Las víctimas poco recordadas de la 8ª Fuerza Aérea
La línea de producción de los B-24 Liberator en la planta Willow Run de Ford.
Había muchos peligros que enfrentaban los miembros del personal militar durante la guerra, muy distintos de los que se enfrentaban en combate. Por necesidad, las medidas de seguridad se relajaron en tiempo de guerra y el número de muertes por accidentes era alto. Era probablemente más alto en las fuerzas aéreas, donde los peligros inherentes se multiplicaban por el gran número de hombres siendo entrenados en nuevos tipos de aeronaves en espacios de tiempo relativamente cortos.
De las 55,500 víctimas mortales del Comando de Bombarderos de la Real Fuerza Aérea (RAF) durante la guerra, 8,195 murieron en accidentes de vuelo o accidentes en tierra. Estos incluían hombres de diferentes nacionalidades, incluyendo los ciudadanos estadounidenses que se unieron a la guerra antes que los mismos Estados Unidos.
Resulta difícil encontrar cifras comparables para el 8ª Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAAF) que comenzó sus operaciones desde la Gran Bretaña en 1942 y apenas estaba empezando su campaña de bombardeo contra Alemania y la Europa ocupada. Hubo 13,621 muertes por accidentes en todo tipo de aeronaves en el continente americano solamente entre 1942-1945, durante el mismo periodo 12,506 aviones fueron destruidos.
Por supuesto que los accidentes de aviación eran también comunes en operaciones en el extranjero. El 20 de febrero de 1943 probablemente no fue diferente de cualquier otra práctica de vuelo para la 8ª Fuerza Aérea:
20 de febrero de 1943
Práctica de Vuelo, Shipdham, Inglaterra
El teniente Bill McCoy y la tripulación estaban realizando prácticas de vuelo cuando repentinamente la aeronave y la tripulación se estrellaron en las cercanías de Watton, quemando a todos los hombres más allá del reconocimiento. Ya que la tripulación estaba volando sola y debido a que no hubo sobrevivientes, muy poco se supo acerca de la causa del accidente y el desastre resultante. Un granjero local inglés dijo que escuchó al avión y lo vio estrellarse. La sección entera de la cola se había desprendido.
Un compañero piloto, Howard F. Adams, recordaría el accidente en su diario:
El pasado sábado (20 de febrero) marcó el trágico final de una semana muy funesta. En esa tarde, el Capitán Bill McCoy de la 66ª, llevó al teniente coronel Snavely para fotografiar algunos aterrizajes en el B-24 de Bill, “Scrappie Pappy” como él le llamaba. Después de varios aterrizajes rodó de nuevo a la zona de aparcamiento para dejar al coronel, pero Bill dijo que quería filmar algunos aterrizajes más con Jon C. Brown, un bombardero, fungiendo como copiloto. Veinte minutos después de haber despegado, llegó el reporte en el que se informaba que se habían estrellado.
Con la esperanza contra toda esperanza de que no fuera grave, Bill Brandon y yo corrimos hacia abajo a operaciones sólo para ser aplastados por la noticia de que toda la tripulación, unos ocho hombres, habían muerto, incluyendo Bill McCoy, Brown y Hook, un navegador desde hace mucho tiempo en la 66ª. A pesar del hecho de que todos compañeros en la nave eran buenos tipos, la pérdida de Bill McCoy fue tal vez el golpe más duro sufrido por la escuadra o incluso el grupo hasta ahora.
Un tipo grande de seis pies dos pulgadas, 200 libras, con el pelo negro y rizado y una sonrisa de una milla de ancho, “Big Bill” o “Wild Bill”, como se le conocía cariñosamente, era muy querido y admirado por todos, desde el coronel hasta el más bajo de los soldados rasos. Como piloto él no tomaba el segundo asiento por nadie, ya que se destacaba por su capacidad de poner un B-24 a prueba. En muchas de nuestras incursiones, Bill lideró a todo el grupo y era por mucho el mejor de todos ellos haciéndolo.
En la investigación del accidente, se encontró que el ensamble entero de la cola se había desprendido del avión de Bill, mientras estaba a tres o cuatro mil pies de altura y por lo tanto fue imposible, incluso para Bill, aterrizarla para ponerse a salvo. Inmediatamente después de perder la cola, el avión entró en una barrena plana y se fue en picada al suelo a una velocidad muy alta, matando a todos al impacto. Después de chocar en tierra, estalló en llamas y así fue demolida por completo. Este accidente trajo nuestras pérdidas totales para la semana a seis.
Howard F. Adams moriría pocos días después, en el ataque del 26 de febrero en la base naval de Wilhelmshaven, junto con todos menos uno de su tripulación.
Si deseas saber más, lee “The 44th Bomb Group Roll of Honor and Casualties” [Lista de Honor y bajas del 44º Grupo de Bombardeo], de Will Lundy.
El Consolidated B-24J-90-CO Liberator, número de serie 42-100353, del 703º Escuadrón de Bombarderos, 445º Grupo de Bombardeo, de la 8ª Fuerza Aérea. Tuvo un aterrizaje forzoso en un campo cerca de Metfield, Norfolk, Inglaterra, el 8 de marzo de 1944.
La cabina de pilotos de un B-24 Liberator.
Winston Churchill en la cabina del B-24 Liberator “Commando”, avión pilotado por el capitán William Vanderkloot y que lo llevó a Moscú para reunirse con Joseph Stalin, en agosto de 1942.
El B-24D-5-CO Liberator, número de serie 41-23819, “Rugged Buggy” [Cochecito Robusto], del 68º Escuadrón de Bombarderos, 44º Grupo de Bombardeo “The Flying Eightballs” [Las Bolas Ocho Voladoras], de la 8ª Fuerza Aérea. Este avión se perdió el 14 de mayo de 1943 en una misión sobre Kiel, Alemania.
Material de archivo original del 44º Grupo de Bombardeo en la base de la RAF en Shipdham. El 44º Grupo de Bombardeo tuvo la mayor tasa de pérdida de la 8ª Fuerza Aérea con 153 aviones perdidos en combate y 39 accidentes.