el progreso cultural y la recuperación social, sino también con hechos militares de grandeza única. Las victorias que la Wehrmacht alemana y sus aliados han ganado en esta guerra no tienen igual en la historia.

En vista de darnos cuenta del hecho de que no habrá vencedores y vencidos en esta guerra, sino sólo sobrevivientes y aniquilados, el Estado Nacional Socialista continuará la lucha con el mismo celo que el movimiento que ha denominado como propio desde el momento en que comenzó a tomar el poder en Alemania.

He dicho ya el 30 de enero de 1942, que cualquier débil puede llevar las victorias, pero es el destino el que hace la primera prueba para los fuertes con sus golpes. El invierno pasado, los líderes judíos de las plutocracias ya se regocijaban por el colapso de la Wehrmacht alemana, que se había vuelto inevitable ante sus ojos. Las cosas se han desarrollado de manera diferente.

Pueden de nuevo esperar lo mismo este invierno. Ellos vivirán para ver que la fuerza de la idea Nacionalsocialista es mucho más fuerte que su anhelo.

Cuanto más dure la guerra, esta idea unirá más a este Volk, le dará fe y aumentara sus logros. Esta idea inspirará a todos a cumplir con su deber. Destruirá a cualquiera que intente eludir sus obligaciones. Librará esta lucha hasta que se haya obtenido un claro resultado, un nuevo 30 de enero, es decir, la victoria inequívoca.

Era una advertencia de que esto se trataba de una lucha a muerte, una lucha mucho más desesperada de la que había llevado al pueblo alemán a creer hasta ahora.

Sólo hizo una referencia de pasada del atribulado 6º Ejército en Stalingrado, aunque sabía muy bien que estaba en sus estertores de muerte. Pero ahora ni siquiera la palabra Stalingrado podía ser pronunciada:

La lucha heroica de nuestros soldados en el Volga debe servir como un recordatorio para todos de que debe hacerse todo lo posible en la lucha de Alemania por la libertad, por el futuro de nuestro Volk y, en un sentido más amplio, para la preservación de nuestro continente entero.

Si deseas saber más, lee “Hitler: Speeches and Proclamations, 1932-1945 - The Chronicle of a Dictatorship (Vol. IV, 1941-1945)” [Hitler: Discursos y Proclamaciones, 1932-1945 – La crónica de una dictadura (Vol. IV, 1941-1945)]”, editado por Max Domarus.​

Se dejó al mariscal de campo Göring dirigirse a la nación acerca de Stalingrado en un programa de radio en la tarde del día 30:

Todo alemán hablará un día con admiración solemne de esta batalla y recordará que, a pesar de todo, los cimientos de la victoria de Alemania fueron colocados aquí. Ellos hablaran de un Langemarck de audacia, de un Alcázar de tenacidad, de un Narvik de valor y de un Stalingrado de sacrificio.

En los días por venir, se dirá así: cuando llegues a casa a Alemania, díganles que nos han visto yaciendo en Stalingrado, como la regla del honor y de la conducción de la guerra nos han ordenado que debamos hacer, por el bien de Alemania.

Puede sonar duro decir que un soldado tiene que dar su vida en Stalingrado, en los desiertos de África o en las sabanas heladas del Norte, pero si nosotros los soldados no estamos dispuestos a arriesgar nuestras vidas, entonces sería mejor que ingresáramos en un monasterio.

El discurso no hizo nada para ayudar a los que estaban escuchando dentro de Stalingrado, fue visto por algunos como una “oración fúnebre prematura”. Una predicción bastante exacta como se vería después.

Ahora había un mariscal de campo más en el Reich. El general Paulus, comandante del 6º Ejército en Stalingrado, fue nombrado mariscal de campo. Ningún mariscal de campo alemán había vivido lo suficiente como para rendirse, era una clara invitación para actuar en consecuencia, morir luchando o suicidarse.

El ejército sitiado en Stalingrado se vio obligado a defender las ruinas de Stalingrado en

El ejército sitiado en Stalingrado se vio obligado a defender las ruinas de Stalingrado en una última resistencia inútil hasta que Hitler hubiera celebrado 10 años en el poder. Las tropas soviéticas mantuvieron la presión hasta el final.

El oficial de vuelo A. Whickham (a la izquierda), un piloto de Mosquito, y su navegante, o

El oficial de vuelo A. Whickham (a la izquierda), un piloto de Mosquito, y su navegante, oficial piloto W. Makin, posan para un retrato oficial en el marco imponente de la Sala del Consejo del Aire en el Ministerio del Aire, en Whitehall, el 31 de enero de 1943, al día siguiente de su participación en el primer ataque diurno en Berlín. Seis Mosquitos de los Escuadrones números 105 y 139 bombardearon la capital alemana en dos ataques, programados para interrumpir los discursos transmitidos de Goebbels y Göring en los mítines para conmemorar el décimo aniversario de ascensión de Hitler al poder.

El De Havilland Mosquito, hecho de madera, había estado en acción desde hace algún tiempo

El De Havilland Mosquito, hecho de madera, había estado en acción desde hace algún tiempo en 1942 antes de que fuera revelado al público. El ataque en Berlín el 30 de enero de 1943 fue un triunfo propagandístico.

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