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Alemanes resisten embate soviético

Soldados alemanes en el frente del Este, durante el invierno de 1941-42. Las temperaturas registradas eran, en ocasiones, entre 30 y 40 grados centígrados bajo cero.

En casi todos los frentes los soviéticos eran tres veces más poderoso que la Wehrmacht alemana. En el sector ucraniano en el sur, en enero de 1942, noventa y cinco divisiones rusas hacían frente a tan sólo treinta y siete divisiones alemanas del Grupo de Ejércitos Sur a lo largo de un frente de 600 kilómetros de longitud.

 

Por tanto, en casi todos los frentes se suscitaban combates con motivo de la contraofensiva soviética, motivada por la movilización de reservas proveniente de Siberia.

 

Después de un severo periodo de entrenamiento con la división, considerada por algunos como una peor experiencia que el combate real, Herbert Meager fue seleccionado como un conductor de primera línea en la Unión Soviética, sirviendo en la 1ª División Panzer SS Leibstandarte SS Adolf Hitler en el frente del Este. A principios de enero de 1942, Maeger se encontró en medio de una escaramuza con tropas soviéticas, cerca de Varenkovka:

Eran las primeras horas de la tarde. Estaba royendo una rebanada de pan que recién había tostado en la pequeña estufa. Afuera, Laban anunció repentinamente que su período de guardia había finalizado. Gottwald, para su alivio, se tropezó con mis pies y abrió la cortina de lona en la entrada; de inmediato una mezcla de copos de nieve helados pasó sobre mí. Segundos después, Laban comenzó a entrar a través de la apertura estrecha.

 

En ese momento se desató todo el infierno afuera, el traqueteo de las ametralladoras compitiendo con el staccato ligero de las pistolas mientras tanto sonaban disparos individuales y granadas de mano detonaban con una explosión sorda. Tomamos nuestras armas y salimos atropelladamente, yo liderando. Me recibió un viento helado, en el destello de las bengalas estallando pude ver los copos de nieve viniendo horizontalmente hacia mi cara. Gottwald se ubicó detrás del parapeto disparando ráfagas cortas desde su ametralladora a derecha e izquierda hacia la pendiente detrás de nosotros. Laban estaba alimentado el cinturón en la ametralladora directo desde la caja de municiones. Puse mi rifle a un lado, saqué una caja llena del pequeño depósito que habíamos excavado entre la extensa trinchera y la empujé hacia Laban, luego tomé un par de granadas de mano y las lancé hacia la zona general de la refriega esperando tener buena suerte.

 

Marius me dio una palmada en la espalda y señaló detrás de mí. Entendí de inmediato lo que quería y volví a cargar mi rifle, lo seguí hacia la posición del cañón antiaéreo detrás del búnker. Llegamos en tan solo un momento. El terreno entre nuestro búnker y aquel de nuestro vecino estaba desigual con muchos montículos pequeños y depresiones desde donde presumiblemente vino el tiroteo inicial. En la luz difusa de las bengalas, figuras fantasmales estaban corriendo hacia nosotros. Marius levantó su pistola automática y disparó. Lancé un par de granadas de mano, escuché un gimoteo y se tornó oscuro de nueva cuenta.

 

Volvimos hacia la posición de la ametralladora a nuestra derecha donde el violento tiroteo continuaba, aunque en el terreno abierto y en la pendiente adelante no se podía distinguir nada que pudiera representar una amenaza. La batalla salvaje continuó por algunos minutos más en la noche iluminada por magnesio, luego el furor abatió a las breves ráfagas de fuego y el tiro solitario ocasional. En la pendiente debajo de la posición escuchamos unos cuantos gritos ahogados, seguidos de varios sonidos metálicos y luego el silencio retornó. Gottwald disparó su pistola de señales, después de dos ‘pum’ cercanos, tres bengalas vertieron su luz blanca en la nieve rociada. No vimos nada que pudiera ser el enemigo, pero esperamos unos cuantos minutos para asegurarnos que la retirada rusa no era una treta. Volví a tomar conciencia del frío penetrante.

 

Marinus fue el primero en hablar. ‘Deberíamos echar un vistazo en los alrededores, ¡siempre toman vodka antes de empezar estos juegos!’ Después volteó hacia mí: ‘Con un poco de suerte podrás encontrar algo abrigador que ponerte. ¡Vamos!’ No tuvimos mucho que caminar. Apenas a veinte metros frente a nuestra posición yacía un ruso muerto, su chaqueta de estepa llena de agujeros de bala. Marinus tomó la gorra de piel del cadáver, le quitó sus botas de fieltro y me las dio. Yo estaba agradecido que hiciera los honores, relevándome de la tarea macabra.

 

‘Estaba equivocado sobre el vodka’, concluyó, ‘sólo tenían semillas de girasol y machorka’. Regresamos al búnker, donde Marinus rindió su informe del éxito parcial de nuestra búsqueda, Laban dijo ‘enviaré a un explorador. ¡“Schlips” necesita una chaqueta apropiada!’ Él se fue pendiente abajo hacia al río y regresó unos minutos más tarde con una buena chaqueta de estepa en excelente condición. ‘Sólo un disparo en la cabeza’, dijo lacónicamente, ‘tienes algunos piojos bolcheviques como un regalo que va con esto, por tanto ¡ya eres un verdadero Frontschwein soviético!’ Tenía sentimientos encontrados acerca de todo esto, pero finalmente dio lugar a una cierta satisfacción por haber salido de esta en una sola pieza y ya no estar tan terriblemente frío.

Si deseas saber más, lee “Lost Honour, Betrayed Loyalty: The Memoir of a Waffen-SS Soldier on the Eastern Front” [Honor perdido, lealtad traicionada: la memoria de un soldado de las Waffen SS en el Frente del Este], de Herbert Maeger.

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