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Stalin celebra la Revolución de Octubre

El 7 de noviembre de 1941, las tropas rusas que habían llegado de Siberia, marcharon por el centro de Moscú antes de dirigirse directamente al campo de batalla para luchar contra el ejército alemán que sitiaba la capital soviética.

Con las fuerzas alemanas a las puertas de Moscú, Stalin convocó al general Georgy Zhukov para consultar si podía llevarse a cabo el desfile militar con motivo de la celebración de la Revolución de Octubre debido a la amenaza imperante en la capital soviética.

 

Los alemanes estaban sufriendo bajas considerables y el suministro deficiente de sus fuerzas hacían difícil que iniciaran una ofensiva sobre Moscú mientras reagrupaban sus unidades y consolidaban sus líneas frontales. Fue así que se decidió efectuar la celebración en la Plaza Roja el 7 de noviembre de 1941.

 

En esa ocasión, Stalin arengó a sus compatriotas con un discurso que profetizaba lo que posteriormente se convertiría en la cruda realidad de los alemanes:

¡Camaradas, hombres del Ejército Rojo y de la Armada Roja, comandantes e instructores políticos, hombres y mujeres trabajadores, hombres y mujeres agricultores colectivos, trabajadores de profesiones intelectuales, hermanos y hermanas en la retaguardia que temporalmente han caído bajo el yugo de los bandoleros alemanes, y nuestros valientes de hombres y mujeres guerrilleros que están destruyendo la retaguardia de los invasores alemanes!

 

En nombre del Gobierno soviético y de nuestro partido bolchevique, os saludo y os felicito por el vigésimo cuarto aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre.

 

Camaradas, es en circunstancias arduas que hoy celebramos el vigésimo cuarto aniversario de la Revolución de Octubre. El pérfido ataque de los bandoleros alemanes y la guerra que nos ha sido impuesta, han creado una amenaza para nuestro país. Hemos perdido temporalmente una serie de regiones, el enemigo ha aparecido a las puertas de Leningrado y Moscú. El enemigo calculó que después del primer golpe, nuestro ejército se dispersaría y nuestro país se vería obligado a arrodillarse. Pero el enemigo erró sus cálculos gravemente. A pesar de los reveses temporales, nuestro Ejército y la Armada están repeliendo heroicamente los ataques del enemigo a lo largo de todo el frente e infligiéndole fuertes pérdidas, mientras nuestro país -nuestro país entero- se ha organizado en un campo de lucha, junto con nuestro Ejército y nuestra Armada, para llevar a cabo la derrota de los invasores alemanes.

 

Hubo momentos en que nuestro país se encontraba en una posición aún más difícil. Recuerden el año 1918, cuando celebramos el primer aniversario de la Revolución de Octubre. Las tres cuartas partes de nuestro país estaban en ese momento en manos de intervencionistas extranjeros. Ucrania, el Cáucaso, Asia Central, los Urales, Siberia y el Lejano Oriente fueron temporalmente perdidos para nosotros. No teníamos aliados, no teníamos ningún ejército rojo; acabábamos de empezar a crearlo; Había escasez de alimentos, de armamentos, de ropa para el ejército. Catorce estados presionaban contra nuestro país. Pero no nos desanimamos, no perdimos el corazón. En el fuego de la guerra forjamos el Ejército Rojo y convertimos nuestro país en un campo militar. El espíritu del gran Lenin nos animó en ese momento para la guerra contra los intervencionistas. ¿Y qué pasó? Rechazamos a los intervencionistas, recuperamos todo nuestro territorio perdido y conseguimos la victoria.

 

Hoy, la posición de nuestro país es mucho mejor que hace veintitrés años. Nuestro país es ahora mucho más rico que hace veintitrés años en lo que respecta a la industria, los alimentos y las materias primas. Ahora tenemos aliados, que junto a nosotros mantienen un frente unido contra los invasores alemanes. Ahora disfrutamos de la simpatía y el apoyo de todas las naciones de Europa que han caído bajo el yugo de la tiranía de Hitler. Ahora tenemos un Ejército espléndido y una espléndida Armada, que están defendiendo con sus vidas la libertad e independencia de nuestro país. No experimentamos una grave escasez de alimentos, ni armamento ni ropa militar. Nuestro país entero, todos los pueblos de nuestro país, apoyan a nuestro Ejército y a nuestra Armada, ayudándoles a aplastar a las hordas invasoras de los fascistas alemanes. Nuestras reservas de fuerza de hombres son inagotables. El espíritu del gran Lenin y su bandera victoriosa nos animan ahora en esta guerra patriótica como lo hicieron hace veintitrés años.

