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Hitler advierte del peligro en la costa europea

En las etapas iniciales de la construcción de la Muralla del Atlántico, los alemanes favorecieron edificios a gran escala. En la imagen, uno de los tres cañones de 40.6 cm de la Batería "Lindemann", un arma cuyos obuses podían cruzar el Canal de la Mancha. Nombrado en honor del comandante del acorazado Bismarck, el capitán Ernst Lindemann.

Con los Estados Unidos involucrados en la guerra, era ampliamente esperado que un "Segundo Frente" se abriera en algún lugar de Europa, con la finalidad de aliviar la presión que los alemanes estaban ejerciendo sobre los rusos.

 

Hubo muchos llamados para llevar a cabo esta acción del lado del bando aliado, pero fue sólo hasta que se desarrollaron ejercicios de planificación cuando se dieron cuenta de lo difícil que resultaría la tarea. Por el momento, la amenaza de los submarinos alemanes sólo significaba que fuera imposible llevar a cabo la transportación y concentración necesaria de tropas en el Reino Unido.

 

Sin embargo, de ahora en adelante existiría una nueva incertidumbre acerca de dónde podrían atacar los Aliados. Cualquier lugar a lo largo de la costa, que se extendía desde Noruega hasta España, se consideraba vulnerable. A raíz de la incursión de Vaasgo, Hitler personalmente creía que Noruega era un lugar idóneo para que se llevara a cabo la invasión aliada. Él estaba manteniendo los submarinos en el Mar del Norte, que podrían haber agravado la devastación que se estaba provocando en la costa Este de los Estados Unidos. El ataque más reciente en el castillo de Bruneval, en Francia, se había agregado al tipo de operaciones que los Aliados amenazaban con realizar. Fue entonces que Hitler comenzó a aumentar las defensas en el oeste, la construcción de la Muralla del Atlántico comenzaría en breve.

 

El 23 de marzo, Hitler se vio obligado a emitir la Directiva número 40. Se refería a los poderes de mando a lo largo de las costas. El texto decía lo siguiente:

Organización del Mando de las Costas

 

Situación General

 

La costa de Europa, en los próximos meses, será expuesta al peligro de un desembarco de una fuerza enemiga.

 

La hora y el lugar de las operaciones de desembarque no serán dictadas al enemigo sólo por consideraciones operacionales. El fracaso en otros teatros de guerra, las obligaciones a aliados y las consideraciones políticas pueden persuadirlo a tomar decisiones que parezcan poco probables desde un punto de vista puramente militar.

 

Incluso las incursiones enemigas con objetivos limitados pueden interferir seriamente con nuestros propios planes, si se traducen en que el enemigo obtenga la posibilidad de poner pie firme en la costa. Estas pueden interrumpir el tráfico marítimo en nuestro litoral y haría que mantuviéramos grandes fuerzas de nuestro Ejército y Fuerza Aérea que, por lo tanto, tendrían que ser retiradas de las áreas que son de vital importancia. Sería particularmente peligroso si el enemigo tiene éxito en capturar nuestros aeródromos o establecer los suyos propios en las zonas que ha ocupado.

 

Los muchos establecimientos importantes, militares e industriales, en la costa o en sus inmediaciones, algunas de ellas equipadas con plantas especialmente valiosas, pueden tentar aún más al enemigo para llevar a cabo ataques sorpresa de carácter local.

 

Se debe prestar especial atención a los preparativos ingleses para desembarcos en la costa abierta, los que tienen a su disposición muchas lanchas de desembarco armadas, construidas para transportar vehículos blindados y armas pesadas. La posibilidad de ataques aéreos o de paracaidistas a gran escala también deben preverse.

 

 

Adolf Hitler

Si deseas saber más, lee “Hitler: Speeches and Proclamations, 1932-1945 The Chronicle of a Dictatorship Vol. IV” [Hitler: discursos y proclamaciones, 1932-1945 La crónica de una dictadura, Volumen IV], de Max Domarus.

Pronto más tropas serían enviadas para la dotación de las defensas en el occidente, así como para su construcción.

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