Los Chindits marchan hacia la selva birmana
Los Chindits, con sus mulas transportando suministros, se abren camino a través de la selva.
En Birmania, ahora ocupada por los japoneses, los británicos estaban experimentando con métodos de guerra heterodoxos. El coronel Orde Wingate había conseguido el apoyo para desarrollar una fuerza de guerrilla de penetración profunda que se adentraría a las intimidades de la selva, muy por detrás de la línea del frente. Allí, ellos romperían las líneas enemigas de comunicación mediante la voladura de líneas de ferrocarril, así como también atacarían a las tropas japonesas. La nueva fuerza pronto fue bautizada como los Chindits, haciendo referencia a unas criaturas míticas birmanas.
Las condiciones en las que se esperaba que vivieran las tropas eran bastante arduas. Adicionalmente, el problema de reabastecimiento por aire de tales tropas también estaba en una fase experimental y daría lugar a mayores privaciones. La primera expedición, durante la Operación Longcloth, se adentró en las profundidades de la selva a finales de febrero de 1943 y recibió sus primeros suministros por paracaídas a principios de marzo. Harold James era un oficial de diecinueve años en su primera operación militar:
La zona de lanzamiento estaba sembrada con latas de raciones, paracaídas y forraje para mulas, y los hombres pronto se pusieron a trabajar recogiendo los suministros. Los birmanos del pueblo más cercano fueron llamados para ayudar y a cambio se les dieron los paracaídas que eran muy apreciados, ya que la tela estaba escasa. Pronto aprendimos que a menudo se podía obtener información valiosa por un pedazo de paracaídas. Los Gurkhas hacían pañuelos y bolsas de raciones para ellos mismos, además de cabos con las cuerdas.
Cuatro latas eran lanzadas con cada paracaídas, forradas con un amortiguador sujetado por cuerdas gruesas -aunque esto no siempre funcionaba si el paracaídas se soltaba-. Las cuatro latas se podían cargar convenientemente a cada lado de una mula, permitiendo raciones adicionales que podían llevarse como reserva y, como en esta ocasión, los suministros podían ser transportados fácilmente desde la zona de lanzamiento a nuestro campamento para su distribución a los hombres.
La difícil distribución de la ración diaria era establecida de la siguiente forma:
Galletas Shakapura: 12 oz. [340 gramos]
Queso: 2 oz. [57 gramos]
Leche en polvo: 1 oz. [28 gramos]
Pasas y almendras: 9 oz. [255 gramos]
Té: ¾ oz. [21 gramos]
Azúcar: 4 oz. [113 gramos]
Caramelos ácidos o chocolate: 1 oz. [28 gramos]
Sal: ½ oz. [14 gramos]
Cigarros: 2 paquetes de 10
Cerillos: 1 caja
Imaginarse que los hombres podían mantenerse en forma con una ración de esta naturaleza durante tres meses de marcha a través de terreno muy escabroso, combatiendo, física y mentalmente extendidos, es simplemente increíble, y parecía que mostraba una clara falta de imaginación en la planificación del menú de la ración.
Sin embargo, la expedición se dirigía a zonas inexploradas de logística y presentó problemas que debían ser resueltos por conjeturas antes de que la dura experiencia pudiera producir los resultados correctos.
No había nada de carne, aunque después fueron lanzadas latas de carne en conserva, y en ocasiones cordero en conserva para los Gurkhas. Pero era voluminoso y se echaba a perder con bastante rapidez, por lo que tenía que ser ingerida más o menos en una sola sesión. Se suponía que la ración lanzada en paracaídas debía ser complementada con productos locales, que a menudo resultaba imposible de realizar.
Con más de 300 bocas que alimentar, muy pocos pueblos podían proporcionar más que unos cuantos bocados de arroz por persona, y muy de vez en cuando un pollo o huevo. Algunas columnas tuvieron la suerte de encontrarse con un pueblo más amable que sería más útil -pero en muy raras ocasiones más de una vez durante la expedición-.
La idea detrás de las raciones seleccionadas era que no contenían nada que tuviera que ser cocinado, salvo el agua para el té, ya que se esperaba que las tropas no contaran con más de veinte minutos para las comidas. En la práctica, rara vez tuvimos que apresurar nuestras comidas.
También se suponía que los suministros fueran lanzados regularmente, lo que resultó ser, después de los dos primeros envíos, una esperanza falsa, no debido a una escasez de aviones, sino que la presencia del enemigo a menudo hacía imposible elegir el tiempo y el lugar. Como resultado, durante la mayor parte de la expedición, un día de raciones debía durar al menos para tres y muy a menudo mucho más tiempo.
Era necesaria una gran cantidad de fuerza de voluntad para limitar la ingesta diaria.
Si deseas saber más, lee “Across the threshold of battle: Behind Japanese lines with Wingate's Chindits : Burma, 1943” [Al otro lado del umbral de la batalla: detrás de las líneas japonesas con los Chindits de Wingate: Birmania, 1943], de Harold James.
Chindits: Special Force Burma 1942-1944 [Chindits: Fuerza Especial Birmania 1942-1944], tiene una perspectiva general de las actividades de los Chindits durante la Segunda Guerra Mundial, entre las cuales se encuentra la primera expedición de 1943, conocida como la Operación Longcloth.
Unos Chindits se detienen para tomar un descanso.
Una columna Chindit cruza un río en Birmania, durante la Operación Longcloth, en marzo de 1943. Los hombres que sufrían de disentería a menudo iban desnudos.
Una columna de Chindits marchando.
La magra ración de un día de los Chindits, que en muchas ocasiones debía durar más tiempo.