Se aproxima el desenlace final en Singapur
Miles de civiles murieron por los incesantes bombardeos japoneses de Singapur.
Creo que debería saber la forma en la que estamos viendo la situación en Singapur. Le fue reportado al Gabinete [de Guerra] por el C.I.G.S. [Jefe del Estado Mayor Imperial] que Percival tiene más de 100,000 hombres, de los cuales 33,000 son ingleses y 17,000 australianos. Resulta dudoso si los japoneses tienen así de tantos en toda la península malaya…
En estas circunstancias los defensores deben superar, en gran medida, el número de fuerzas japonesas que han cruzado los estrechos y en una batalla muy competida deberían destruirlos. En esta etapa no puede haber detenimientos para pensar en salvar tropas o preservar a la población. A toda costa, en la batalla, debe combatirse hasta el amargo final.
La 18ª División tiene la oportunidad de pasar a la historia. Comandantes y oficiales superiores deberían morir con sus tropas. El honor del Imperio británico y del Ejército inglés está en juego. Confío en que no mostrará piedad frente a ninguna forma de debilidad. Con los rusos peleando como lo están haciendo y la terquedad de los norteamericanos en Luzón, la reputación entera de nuestro país y nuestra raza están involucradas.
Wavell, en su día final en la isla, repitió la esencia de este mensaje, en la Orden del Día, a todas las tropas en Singapur:
Es cierto que nuestras tropas en Singapur son mucho más numerosas que las fuerzas japonesas que han cruzado los Estrechos. Debemos derrotarlos. Nuestra entera reputación de combate está en juego y el honor del Imperio británico. Los norteamericanos han estado aguantando en la Península de Bataan en contra de todos los pronósticos; los rusos están disminuyendo la fuerza de los alemanes; los chinos, casi completamente carentes de equipo moderno, se han defendido de los japoneses por 41 años. Será una vergüenza si cedemos nuestro alarde de fortaleza en Singapur a fuerzas enemigas inferiores.
No puede pensarse en la preservación de las tropas o de la población civil y no puede mostrarse piedad ante cualquier forma de debilidad. Los comandantes y oficiales superiores deben liderar sus tropas y, si es necesario, morir con ellas.
No puede haber cuestionamientos o ideas de rendición. Cada unidad debe combatirla hasta el final y en estrecho contacto con el enemigo… Espero que ustedes y sus hombres peleen hasta el final para demostrar que el espíritu de lucha que forjó nuestro Imperio todavía existe para permitirnos defenderlo.
La orden fue enviada con el aval del comandante general oficial, Arthur Percival:
En algunas unidades, las tropas no han mostrado el espíritu de combate que se espera de los hombres del Imperio británico… Será una vergüenza que perdurará si somos derrotados por un ejército de gánsteres astutos, muchas veces inferior en números que nuestros hombres. El espíritu de agresión y determinación por sobresalir debe ser inculcado en todos los rangos. No habrá más retiradas sin órdenes… Hay demasiados combatientes en las áreas de retaguardia. Cada hombre disponible que no se encuentre realizando trabajos esenciales deberá ser utilizado para detener al invasor.
La situación no era tan favorable para los ingleses como Londres trató de describirla. Japón tenía superioridad aérea absoluta y dominaba los mares desde el hundimiento de los acorazados HMS Prince of Wales y el HMS Repulse. En tierra tenían tropas experimentadas y los únicos tanques de la campaña. Una gran proporción de las fuerzas británicas eran tropas indias pobremente entrenadas. Aquéllos refuerzos que habían llegado en los últimos meses apenas habían tenido tiempo de aclimatarse y mucho menos adaptarse a las tácticas de guerra en la selva. Era evidente que los ingleses habían cometido errores en la defensa de Malasia y para este momento ya no se trataba de un simple caso de “tenemos superioridad numérica”.
Si deseas saber más, lee “Tamajao 241: A PoW Camp on the River Kwai” [Tamajao 241: un campo de prisioneros en el Río Kwai], de Ernest Warwick.
Bomberos militares tratan de contener el fuego causado por un bombardeo japonés en Singapur.