Los japoneses son vencidos en la Bahía de Milne
Tropas australianas hacen su camino a través de lodo en la Bahía de Milne poco después del fallido intento de invasión japonés.
El 5 y 6 de septiembre 1942 las tropas australianas estaban limpiando los últimos remanentes de resistencia por parte de la fuerza de invasión japonesa que había intentado empujarlos fuera de su base en la Bahía de Milne, en Papúa Nueva Guinea. Los japoneses habían subestimado gravemente las fuerzas que se les oponían.
Fue la primera derrota de las fuerzas terrestres japonesas en la guerra. Habían sido apaleados durante los encuentros con los Marines de los Estados Unidos en Guadalcanal, pero allí la batalla continuaba al tiempo que más tropas seguían siendo desembarcadas en aquella isla. En la Bahía de Milne los japoneses se retiraron, derrotados.
Había sido una batalla sangrienta, con la mayor parte de los japoneses combatiendo hasta la muerte en lugar de rendirse. Para el 2 de septiembre el comandante japonés ya había reconocido su posición, comunicándose por radio con sus oficiales:
[Hemos] alcanzado la peor situación posible. Juntos vamos con calma a defender nuestra posición hasta la muerte. Oramos por la victoria absoluta para el imperio y para una larga fortuna en la batalla para todos ustedes.
Los australianos habían tenido que hacer ataques decididos sólo para poder acabar con ellos.
En las últimas horas del 4 de septiembre, el cabo John French murió en una acción por la que le fue otorgada la Cruz de la Victoria:
En la Bahía de Milne, en la tarde del 4 de septiembre de 1942, una compañía de un batallón de infantería australiano atacó la posición japonesa, al Este de la Misión K. B., donde se encontró con un temible fuego de rifles y ametralladoras.
El avance de la sección de la cual el cabo French estaba al mando, fue contenido por el fuego de tres nidos de ametralladoras enemigos, por lo cual, el cabo French, ordenando a su sección para que se pusiera a cubierta, avanzó y silenció una de las posiciones con granadas.
Volvió a su sección por más granadas y avanzó de nuevo y silenció el segundo nido. Armado con una ametralladora Thompson, luego atacó el tercer puesto, disparando desde la cadera mientras se dirigía hacia adelante. Se vio que había sido gravemente herido por el fuego de esta posición, pero continuó su avance. El arma enemiga cesó el fuego y su sección avanzó para encontrar que todos los miembros de las tres dotaciones de las ametralladoras habían sido aniquilados y que el cabo French había muerto justo enfrente de la fosa de la tercera ametralladora.
Por su calmado valor y el abandono de su propia seguridad personal, este suboficial salvó a los miembros de la sección de fuertes bajas y fue responsable de la conclusión con éxito del ataque.
El sargento Arthur Traill, del 2/12º Batallón de Infantería del Ejército australiano, describió el fanatismo de las tropas japonesas, incluso en la derrota, lo cual establecería el tono para el futuro desarrollo de la campaña:
Tendidos a lo largo de la pista [de aterrizaje] había docenas de japoneses muertos… Mientras nuestro oficial cruzó la vanguardia un japonés, al parecer herido, pidió ayuda. El oficial se acercó para ayudarle y al hacerlo, el japonés saltó a la vida y arrojó una granada que lo hirió en la cara. A partir de entonces el único japonés bueno era aquel que estuviera muerto, y aunque intentaron la misma artimaña una y otra vez a lo largo de la campaña, fueron despachados antes de que tuvieran tiempo para usar su granada.
Nuestra política era observar cualquier muerto aparente, y disparar a la menor señal de vida y apuñalar con bayoneta incluso a los que parecían estar pudriéndose. Los guantes estaban fuera a partir de ese momento, ninguna de las partes mostrando cuartel y no se tomó a ningún prisionero.
La batalla continuó en Papúa Nueva Guinea, pero había sido imposible para los japoneses encontrar una alternativa a la batalla hacia el interior a través de la Bahía de Milne. Pero fue un momento crucial para demostrar que los japoneses podían ser derrotados.
Nos ayudó también por una noticia muy reconfortante que ahora nos había llegado y de la cual, para aumentar la moral, hice un gran uso. Las tropas australianas habían infligido a los japoneses su primera derrota indiscutible en tierra en la Bahía de Milne, en Nueva Guinea. Si los australianos, en condiciones muy similares a las nuestras, lo habían logrado, también podíamos hacerlo nosotros. Algunos de nosotros podemos olvidar que de todos los aliados, fueron los soldados australianos los que primero rompieron el hechizo de la invencibilidad del ejército japonés; los que estábamos en Birmania teníamos motivos para recordar.
Si deseas saber más, lee “Defeat Into Victory: Battling Japan in Burma and India, 1942-1945” [De la derrota a la victoria: Luchando contra Japón en Birmania y la India, 1942-1945] del Mariscal de Campo Vizconde William Slim.
Un tanque japonés Tipo 95 Ha-Go cerca de Rabi, atascado en el barro y abandonado.
Una de las lanchas de desembarco japonesas después de la batalla.
John French murió cuando atacó con éxito tres posiciones de ametralladora japonesas, lo que le valió ser condecorado con la Cruz de la Victoria póstumamente.