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El Ejército Rojo incorpora niños en sus ataques

Un soldado alemán en una trinchera cubierta de nieve, tomada en algún lugar del Frente Oriental a principios de 1942.

En el frente oriental, en la Unión Soviética, Hans Roth se encontraba luchando al lado de la Wehrmacht. Defendía las líneas alemanas en contra de repetidos ataques del Ejército Rojo, en ocasiones tres y cuatro al día. Frecuentemente andanadas de artillería precedían cada uno de estos ataques.

 

Las temperaturas, siempre bajo cero -algunas veces de hasta 35° grados centígrados bajo cero-. Esto hacía tremendamente difícil preparar trincheras defensivas debido al suelo endurecido por el frío y el hielo. Un riesgo adicional eran los proyectiles que impactaban contra la tierra congelada, lanzando por el aire bloques sólidos de tierra “del tamaño de una mesa”, los cuales volaban en todas direcciones.

 

Para el 8 de febrero, Roth escribió una larga narrativa, detallando una nueva táctica utilizada por el Ejército Rojo:

No hay un solo día o noche sin tres o cuatro ataques despiadados de los Rojos. Por casi cuatro horas, su veloz fuego graneado combate nuestra magra protección. Estamos temerosos de este incesante martilleo de los ejércitos Bolcheviques; los ataques en masa de la infantería roja no nos asustan tanto. Ellos son, en su mayoría, hombres deficiente y apresuradamente entrenados, quienes caminan erguidos y estoicamente hacia nuestro fuego defensivo.

 

Los tanques extremadamente pesados que acompañan al ataque son mucho más peligrosos. Nuestra defensa, incluyendo tanto la artillería como el fuego de los tanques, resulta virtualmente impotente en contra de estos monstruos con orugas. Los proyectiles de tanque, además de la munición especial, son desviados por el pesado blindaje sin tener efecto alguno. Sin ninguna obstrucción, los carros de combate de los Rojos pasan sobre los escombros y nuestras posiciones.

 

En la parte superior del casco van once o doce niños, quienes tienen en sus bolsillos latas de nuestro “Schoko-Ka-Kola” [chocolate proporcionado a los soldados alemanes capturado por los rusos] y en sus puños granadas de mano que van arrojando sobre nuestras líneas defensivas. Al principio no tomábamos en serio a estos rufianes, pero pronto llegamos a conocerlos mejor. Fuertes y ágiles como gatos, nos hicieron sufrir bajas considerables.

 

Por allá tienen toda una compañía de estos peligrosos niños, la ‘Joven Guardia del Proletariado’.

 

Me esfuerzo por describir en detalle el horror de los combates mano a mano con estos niños. Cualquier persona que no ha estado aquí nunca podrá comprender lo que está sucediendo por aquí. Hombres adultos, muchos de los cuales tienen hijos que son de la misma edad, ¡han tenido que enfrascarse en luchas brutales y sangrientas con los niños! No seré capaz de olvidar estas horribles escenas por un largo tiempo.

Si deseas saber más, lee “Eastern Inferno: The Journals of a German Panzerjäger on the Eastern Front, 1941-43” [Infierno oriental: los diarios de un cazador de tanques en el Frente del Este, 1941-43], editado por Christine Alexander y Mason Kunze.

Vova Egorov, un explorador de 15 años en el Ejército Rojo, en abril de 1942.

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