 

¿Puede haber alguna duda de que podamos y estamos encaminados a derrotar a los invasores alemanes?

 

El enemigo no es tan fuerte como algunos pequeños intelectuales asustados lo imaginan. El diablo no es tan terrible como lo han pintado. ¿Quién puede negar que nuestro Ejército Rojo ha puesto en pánico, en más de una ocasión, a las alardeadas tropas alemanas? Si uno juzga, no por las jactanciosas afirmaciones de los propagandistas alemanes, sino por la posición real de Alemania, no será difícil comprender que los invasores fascistas alemanes están enfrentando un desastre. El hambre y el empobrecimiento reinan hoy en Alemania; en cuatro meses de guerra, Alemania ha perdido cuatro millones y medio de hombres; Alemania está sangrando, sus reservas de hombres están agotándose, el espíritu de indignación se está extendiendo, no sólo entre los pueblos de Europa que han caído bajo el yugo de los invasores alemanes, sino también entre el mismo pueblo alemán, que no ven ningún fin a guerra. Los invasores alemanes están agotando sus últimos esfuerzos. No hay duda de que Alemania no puede soportar tal tensión durante mucho tiempo. Otros meses, otro medio año, tal vez otro año y la Alemania hitleriana tendrá que estallar bajo la presión de sus crímenes.

 

Camaradas, hombres del Ejército Rojo y de la Armada Roja, comandantes e instructores políticos, hombres y mujeres guerrilleros, todo el mundo les mira como la fuerza capaz de destruir las hordas de invasores alemanes. Los pueblos esclavizados de Europa que han caído bajo el yugo de los invasores alemanes les ven como sus libertadores. Una gran misión liberadora ha caído en su suerte. ¡Sean dignos de esta misión! La guerra que está librando es una guerra de liberación, una guerra justa. ¡Que las imágenes varoniles de nuestros grandes antepasados -Alexander Nevsky, Dimitry Donskoy, Kuzma Minin, Dimitry Pozharsky, Alexander Suvorov y Mikhail Kutuzov- les inspiren en esta guerra! ¡Que la bandera victoriosa del gran Lenin sea su estrella guía!

 

¡Para la destrucción completa de los invasores alemanes!

 

¡Muerte a los invasores alemanes!

 

¡Viva nuestra gloriosa patria, su libertad y su independencia!

 

¡Bajo la bandera de Lenin, adelante a la victoria!

El general Georgy Zhukov, escribió en sus memoras sobre el evento:

En la víspera del festejo, se llevó a cabo una reunión ceremonial en ocasión del 24º Aniversario de la Gran Revolución de Octubre en la estación Mayakovskaya del subterráneo de Moscú y, el 7 de noviembre, hubo la tradicional marcha militar en la Plaza Roja. Los soldados se fueron directamente al frente desde la Plaza Roja.

 

Este evento jugó un papel tremendo en fortalecer aún más la moral del ejército y la población soviética y también de gran importancia internacional. Los discursos de Stalin mostraron, una vez más, que el Partido y el Gobierno estaban confiados que los invasores serían derrotados.

 

Mientras tanto, las defensas antitanque estaban siendo organizadas en profundidad e instalaciones a prueba de tanques fueron construidas en las zonas amenazadas. Las pérdidas estaban siendo remplazadas, armas y municiones estaban siendo suministradas, así como ingeniería, comunicación y otras instalaciones técnicas y equipo.

Si deseas saber más, lee “Marshal of Victory: The Autobiography of General Georgy Zhukov” [Mariscal de la Victoria: la autobiografía del general Georgy Zhukov], editado por Geoffrey Roberts.

Tanques T-34 en el desfile en la Plaza Roja, el 7 de noviembre de 1941.

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