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“Dennos las herramientas y finalizaremos el trabajo”

Winston Churchill levanta su sombrero a modo de saludo durante una inspección de la 1ª Escuadrilla norteamericana de la Guardia Nacional en el Horse Guards Parade de Londres, el 9 de enero de 1941. Detrás, la señora Churchill habla con un oficial de la Guardia. El teniente general Sir Bertram N. Sergison-Brooke (Oficial General al mando del área de Londres) está de pie a la derecha.

La transmisión de radio de Winston Churchill del 9 de febrero de 1941 fue un tema particularmente entusiasta. Fue diseñada en parte para su público local, incluidas las fuerzas británicas estacionadas alrededor del mundo. En privado, Churchill creía que la amenaza de invasión a la Gran Bretaña había disminuido considerablemente, pero no podía permitir que esta perspectiva tuviera cualquier tipo de difusión.

 

El discurso fue también una convocatoria internacional. Dejó en claro la amenaza nazi para los Balcanes y para la propia Unión Soviética, incluso mientras los planes para estas operaciones reales eran secretos celosamente guardados por los alemanes. Para junio, Churchill estaría proporcionando a Stalin inteligencia contundente sobre la intención alemana de invadir la Rusia soviética.

No es una operación militar fácil invadir una isla como Gran Bretaña sin el dominio del mar y sin el dominio del aire, y luego hacer frente a lo que le espera al invasor aquí.

 

Pero debo procurar una palabra de advertencia, pues junto a la cobardía y la traición, el exceso de confianza que lleva al descuido o pereza es el peor de los crímenes marciales. Por lo tanto, doy una palabra de advertencia: una invasión nazi a Gran Bretaña el pasado otoño habría sido un asunto más o menos improvisado. Hitler dio por hecho que cuando Francia cedió nosotros debíamos ceder. Pero nosotros no bajamos los brazos. Y tuvo que pensar de nuevo. Una invasión ahora será apoyada por equipo y aparejos para lanchas de desembarco y otros aparatos preparados con mucho mayor cuidado, todos los cuales se han planeado y fabricado durante los meses de invierno. Todos debemos estar preparados para enfrentar ataques con gas, ataques de paracaídas y ataques con planeadores, con constancia, previsión y habilidad ejercitada.

 

Una vez más debo enfatizar lo que el general Dill ha dicho y lo que señalé yo mismo el año pasado: con el fin de ganar la guerra, Hitler debe destruir a la Gran Bretaña. Él podrá llevar desgracia a los Estados balcánicos; él podrá desgarrar grandes provincias de Rusia; él pudiera marchar al Caspio; podrá marchar a las puertas de la India. Todo esto no le servirá de nada. El podrá propagar su maldición más ampliamente por toda Europa y Asia, pero no evitará su destino.

 

Con cada mes que pasa, los muchos países orgullosos y alguna vez felices que ahora sujeta por la fuerza bruta y la intriga vil, están aprendiendo a odiar el yugo prusiano y el nombre nazi, ya que nada nunca antes ha sido tan odiado con tanta fuerza y tan ampliamente entre los hombres. Y todo el tiempo, dueños del mar y del aire, el Imperio Británico -o mejor dicho, en un cierto sentido, todo el mundo de habla inglesa- estará siguiendo su huella blandiendo con ellos las espadas de justicia.

El gobierno de Estados Unidos estaba en proceso de aprobar la Ley de Préstamo y Arrendamiento, la que proporcionaría ayuda militar a Gran Bretaña y China. Churchill no iba a perder la oportunidad de ayudar al proceso de aprobación. Concluyó haciendo un llamamiento directo a los Estados Unidos.

Depositen su confianza en nosotros. Dennos su fe y su bendición y por la Providencia que todo estará bien. No fallaremos o flaquearemos; no nos debilitaremos o cansaremos. Ni el choque repentino de la batalla ni las pruebas prolongadas de la vigilancia y el esfuerzo nos va a desgastar. Dennos las herramientas y finalizaremos el trabajo.

Si quieres leer todo el discurso en inglés visita el sitio iBiblio.

El acorazado HMS Barham que operaba en el Mediterráneo en 1941.

Hay numerosas crónicas de lo bien que fue recibido el discurso por aquellos que lo escucharon. El Cirujano-Comandante E. R. Sorley, de la Marina Real, escuchó en el HMS Barham y relató su reacción en una carta escrita a su esposa al día siguiente:

Anoche pensé en ti con mucha frecuencia cuando estaba escuchando la transmisión de Winston Churchill. Llegó hasta nosotros extremadamente bien y como coincidió con nuestro cine semanal, se hicieron arreglos especiales para tener el discurso transmitido a través del amplificador del cine entre partes de la película.

Créeme, un intermedio muy novedoso e interesante; todos nosotros, incluyendo el Almirante y el Capitán, escucharon con las orejas estiradas y se rieron con el Primer Ministro mientras azotaba a los dictadores con su lengua. Gracias a Dios por Winston Churchill en este momento. Creo que esa fue la sensación predominante entre nosotros al final de su discurso más emotivo.

No hay otro hombre en la tierra, yo creo, que nos pueda inspirar con el espíritu de la resolución tenaz y el deseo feroz de atacar a nuestros enemigos; quién puede combinar el arte de la oratoria en movimiento con la mordedura de la feroz invectiva justificada. Hay algo del niño en Winston Churchill; le encanta divertirse y hacer enojar a sus oponentes; uno casi puede verlo riendo y relamiendo sus labios mientras despliega sus frases mordaces sobre los nazis y el Mussolini de ‘corazón negro’. Sin embargo, ninguno de sus oponentes puede competir con él respondiéndole; incluso si pudieran, se quedaría absolutamente impasible.

 

Cómo Hitler y Mussolini deben odiarle. El discurso de anoche fue una obra maestra y en mi opinión debería tener un lugar en la historia junto a sus palabras inspiradas después de que Francia había caído. Recuerdas “Debemos prepararnos para nuestro deber… si la Commonwealth británica tendrá una duración de mil años, los hombres aún dirán: Este fue su mejor hora”.

 

La continuación de la película después de la transmisión se tradujo un poco en un anticlímax. Trasladarse de la atmósfera de un Churchill inspirado a aquella de Mickey Rooney representando las aventuras del niño Edison, restó el valor de entretenimiento de este último.

Esta y otras cartas del Cirujano-Comandante Sorley se pueden leer en la Guerra del Pueblo de la BBC.

A bordo del barco de guerra HMS Barham - limpiando los cañones de15" después de estar en acción.

A bordo del HMS Barham en 1941 - Subiendo proyectiles de 15".

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