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Continúa la amarga lucha en Guadalcanal

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Camino que conduce a la línea del frente desde la zona del vivaque, en Guadalcanal.

En Guadalcanal los japoneses habían sido derrotados. Habían abandonado el intento de expulsar a los estadounidenses del Campo Henderson, así como la lucha para tomar la isla. Había resultado imposible reforzar sus tropas en la isla o incluso reabastecer las existentes correctamente. Algunas tropas japonesas fueron evacuadas por el “Tokyo Express” [Expreso de Tokio], los destructores rápidos que se arrastraban durante la noche, pero de ninguna manera lo fueron todas.

Sin embargo, el abandonar el intento por tomar la isla no significaba que iban a rendirse. De alguna manera, esto era sólo la primera muestra de la forma en que toda la guerra del Pacífico se desarrollaría. No tenía sentido realista la continuación del combate, pero era imposible que los japoneses dejaran de continuar haciéndolo.

El sargento Mack Morriss estaba trabajando en “Yank”, el periódico de las fuerzas armadas estadounidenses, cuando empezó a escribir un diario. Tal vez el estar un poco alejado de los acontecimientos le dieron una perspectiva algo diferente de lo que vio:

18 de enero de 1943

No veo cómo esto puede durar mucho más tiempo. Por la cifra real, somos 51,000 de nosotros los que estamos aquí y algo así como 8,000 japoneses –todos los cuales no son efectivos- y esto todavía continúa.

Debe ser increíble para la gente que nunca ha visto este lugar. Pero no me sorprendería si estamos todavía rodeando a extraviados en un año a partir de ahora, a menos que todos se mueran de hambre. No son tanto los japoneses como este terreno espantoso, pero al mismo tiempo los pequeños bastardos son tan difíciles de eliminar como una dosis de cangrejos. Se meten bajo la tierra y contra viento y marea alta no salen a menos que los arrastres hacia afuera.

Están peleando el peor tipo de guerra que hay -una especie de desesperación fatalista-. Ellos deben saber que no tienen ninguna oportunidad, pero al parecer van a morir hasta lo último. Pero están empezando a quebrarse.

Esta cosa no tendría que prolongarse más si algunos de estos hombres tuvieran algo de sentido común. Es repugnante. Los cuarteles superiores se están rompiendo una pierna por capturar a todos los prisioneros que sean posibles, pero miren todos estos incidentes.

En el frente de los infantes de marina anoche un japonés entró con las manos en alto, diciendo “yo enfermo, yo enfermo”. El Mayor, sabiendo que estaban otros japoneses viendo, le indicó que se acercara –le dijo a sus hombres que no dispararan-. Un marine levantó su rifle y el mayor lo sentó de un empujón -pero del otro lado otro tonto sacó una escopeta y voló al japonés en pedazos-. Los japoneses viendo desaparecieron –ahora nunca más se van a volver a rendir como prisioneros-.

Cosas como que siempre están pasando –los chicos ponen el dedo en el gatillo fácilmente o piensan que esa es una buena oportunidad para matar a un japonés y le dan con todo-. Mientras exista esta situación, los japoneses naturalmente van a luchar hasta el último hombre.

En el frente del Ejército, los hombres tenían el suficiente sentido común como para saber que si le disparaban a un hombre que se estaba rindiendo sólo estaban haciendo las cosas más difíciles para ellos mismos -y no lo han hecho, al menos no en la 35ª-.

Los infantes de marina deben haber estado tratando de estar a la altura de su reputación. No es una cuestión de humanidad, sino puramente una cuestión de operación militar práctica.

He escuchado algunas historias bastante terribles de salvajismo por parte de nuestros muchachos. Dowling dijo que le disparó a un francotirador a 100 yardas de distancia de él y antes de que pudiera llegar allí le estaban pateando sus dientes para tenerlos como recuerdos. Esos eran los Marines, un grupo de muchachos que se vuelven feroces en un combate.

El Ejército es un poco diferente. En la 35ª vi una oreja nipona pasando alrededor. Los hombres no tenían mucho estómago para eso. Pero luego está el caso de mi joven “cura asesino”, que cortaba las cabezas sólo por diversión o algo así.

Cuando los niveles de civilización bajan, ellos pegan con una explosión. Puedo entender parte de eso, pero hay otras cosas que no entiendo en absoluto. Tal vez sea porque no he visto lo suficiente.

Si deseas saber más, lee “South Pacific Diary” [Diario del Pacífico del Sur], de Mack Morriss.

Depósito de suministros que fue creado en la playa Kokumbona después de expulsar al enemig

Depósito de suministros que fue creado en la playa Kokumbona después de expulsar al enemigo; nótense los cráteres hechos por las bombas y proyectiles de artillería que fueron utilizados como trincheras por las tropas. El movimiento envolvente atrapó a varias unidades enemigas en Kokumbona que posteriormente fueron destruidas rápidamente. Para finales del mes de enero, las tropas estadounidenses habían llegado al Río Bonegi.

La portada del semanario de las fuerzas armadas estadounidenses “Yank”, de octubre de 1944

La portada del semanario de las fuerzas armadas estadounidenses “Yank”, de octubre de 1944. En la cubierta se encuentra el sargento Earl Rivard asomando la cabeza fuera de una choza de bambú y muestra recuerdos que recogió detrás de las líneas enemigas en Birmania. Lleva una gorra de campo japonés, sostiene una pequeña bomba antipersonal en su mano derecha y una daga de “honor” de un piloto en su mano izquierda. En su codo hay una pieza de un avión Zero japonés.

Soldados rusos leen una edición del periódico semanal estadounidense “Yank”..jpg

Soldados soviéticos leen una edición del periódico semanal estadounidense “Yank”.

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