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Continúa la retirada alemana en todo el Frente del Este

Imagen soviética de la época de una mujer y dos niñas mirando su casa destruida en el área

Imagen soviética de la época de una mujer y dos niñas mirando su casa destruida en el área de Rzhev. Cortesía de RIAN.

En la Unión Soviética, los alemanes ahora se estaban movilizando para enderezar sus líneas, aunque ello significara realizar retiradas estratégicas. Del 1 al 22 marzo de 1943 retiraron veintiuna divisiones de la saliente de Rzhev en la Unternehmen Büffelbewegung [Operación Movimiento de Búfalo] y acortaron la línea en 230 kilómetros.

El área de Rzhev había sido el sitio de ataque y contraataque a lo largo de 1942 y había visto algunos de los peores índices de víctimas de guerra en ambas partes, se estima en unos dos millones de hombres del ejército soviético y un número aún desconocido para los alemanes. Rzhev era conocido simplemente como el “Schlachthaus” [el matadero] por algunos miembros de la Wehrmacht.

La saliente era la posición alemana más cercana a Moscú, los remanentes de todo el progreso que habían realizado en 1941 antes de ser rechazados por los contraataques rusos del invierno de 1941-42. La renuncia de la saliente era una admisión por parte de Hitler que la posibilidad de efectuar más ataques hacia Moscú estaba fuera de toda cuestión, que todos los sacrificios que habían hecho en los últimos 15 meses habían sido en vano.

Para los hombres en el terreno fue una temporada terrible para tratar de movilizarse. Boris Gorbachevsky fue uno de los hombres del Ejército Rojo, tratando de mantener la presión sobre los alemanes:

Tras la liberación de Rzhev, nuestras fuerzas siguieron avanzando, persiguiendo a los alemanes mientras se retiraban de la saliente de Rzhev. No teníamos tiempo para parar y descansar, ya que era importante no dejar que el enemigo se retirara sin obstáculos y se consolidara en nuevas posiciones.

Con constantes escaramuzas contra las unidades enemigas en la retaguardia, avanzamos, recuperando una tierra nativa mutilada y vacía. Pero también enfrentamos a otro antagonista muy familiar. La primera bocanada de aire tibio de la primavera había derretido casi toda la nieve, convirtiéndose en lodo, y pronto los caminos se convirtieron en un fango cenagoso -marchamos, apenas capaces de mover nuestros pies-.

Superando con increíbles trabajos la aparición de la rasputitsa de primavera [literalmente, la disolución de las carreteras, cuando el deshielo de la primavera volvía las carreteras de tierra rusas en pantanos], la división se trasladó hacia el oeste, acercándose a Smolensk.

La tierra alrededor había sido desfigurada por las explosiones de bombas y proyectiles y había sido llenada con minas. Había muchos problemas con las minas, que también alentaron nuestro movimiento. Al mismo tiempo, teníamos que arrastrar todo nosotros mismos -nuestro rifle, cartuchos, bolsa con equipo, máscara de gas, una pala de zapador, cantimplora y granadas-.

Al tiempo que nos esforzábamos por avanzar, algunos hombres actuaron muy subrepticiamente al despojarse de uno u otro de estos artículos. Era especialmente duro para quienes llevaban las ametralladoras, los rifles antitanque y los equipos de mortero. Incluso los caballos apenas podían jalar sus cañones, que continuamente se quedaban atascados en el barro. Comenzábamos al amanecer cada mañana y caminábamos penosamente a lo largo de todo el día. En un pequeño alto nos colapsaríamos, prácticamente imposible encontrar un lugar que estuviera un poco más seco y nuestros ojos se cerrarían por su propia voluntad.

Pero parecía que tan pronto como sucedía, alguien te daba un codazo en un costado: “¡Levántate, hermano!” y continuaríamos nuestra marcha con mucho cansancio. Raramente encontrábamos edificios o chozas. Bosque tras bosque, camino tras camino -o mejor dicho, la falta de caminos-.

Al principio combatimos sólo contra elementos de la retaguardia. Los alemanes se estaban retirando rápidamente y cada vez que salían de una zona, dejaban por detrás una tierra estéril.

Cada vez que tenían tiempo para hacerlo, ellos volaban, destruían, quemaban o minaban todo: “¡Aquí tienes Iván, toma tus premios!” Las desviaciones -y no podías evitarlas- estaban todos minados; los caminos también estaban minados, y la gente de vez en cuando las detonaba. Sólo entre Gzhatsk y Viaz’ma, los alemanes volaron catorce puentes.

Cualquier cosa que pudieran decir los historiadores oficiales rusos, esta fue una de las operaciones de retirada mejor planificadas y realizadas con mucha habilidad de toda la guerra. No pudimos atrapar al Noveno Ejército alemán y a los elementos del Cuarto Ejército Panzer en la saliente de Rzhev, que por tanto tiempo había sido nuestra ambición.

Si deseas saber más, lee “Through the Maelstrom: A Red Army Soldier's War on the Eastern Front, 1942-1945” [A través de la vorágine: la guerra de un soldado del Ejército Rojo en el frente oriental, 1942-1945], de Boris Gorbachevsky.

La “rasputitsa” de primavera en la Unión Soviética; con el deshielo, los caminos rurales s

La “rasputitsa” de primavera en la Unión Soviética; con el deshielo, los caminos rurales se convertían prácticamente en pantanos, haciendo prácticamente imposible la movilización de equipos y tropas.

Una imagen alemana de su lucha con el deshielo de primavera en 1942; las cosas no serían m

Una imagen alemana de su lucha con el deshielo de primavera en 1942; las cosas no serían mejores en 1943.

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