Paulus se rehúsa a romper el cerco en Stalingrado
Los intentos de un grupo por calentar los motores de un avión de transporte Ju 52 en uno de los aeródromos dentro de Stalingrado.
El mariscal de campo Erich von Manstein había comenzado su ataque a través de las líneas soviéticas el 12 de diciembre, en un intento por liberar al 6º Ejército alemán en Stalingrado. Después de comenzar a hacer un buen progreso, la resistencia del Ejército Rojo se endureció, pero más ataques seguían realizándose en el área alrededor del perímetro de Stalingrado. Sin embargo, ahora el ejército italiano había sido vencido y el flanco de su propio Grupo de Ejércitos del Don estaba cada vez más expuesto. Mientras que la atención de los soviéticos y algunos recursos fueron desviados hacia otra parte ahora Manstein sentía:
Las posibilidades del Sexto Ejército de romper el cerco de asedio eran en la actualidad mejor de lo que habían sido nunca. Un enlace entre el 4º Ejército Panzer y el 6º Ejército dependía de este último tomando una parte activa en la batalla de ahora en adelante.
El 18 de diciembre, von Manstein envió a su jefe de inteligencia dentro del bolso de Stalingrado, el mayor Eismann, con este mensaje. Quería que el Sexto Ejército, comandado por el general Paulus, rompiera al sudoeste de Stalingrado en una operación que ya había sido preparada y que siguieran adelante hasta reunirse con el 4º Ejército Panzer, el cual estaba adentrándose hacia Stalingrado como parte de la operación Tormenta de Invierno [Unternehmen Wintergewitter]. Ellos entonces podrían evacuar Stalingrado sector por sector, un desarrollo que no era parte del plan, pero que sólo se le diría a Hitler después de realizado el evento.
Este fue el recuerdo de los hechos de von Manstein posterior a la guerra:
Paulus mismo no quedó impresionado por lo que Eismann le dijo, a pesar de que no dejó de hacer hincapié en la magnitud de las dificultades y riesgos que la tarea expuesta le implicarían.
El Jefe de Operaciones del Ejército e Intendente General también destacó las dificultades al mayor Eismann, pero ambos hombres también declararon que en esas circunstancias no era sólo esencial intentar una ruptura lo más pronto posible, sino que también era completamente factible.
Lo que en última instancia decidió la actitud del Cuartel General del Sexto Ejército Sexto fue la opinión del Jefe de Estado Mayor, el general Arthur Schmidt.
Sostuvo que era más que imposible para el ejército romper el cerco justo en ese momento y que esa solución sería “un reconocimiento del desastre”. “El Sexto Ejército”, le dijo a Eismann, “todavía estará en su posición para la Pascua. Todo lo que ustedes tienen que hacer es suministrarnos mejor”.
Schmidt obviamente suponía que era el asunto del Mando Supremo o del Grupo de Ejército sacar al ejército de una situación en la que había caído por causas ajenas a ellos y mantenerlo abastecido adecuadamente por aire en el ínterin. Era un punto de vista comprensible y uno que, en teoría, tenía todo el derecho de sostener.
Por desgracia, las circunstancias habían mostrado ser más fuertes. Eismann señaló que, si bien el Grupo de Ejércitos estaba haciendo todo lo posible para mantener los suministros, no tenían la culpa cuando las condiciones climatológicas llevaran al puente aéreo a un virtual estancamiento, ni tampoco estaban en condiciones de sacar máquinas de transporte de un sombrero.
Pero todas sus protestas eran como el agua en la espalda de un pato en lo que a Schmidt se refería. Incluso cuando Eismann trató de mostrar que una ruptura por parte del Sexto Ejército era necesaria en interés de las operaciones en su conjunto, el Jefe de Estado Mayor no cedería.
Mientras el comandante del ejército era probablemente un táctico mejor capacitado y un pensador más claro, ¡parecía que su Jefe de Estado Mayor tenía la personalidad más fuerte de los dos!
Y así, el resultado de las conversaciones fue que el general Paulus terminó pronunciando que la ruptura del cerco era absolutamente imposible y señalando que la rendición de Stalingrado estaba prohibida “¡por orden del Führer!”
Si deseas saber más, lee “Lost Victories: War Memoirs of Hitler’s Most Brilliant General” [Victorias Perdidas: Memorias de guerra del general más brillante de Hitler], de Erich von Manstein.
Tropas alemanas, armados con armas y ropa soviéticas capturadas, luchan contra el enemigo desde un tejado de una casa en Stalingrado, en enero de 1943. Foto: Bundesarchiv.