La bandera Roja es levantada sobre Stalingrado, por fin la amarga lucha había terminado.
El fin había llegado. Tan pronto como él había enviado sus felicitaciones personales a Hitler por su décimo aniversario en el poder, el 30 de enero, von Paulus ordenó que se hiciera contacto con las fuerzas soviéticas.
Von Paulus ya no tenía fuerzas para combatir. Agotado, su rostro contraído, se retiró a la tienda de departamentos Univermag, en la Plaza Roja de la ciudad. Los rusos capturaron la plaza y se enteraron por un prisionero que von Paulus estaba en el edificio, que estaba siendo vapuleado por cañones y morteros. Un oficial alemán agitó una bandera blanca a los rusos que se estaban preparando para tomar por asalto la tienda y el teniente Fedor Yelchenko atravesó la plaza corriendo.
El joven teniente ruso encontró a von Paulus, quien horas antes había sido promovido a mariscal de campo, acostado en su cama en el sótano, completamente vestido: “Bueno, esto lo termina todo”, dijo el teniente, von Paulus sólo asintió con su cabeza.
Las delegaciones soviéticas entraron en el sótano de la tienda de departamentos Univermag que se encontraba en ruinas, donde el 6º Ejército había establecido su cuartel general. El combate continuaba a sólo 400 metros de distancia. Era un laberinto de pasillos poco iluminado con escombros tirados por todos lados, pero los guardias alemanes estaban fuertemente armados y las banderas con la esvástica estaban en exhibición de forma prominente.
El testimonio del general soviético Mutin describe cómo se llevó a cabo la rendición. Al principio, no se les permitió ir directamente con von Paulus... Ver Más