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Los australianos se abren paso en El Alamein

Disparos de trazadores fotografiados en la noche durante un ataque aéreo sobre las nuevas

Disparos de trazadores fotografiados en la noche durante un ataque aéreo sobre las nuevas posiciones británicas avanzadas en El Alamein, en 1942.

El combate continuó en El Alamein. De acuerdo con la versión oficial de la época, este era un período relativamente tranquilo de la batalla, mientras Montgomery continuó tomando su tiempo para reagrupar sus fuerzas:

La noche siguiente [30/31 de octubre] se lanzó un ataque en el sector norte por la división australiana. Este ataque fue exitoso y se aislaron varias posiciones enemigas. En otra parte del frente había una actividad muy leve.

A lo largo de la tarde del día 31, un contraataque contra la división australiana parecía inminente, pero al anochecer no se había materializado. Durante la noche, sin embargo, algunos tanques enemigos lograron reunirse con las posiciones enemigas aisladas que quedaron detrás de nuestras tropas avanzadas en el sector norte.

Del Reporte Semanal Nº 166 de la Situación Naval, Militar y Aérea, tal y como le fue informado al Gabinete de Guerra británico, el cual puedes encontrar con la referencia de catálogo CAB 66/30/40 en los Archivos Nacionales británicos.

Esta visión general de los acontecimientos no podía hacer justicia a lo que estaba sucediendo sobre el campo de batalla. Algunos hombres aún no habían tomado parte en el combate, mientras otros habían estado intensamente enfrascados en él desde el principio.

Keith Douglas, quien escribiría uno de los testimonios personales de la batalla más clásicos, ni siquiera había estado en el frente para el inicio de la batalla. Fue destinado a un puesto administrativo de la División en la retaguardia. Sus peticiones para volver a su regimiento fueron rechazadas en repetidas ocasiones.

Después de que la batalla de El Alamein comenzara, esperó seis días antes de tomar el asunto en sus propias manos y, simplemente desobedeciendo las órdenes, volvió a su regimiento en el frente. Fue bien recibido por su comandante en jefe, sólo por el hecho de que todos menos uno de los oficiales de su escuadrón de tanques Crusader se habían convertido en bajas. Douglas describe sus primeras experiencias bajo fuego después de haber recibido la orden de “atrincherarse”:

Después de haber estado cavando por alrededor de un minuto, un proyectil de algún tipo aulló por encima de nuestras cabezas y estalló con una llamarada naranja y una gran cantidad de ruido en algún lugar de la oscuridad detrás de nosotros, al parecer en uno de los tanques pesados. Otro le siguió y decidí que sería ridículo tratar de cavar una zanja bajo fuego con altos explosivos, cuando la torreta del tanque ya estaba disponible para nuestra protección.

Evan volvió del tanque del sargento Thomas y corrimos hacia la torreta. Le dije a Mudie que entrara y, tan pronto como le habían hecho lugar, yo me metí, tratando de no apresurarme demasiado. Se hizo el silencio durante los siguientes dos minutos y empecé a preguntarme si no había hecho un pendejo de mí mismo.

 

La cabeza del sargento Thomas apareció en la parte superior de la torreta. “Aquí, Evan” -dijo-, “¿qué estás esperando ahí, hombre? Si dejas de cavar a cada momento la mierda se acerca un poco más, nunca vamos a poder terminar. Sal de allí ahora y haz un poco de tu maldito trabajo. No hay razón para saltar en la torreta cada vez que te lanzan un poco de mierda”.

Está bien” -le dije-, cediendo a la mayor experiencia del sargento Thomas, “sal y empieza a cavar algo más”. Evan y yo salimos hacia las placas del motor en la parte trasera del tanque y nos preparamos para saltar al suelo.

