Incluso el poderoso tanque Tiger, apareciendo ahora en números limitados en África del Norte, no pudo hacer ninguna diferencia.
Los generales alemanes estaban ahora muy conscientes que Hitler se negaba obstinadamente a ceder terreno, no importa cuál fuese la situación. En el norte de África había estado reforzando su ejército en el desierto, incluso cuando estaban atrapados entre el Octavo Ejército y las fuerzas estadounidenses y británicas viniendo del oeste.
Los altos oficiales alemanes pensaban que continuar la campaña era inútil, incluso desde noviembre de 1942. Aquellos en el mando sabían que muy pronto perderían su presencia en África. La situación no era tan sombría como en Stalingrado, aunque un número similar de tropas estaba involucrado -tropas que aún podían ser evacuadas para seguir combatiendo en otro lugar-.
Convencer a Hitler de la realidad de la situación no sería fácil. Al decidir que un oficial de primera línea pudiera ser capaz de influirlo, el comandante directo en el Norte de África, el general Von Arnim, aprobado por su comandante basado en Italia, Albert Kesselring, dispusieron enviar un emisario al cuartel general del Führer. El coronel Hans von Luck fue elegido como el hombre que tenía la experiencia de batalla y credibilidad como para presentar la opción a Hitler.
Así fue que, a principios de abril, Hans von Luck se encontró en el cuartel general del Führer tratando de conseguir una audiencia con Hitler. Primero tuvo que lidiar con la burocracia y los altos oficiales rodeando al propio Hitler... Ver Más