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Infantería soviética se lanza al ataque con tanques T-34.

Manstein se había quejado amargamente de que los alemanes habían cancelado su ofensiva “Ciudadela” demasiado pronto, antes de que tuviera oportunidad de aplastar las reservas del Ejército soviético, que él creía estaban a su alcance. Sin embargo, todo indicaba que los rusos tenían mucho más en reserva junto a estas fuerzas.

Tan pronto como la ofensiva alemana en Kursk perdió fuerza, el Ejército Rojo lanzó su propia ofensiva. Aunque habían sufrido pérdidas considerables en Kursk, mucho mayores que los alemanes, contaban poco contra las enormes fuerzas que todavía tenían disponibles para lanzar a la batalla.

Hans Schaufler era un oficial de señales de la Wehrmacht, responsable de la instalación de cables entre las posiciones cercanas a la línea del frente y la artillería hacia la retaguardia. Una vez establecido el sistema, ahora se situaba en un búnker cerca de la línea del frente con un equipo de “solucionadores de problemas”, cuyo trabajo consistía en salir a reparar las líneas cada vez que eran cortadas. Vio como Granaderos salían para asaltar la línea frente a él:

22 de julio de 1943

0910 horas.

Comenzó a retumbar poderosamente sobre el sector ruso: Blub-blub -- blub blub blub blub blub. Una ola terrible de fuego cayó en el lecho del arroyo en frente de nosotros y a lo largo de la ladera, justo en medio de los granaderos atacando.

Una nube de color amarillo grisáceo surgió delante de nosotros, como creado por un huracán. Rondas pesadas silbaban por encima y se estrellaban contra las posiciones de artillería detrás de nosotros. Sonaba como un concierto de ranas, excepto con una gran cantidad de tonos horribles. Metralla, ramas de árboles y macizos de tierra silbaban a través de nuestro huerto frutal. Los heridos gritaban de una forma que se metía hasta la médula de tus huesos: “¡Médicoooo!” Durante todo esto, sólo estábamos a en la periferia, mejor dicho, estábamos entre dos tormentas de hierro y pólvora.

Los restos de nuestras líneas colgaban por encima de las copas de los árboles. Involuntariamente metimos la cabeza en la esquina del bunker. La tierra se filtraba a través de las grietas en el techo del búnker y terrones saltaban de las paredes búnker. Estábamos recibiendo primordialmente fuego de mortero en el huerto.

El fuego de mortero ruso se extendió durante más de treinta minutos a lo largo del fondo del valle. Era como... bueno, no había comparación. Nunca habíamos experimentado algo así. Ciertamente no podía haber nada con vida.

Entonces… sólo un esporádico crujido-crujido-crujido y todo lo tenebroso había terminado en un instante. Los solucionadores de problemas querían salir gateando sobre sus espaldas con un rollo de alambre. Lo vi en sus ojos: Ellos con mucho gusto lo harían, sólo para estar lejos de allí… para tener algo qué hacer… sólo para no tener que sentarse allí sin hacer nada.

 

“Escuchen… quédense aquí… algo va a suceder, ¡de lo contrario los rusos no hubieran colocado los fuegos artificiales!”

Yo sólo había ordenado que las líneas que iban hacia la retaguardia fueran arregladas, ya que había al menos una trinchera cada par de cientos de metros. Después de diez minutos, ellos reportaron: “Quince parches… ¡Seguimos buscando!

Para este momento, se produjo un ruido familiar en los bosques y, en el aire, un canto metálico. Nuestros corazones literalmente se hundieron, ya que los nervios no eran exactamente estables en ese momento. Cazabombarderos rusos, Il-2, saltaron sobre la copa de los árboles.

Eso no habría sido tan malo, pero había rastros de condensación en lo alto del cielo -bombarderos, unos treinta, sesenta, noventa de ellos antes que dejáramos de contar, ya que los monstruos se dirigían directamente a nosotros. Silenciosamente abrieron sus compuertas de bombas y las bombas llegaron a borbotones. Miles de ellas.

Directamente abajo hacia nosotros. No era de extrañarse, ¡dada la colección de vehículos a lo largo de la carretera y al lado de las cabañas! Escalofríos helados corrían por la espalda. Había un aullido y un silbido en el aire –silbó durante un condenado largo tiempo-. ¿Las bombas nos estaban pasando a un lado?

Luego hubo un ruido de choque, como si el mundo entero se derrumbara. El búnker se sacudió como si estuviéramos en medio de un terremoto. Algunas bombas tienen que haber caído muy cerca. Pero ¿dónde estaban las mil restantes? Arriesgamos echar un vistazo a través de la entrada. En el exterior, una poderosa nube de humo y polvo se elevó a los cielos por encima del camino. Fue rápidamente alejada por un viento del este. ¡Eso no puede ser verdad!

Venía otra ola. Una vez más, había otro par de miles de bombas colgando en el aire por encima de nosotros. Aterrizaron en la nube monstruosa de humo y polvo y aterrizaron en el campo abierto, donde no había ni una sola alma. Cinco, tal vez seis olas dejaron caer sus cargas. Todos ellos arrojaron su carga destructiva en la nube gigantesca, que fue subiendo más y haciéndose más grande y que estaba siendo llevada lejos de nosotros por el viento. Sólo unas pocas “perdidas” cayeron en las inmediaciones de la concentración.

Necesitas suerte en una guerra -o un enemigo que apunte mal-. Para nuestro alivio, casi nos olvidamos que todavía había cazabombarderos y cazas rusos. Nos hicieron acordarnos rápidamente de ellos, cuando las ramas de los árboles empezaron a volar alrededor de nuestros oídos y el ametrallamiento agitaba la tierra alrededor de nosotros. El Il-2 regresó para echar un vistazo a los esfuerzos de su colega.

Los cañones rugían y los cohetes silbaban de las alas. Los cohetes dejaron un rastro de fuego en el aire revuelto y detonaron a todo nuestro alrededor. Aquí y allá, estaba el grito ronco: “¡Médicooooo!

Si deseas saber más, lee “Panzer Warfare on the Eastern Front” [Estrategia de tanques en el Frente del Este], de Hans Schaufler.

Un cazabombardero ruso de ataque a tierra Ilyushin Il-2 Sturmovik..jpg

Un cazabombardero ruso de ataque a tierra Ilyushin Il-2 Sturmovik.

Un puesto de observación alemán avanzado, en julio de 1943..jpg

Un puesto de observación alemán avanzado, en julio de 1943.

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