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El ominoso error de Churchill en el norte de África

Una fotografía oficial tomada el 4 de enero de 1941, demostrando el frío que hacía en el desierto. El general Sir Archibald Wavell (izquierda), comandante en jefe en Medio Oriente, con el teniente general Richard O'Connor, comandante de las Fuerzas en el Desierto Occidental, durante el asalto a Bardia.

Winston Churchill parecía ahora estar satisfecho con la rápida victoria que trajo la Operación Compás en el norte de África. El general Richard O’Connor no sólo se había encargado de echar a los italianos de Egipto y proteger los intereses británicos en el Canal de Suez, sino también de despojar la región de Libia Cirenaica en manos de los ítalos.

Con una inferioridad numérica de tres a uno, en tan sólo dos meses, la Fuerza del Desierto y el XIII Cuerpo había avanzado más 1,200 kilómetros, había destruido todo un ejército italiano de diez divisiones, tomado más de 130,000 prisioneros, 400 tanques y 1,292 armas con un costo minúsculo de 500 muertos y un poco más de un millar de heridos.

Sin embargo, Churchill y los jefes de Estado Mayor en Londres siempre habían considerado básicamente el avance a través de Libia como una operación defensiva. Su objetivo se había logrado al momento de afianzar "un flanco seguro para Egipto", tal vez en Tobruk, tal vez en Benghazi. Pero a partir de entonces, todas las operaciones en el Medio Oriente estarían subordinadas al envío de fuerzas a los Balcanes. A mediados de enero, antes de que Tobruk se hubiera tomado, los griegos habían declinado la oferta de un nuevo contingente británico y esto dio lugar a la decisión de continuar el avance hasta Benghazi -gracias a Metaxas y Papagos, los líderes griegos, pertenecía parte del crédito por la victoria británica en Beda Fomm-.

Mas el 29 de enero de 1941, Metaxas había muerto y a principios de febrero el nuevo gobierno de Koryzis solicitó de los ingleses toda la ayuda que pudieran brindar en caso de que los alemanes atacaran a Grecia.

El general O’Connor quería seguir aprovechando el momento anímico y militar y continuar el avance hasta Trípoli, donde los italianos estaban desembarcando equipo y tropas para combatir a los Aliados, pero Churchill le ordenó detenerse. El 12 de febrero Churchill envió un telegrama al general Wavell felicitándolo por la conquista de Cirenaica y añadió las fatídicas palabras:

Deberíamos estar satisfechos haciendo un flanco seguro para Egipto en Tobruk, y le habíamos dicho que a partir de ese entonces Grecia y/o Turquía debían tener prioridad, pero que si podía tomar fácilmente Benghazi y sin perjuicio de los llamados europeos, tanto mejor. Estamos encantados que haya obtenido este premio tres semanas antes de lo esperado, pero esto no cambia, de hecho más bien confirma, nuestra directiva anterior, es decir, que su esfuerzo principal debe ser ahora ayudar a Grecia y/o Turquía. Esto descarta cualquier esfuerzo serio contra Trípoli, aunque demostraciones menores hacia allá podrían ser un engaño útil. Por tanto, debe asegurar Benghazi y concentrar todas las fuerzas disponibles en el Delta, en preparación para la movilización a Europa... Por lo tanto, pareciera que debiéramos tratar de colocarnos en una posición para estar en condiciones de ofrecer a los helenos la transferencia a Grecia de la porción de combate del Ejército que hasta ahora ha defendido a Egipto, y hacer todos los planes para enviarla y reforzarla hasta el límite con hombres y material.

Con esto, la fuerza de combate británica se vería disminuida con el despojo de sus mejores elementos y material de guerra. Los británicos perdieron la oportunidad de controlar la totalidad de Libia y, en un estado debilitado, pronto se enfrentarían a una larga y difícil lucha contra las tropas alemanas. Ese mismo día, Rommel llegó a Trípoli.

 

Si quieres saber más, lee “The Churchill War Papers: The ever-widening war, 1941” [Los documentos de guerra de Churchill], de Winston Churchill.

El señor Eden en Cairo, en abril de 1941. Eden y el general Dill estarian en Cairo para ultimar detalles del traslado de las fuerzas britanicas en el norte de Africa a Grecia en febrero de 1941. En la fotos, de izquierda a derecha, el general Smuts, Lady Lamp, el señor Eden, el general John Dill, el general Sir Rynereld y Sir Miles Parker.

El general británico Richard N. O'Connor, comandante de las Fuerzas en el Desierto Occidental. Después de la victoria en Libia Cirenaica contras los italianos, O'Connor queria seguir avanzando a Trípoli y evitar mayores desembarcos de tropas y equipo. Churchil le ordenó no seguir avanzando. Pintura de Joyce Aris.

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