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Matanza en Zhytomyr

Un grupo de nazis liquidando a ciudadanos en Ucrania en una fosa abierto. Este tipo de escenas comenzaron a repetirse con mayor frecuencia durante la invasión alemana a la Unión Soviética.

Durante la ocupación de Ucrania por la Alemania nazi, millones de civiles fueron asesinados como parte de las políticas de exterminio nazis, junto con cerca de 900,000 judíos viviendo en el territorio ucraniano.

 

A finales de julio, un oficial del ejército alemán, el mayor Karl Rösler, fue alarmado por un tiroteo salvaje en en Zhytomyr. Buscando su procedencia, subió a un terraplén, desde donde observó un cuadro de terror barbárico.

 

El mayor Rösler reportó al general Rudolf Schniewindt, el evento que presenció ese día:

A finales de julio de 1941, el 58º Regimiento de Infantería, en aquel entonces bajo mi mando, estaba en camino desde Occidente a sus alojamientos de descanso en Zhitomir. Después de que me había instalado con mi equipo en los cuartos de servicio, en la tarde del día de nuestra llegada, escuchamos salvas de rifles, a poca distancia de nosotros, a intervalos regulares, seguido poco después por disparos de pistola. Decidí averiguar qué estaba sucediendo y salí con mi ayudante y el mensajero (el 1er Teniente von Bassewitz y el teniente Müller-Brodmann) en la dirección de los disparos de fusil.

 

Pronto nos dio la impresión de que algo estaba sucediendo, ya que después de algún tiempo vimos a numerosos soldados y civiles fluyendo hacia el terraplén del ferrocarril. No pudimos llegar al otro lado del terraplén por un largo tiempo. Sin embargo, después de una cierta pausa, escuchamos el sonido de un silbato seguido por una descarga de unos diez rifles, que a su vez fue seguido por disparos de pistola un poco después.

 

Cuando finalmente llegamos a lo alto del terraplén un cuadro de horror nos fue revelado. Una fosa, alrededor de siete a ocho metros de largo y unos cuatro metros de ancho, había sido excavada en la tierra. La tierra removida estaba colocada a un lado de la fosa. Este montón de tierra y el lado de la fosa estaban completamente empapadas de sangre humana. La fosa en sí estaba llena de numerosos cadáveres de todas las edades y sexos. Había tantos cadáveres que ni siquiera se podía determinar la profundidad de la fosa.

 

Detrás del montón de tierra había un destacamento de la policía bajo el mando de un oficial de policía. Los uniformes de la policía tenían rastros de sangre. Muchos soldados de las tropas que estaban alojadas en el área, simplemente estaban parados alrededor. Algunos de ellos llevaban pantalones cortos y estaban pasando el rato como espectadores. También había un número de civiles, mujeres y niños.

 

Esta vista fue tan terrible que incluso ahora no puedo olvidarla; recuerdo con especial claridad la siguiente escena. En esta tumba yacía, entre otros, un anciano de barba blanca, sosteniendo un bastón en su mano izquierda. Dado que este hombre, a juzgar por su respiración esporádica, todavía mostraba signos de vida, le pedí uno de los policías que lo rematara. Él respondió sonriendo. “Ya le he disparado siete veces en el estómago. Se puede morir por su cuenta ahora”.

 

Los cuerpos yacían en la tumba, no en filas, pero como habían caído de la parte superior de la fosa. Todas estas personas habían muerto por disparos de fusil en la nuca del cuello y luego en la fosa se les había concedido el tiro de gracia por un disparo de pistola.

 

Nunca he visto nada por el estilo, ya sea en la Primera Guerra Mundial, en las campañas rusa o en la francesa de la guerra actual. He sido testigo de muchas cosas desagradables en los destacamentos de voluntarios en 1919, pero nunca he sido testigo de una escena similar.

Si deseas saber más, lee “Holocaust: A History” [Holocausto: una historia], de Debórah Dwork y Robert Jan van Pelt.

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