Pero con un rugido y un choque llegó otro proyectil. Algo brilló junto a mi bota y dos o tres piezas más golpearon en el tanque con un sonido metálico. Evan rodó hacia un lado de la parte trasera del tanque y cayó al suelo. “¿Estás bien?” -le pregunté-. “Sí, señor”. “Bien, entra de nuevo en la torreta, yo no voy a perder el tiempo cavando con estas cosas”.

Si deseas saber más, lee “Alamein to Zem Zem” [Alamein a Zem Zem] de Keith Douglas.

En contraste, el sargento de la infantería australiana, William Kibby, había pasado la mayor parte de la batalla justo enmedio de la misma:

En El Alamein, Kibby mostró un coraje extraordinario y persistente. En la noche del 23 de octubre de 1942, su pelotón recibió la orden de destruir un nido de ametralladoras y morteros en la Colina Miteiriya. Gritando “¡Síganme!”, Kibby cargó con una ametralladora Tommy [Thompson], matando a tres soldados enemigos, capturando a doce y limpiando el puesto. En la noche del 25, él reparó los cables de señal de su pelotón por lo menos cinco veces, enfrentando un fuego intenso. Su comandante de la compañía, el capitán Peter Robbins, tenía la intención de recomendarlo para la Medalla de Conducta Distinguida, pero fue ultimado. En la noche del día 26, mientras se encontraba bajo fuego de artillería pesada y repetidos ataques de infantería y tanques en Trig 29, Kibby se movilizó audazmente en campo abierto, dirigiendo el fuego de sus hombres y coordinando e inspirando su defensa. Antes del amanecer del día 31, el pelotón de Kibby combatió a través de las líneas alemanas en el Contorno de Anillo 25, luego estuvo bajo fuego intenso de ametralladora y mortero mientras intentaba llegar a la costa. La mayor parte del pelotón fue muerto o herido. Después de reorganizar a los sobrevivientes, Kibby cargó hacia adelante y atacó a un número de ametralladoras que disparaban directamente hacia él a unas pocas yardas de distancia. Debió haber sabido que iba a morir, pero aun así siguió adelante, silenciando con granadas ametralladora tras ametralladora hasta que una ráfaga lo mató. Su citación para la Cruz de la Victoria señalaba, “dejó tras de sí un ejemplo y la memoria de un soldado que luchó sin temor y desinteresadamente hasta el final para cumplir con su deber”.

Si deseas saber más, visita Australian Dictionary of Biography [Diccionario Australiano de Biografía].

La posición por la que Kibby murió para ganar fue cedida posteriormente y los alemanes lo enterraron a él y a otros caídos del pelotón en una fosa común. Después de recuperar el terreno e iniciar una búsqueda que duró diez días, sus compañeros encontraron la fosa y volvieron a enterrar a sus compañeros en línea. En enero de 1944, los restos de Kibby fueron enterrados nuevamente en el cementerio de guerra de El Alamein.

Tanques británicos Crusader se agrupan en el desierto al atardecer para defenderse de ataq

Tanques británicos Crusader se agrupan en el desierto al atardecer para defenderse de ataques sorpresa en la noche durante la batalla.

Los australianos corren desde dos lados hacia una posición fortificada alemana. Un alemán

Los australianos corren desde dos lados hacia una posición fortificada alemana. Un alemán coloca sus manos hacia arriba y se rinde.

Un Martin Baltimore del Escuadrón Nº 55 de la Real Fuerza Aérea (RAF) sobrevuela la zona d

Un Martin Baltimore del Escuadrón Nº 55 de la Real Fuerza Aérea (RAF) sobrevuela la zona de destino mientras salvas de bombas explotan en los tanques y transportes motorizados de la 15ª División Panzer, concentrados por la pista Rahman cerca de Tel el Aqqaqir, Egipto, durante la Batalla de El Alamein. Doce Baltimores, acompañados de seis North American B-25 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de América (USAAF), lanzaron 120 bombas de 250 libras a través de pesado fuego antiaéreo que lograron dañar dos terceras partes de la fuerza.

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