El buque de tropas Oronsay es hundido
El RMS Oronsay fue el primer crucero oriental en zarpar desde Australia como una atracción turística, posteriormente fue utilizado como transporte de tropas y correo durante la Segunda Guerra Mundial, hasta que se hundió en las costas de Sudáfrica cuando fue torpedeado el 9 de octubre de 1942. Seis hombres perdieron la vida en el trágico evento.
Uno de los submarinos dirigidos a buscar buques en convoy frente a Sudáfrica encontró un objetivo el 9 de octubre. El submarino italiano Archimede, localizó al crucero Oronsay realizando su trayecto de regreso hacia la Gran Bretaña sin escolta. Ella llevaba un gran cargamento de metal de cobre y naranjas -ambos productos muy necesarios en Gran Bretaña-. Sus pasajeros eran principalmente soldados que habían completado su entrenamiento en Sudáfrica.
Entre ellos se encontraba el oficial piloto Roger Quigley, de la Reserva de Voluntarios de la Real Fuerza Aérea (RAFVR). Había dejado Singapur en el último barco antes de la capitulación ante los japoneses; como piloto calificado se fue a Sudáfrica para dar entrenamiento para la Real Fuerza Aérea (RAF). Ahora iba de regreso a Gran Bretaña para completar su formación y unirse a un Escuadrón:
Viernes 9 de octubre de 1942
Un golpe estremecedor me despertó. Hora: 5.30 A.M. Mi primer pensamiento coherente fue que el barco había chocado. Salté de la litera de arriba y encendí las luces. Me quité el pijama (¡la fuerza de la costumbre!) Me puse pantalones cortos y camiseta KD. Incluso en este corto tiempo las luces de la cabina habían comenzado a atenuarse, así que no persistí en mi búsqueda de la segunda media. Walters, mi compañero de cabina, se había ido ya y la notoria inclinación que la cabina estaba asumiendo pronto me convenció que sería una tontería permanecer bajo cubierta por más tiempo.
Salí de la cabina con los zapatos en la mano y me dirigí hacia mi estación de bote, la cubierta B, del lado de babor. Ya se había decidido que la inclinación a estribor haría que el lanzamiento de los botes de puerto fuera muy difícil, por lo que todo el mundo se dirigía hacia el lado de estribor. Aquí había una multitud considerable. La profunda oscuridad obstaculizaba el descenso del bote. Encender luces estaba prohibido, aunque obviamente el submarino podía vernos desde donde ella estaba detenida en la superficie. Me temo que debe haber habido varias bajas cuando el bote anidado se bajó demasiado rápido, golpeando al bote líder antes que éste pudiera apartarse de un lado de la nave. Los gritos y gemidos de la gente en el bote de abajo eran para romper el corazón. No estaba muy animado a hacer fila para un asiento en un bote salvavidas. Decidí esperar los acontecimientos.
Tropecé con MacIntyre en la oscuridad. Decidimos quedarnos juntos. El buque no parecía dar la impresión de estar en peligro inminente de hundimiento, por lo que decidí correr hasta mi camarote para recoger mi gorra de servicio. Después de todo, la protección para la cabeza es muy necesaria en los trópicos. Recuerdo haberme preguntado si no estaba siendo muy tonto. Recordé los casos en que los pasajeros habían regresado a las cabinas y no habían vuelto a verse.
El alumbrado de emergencia ahora estaba funcionando, aunque la cabina estaba a oscuras. A tientas descubrí un par de suéteres, mi segunda media y mi gorra, esta última en el suelo del camarote. Pensé después que me pude haber puesto un traje azul. Sin embargo, para este momento, ¡yo estaba muy poco dispuesto a permanecer más de unos pocos segundos! Cuando ya me iba, me acordé de mi cartera. La puse junto con mis llaves (incluyendo la llave de mi casa). Desafortunadamente dejé una nueva cartera, un regalo de Jimmie. ¡Recuerdo haberme mofado con la idea de perder preciosos segundos recolectando mis monedas sueltas!
Llegué a cubierta y contacté a Mac. Poco después llegó otro choque estremecedor. El segundo torpedo había encontrado su marca, esta vez en el lado de babor. Un gran diluvio de agua barrió la cubierta del barco y se vertió en los botes salvavidas restantes. Obstaculizando aún más los esfuerzos de la tripulación para bajarlos. Para este momento el número de personas que permanecían a bordo era mucho más pequeño. Ayudé a bajar el bote antes del último y junto con Mac bajé por la cuerda hacia él. Cuando estaba lleno, nos apartamos del lado sin dificultad. La inclinación de la nave era ahora más notoria. Tan pronto como el último de los botes se alejó, casi de inmediato siguió el impacto del tercer torpedo, otra vez en el lado de babor. No hubo cambio aparente en la actitud de la nave. Un cuarto torpedo pegó en el barco un poco más tarde, registrando un impacto en la popa. Causó una explosión considerable. Pensé que el cuarto de municiones había sido volado. El barco comenzó a hundirse rápidamente, primero de popa, la proa levantándose lentamente fuera del mar. Pronto se deslizó de nuevo al mar. Un gran chorro de escombros surgió al momento en que el aire comprimido luchaba por abrir su camino hacia arriba. A las 8:05 A.M. nuestro barco se había ido. Mis pensamientos egoístas en ese momento fueron de pena intensa por haber perdido todas mis pertenencias recolectadas a lo largo de los últimos cuatro años y medio, incluyendo dos trajes de servicios de la RAF, provisiones, fotografías y direcciones.
Más de la mitad de nuestro bote salvavidas estaba lleno de agua. Sacarla de él no mejoró notablemente la posición. Decidimos buscar otro bote. Eventualmente descubrimos uno casi anegado, con un esfuerzo de acero conseguimos vaciarle el agua y el petróleo crudo después de dos duras horas de usar baldes. Era ya mediodía y estaba extremadamente caliente. Durante la mañana, las dos lanchas que se habían alejado para ponerse a salvo habían reunido a todos los botes salvavidas, trece en total. ¡Fijamos rumbo de Freetown! Nuestro “convoy” consistía de cinco botes salvavidas, remolcados por una lancha y el resto bajo el cuidado de la segunda, haciendo 2-3 nudos durante la tarde. No reconocí a nadie en nuestro bote salvavidas más allá del adjunto de la nave y otros tres tíos de la RAF, uno cubierto casi por completo de petróleo crudo, pobre hombre. El operador de la radio de la nave comentó la triste noticia que una antena rota había impedido que los mensajes fueran transmitidos. ¡Qué mala pata! Primera comida a las 6 P.M. Dos galletas (1.5 pulgadas cuadradas), una capa de Bovril Pemmacan enmedio. Esta magnífica comida tragada con 1.5 onzas de agua. Si esa es la cena, ¡ya tuve suficiente!
Nuestra lancha todavía navegando arrastrando a lo largo su carga humana. Cada bote salvavidas había aparejado un foque de vela mayor. El convoy parecía una serie de barcos pirata. Oscuridad a las 7:30, continuamos haciendo 2-3 nudos. Así terminó el viernes 9.
Para ver el diario completo, visita la página Ships Nostalgia [Nostalgia de Barcos].
El submarino italiano Archimede, el cual ultimó con cuatro torpedos al crucero Oronsay, el 9 de octubre de 1942.