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Granaderos en apoyo de un ataque de tanques Tiger.

En la mente del mariscal de campo Erich von Manstein, el objetivo alemán para 1943 debería haber sido poner en marcha una ofensiva temprana para tomar a los soviéticos con la guardia baja siguiendo su éxito en Stalingrado. Esto se retrasó como consecuencia del mal tiempo, el barro de la primavera no era adecuado para los panzers.

 

El plan se había cambiado por un ataque de dos frentes en la saliente de las tropas soviéticas en torno a Kursk. Manstein había estado a favor de un ataque a principios de mayo, tan pronto como el suelo estuviera listo para la batalla masiva de blindados. Sin embargo, Hitler había retrasado y vuelto a retrasar, esperando los nuevos tanques Panther y Tiger, los cuales él consideraba como armas ganadoras de guerra. Manstein había argumentado que estaban perdiendo el elemento sorpresa. También había argumentado que la situación precaria en Túnez significaba que pronto se enfrentarían a una nueva amenaza desde el oeste.

Las predicciones de Manstein ahora se hicieron realidad. Los ataques alemanes en Kursk infligieron numerosas bajas, pero se vieron atrapados entre las defensas bien preparadas del Ejército Rojo, construidas en líneas sucesivas. Luego entonces la invasión de Sicilia enervó a Hitler y él decidió que él quería movilizar un número substancial de divisiones blindadas al oeste. El 13 de julio se había convocado a una conferencia.

Era una reversión de la posición habitual donde Hitler exigió que sus generales atacaran y ellos abogaban por la libertad de hacer algunos retiros estratégicos. Ahora Manstein, comandante del Grupo de Ejércitos del Sur, abogó por un poco más de tiempo para acabar con las reservas soviéticas. Pero para el 16 de julio le fue negado incluso eso. Su frustración se registra en sus memorias:

El comandante del Grupo de Ejército del Centro, el mariscal de campo von Kluge informó que el Noveno Ejército no estaba haciendo mayores avances y tuvo que privar de todas sus fuerzas móviles para detener las incursiones profundas del enemigo dentro de la saliente de Orel. No puede haber ninguna duda de continuar con “Ciudadela” o de reanudar la operación en una fecha posterior.

Hablando en nombre de mi propio Grupo de Ejércitos, señalé que la batalla estaba ahora en su punto culminante y que suspenderla en este momento equivaldría a arruinar una victoria. De ninguna manera debemos dejar ir al enemigo hasta que las reservas móviles que él había comprometido estuvieran completamente vencidas.

No obstante, Hitler ordenó que “Ciudadela” fuera suspendida en consideración de la situación en el Mediterráneo y el estado de las cosas en el Grupo de Ejércitos Central. La única concesión que haría es que el Grupo de Ejércitos Sur debería continuar el ataque hasta que hubiese logrado su objetivo de aplastar las reservas blindadas del enemigo.

De hecho ni siquiera esto se podría lograr, ya que unos días más tarde el Grupo de Ejércitos recibió la orden de proporcionar varias divisiones blindadas para el Grupo de Ejércitos Central. Los grupos de asalto de ambas formaciones tuvieron que retirarse a sus líneas de inicio originales.

Así que la última ofensiva alemana en el este terminó en un fiasco, a pesar de que el enemigo oponiéndose los dos ejércitos atacantes del Grupo de Ejércitos Sur había sufrido cuatro veces sus pérdidas en prisioneros, muertos y heridos.

A partir de este punto los alemanes estarían en retirada, tanto en el Este como en el Oeste. El proceso se desdobló sólo de forma gradual y habría reveses. Pero este punto marcó el final definitivo de las esperanzas alemanas para llevar a cabo una estrategia ofensiva.

Si deseas saber más, lee “Lost Victories” [Victorias perdidas], de Erich von Manstein.

Estas escenas muestran tomas de la batalla desde la perspectiva soviética:

Granaderos alemanes sobre un cañón de asalto ‘Sturmgeschütz’..jpg

Granaderos alemanes sobre un cañón de asalto Sturmgeschütz.

Soldados alemanes caminan y pasan a un lado de un tanque medio T-34 ardiendo durante la ba

Soldados alemanes caminan y pasan a un lado de un tanque medio T-34 ardiendo durante la batalla de Kursk, Unión Soviética, en julio de 1943. Aunque el conflicto entre las fuerzas soviéticas y alemanas apenas duró dos meses, es considerada la más grande batalla de tanques de la historia.

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