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Fueron aviones Swordfish del portaaviones de escolta HMS Archer los que habían sido respon

Fueron aviones Swordfish del portaaviones de escolta HMS Archer los que habían sido responsables de los ataques exitosos sobre submarinos alemanes al defender el convoy HX 239.

En el mes de mayo, las tácticas antisubmarinas de los Aliados estaban teniendo un resultado devastador en la flota submarina alemana, tan sólo en lo que iba del mes de mayo se habían perdido más de una treintena de U-Boote en el Atlántico y era evidente que la batalla estaba volviéndose cada vez más en contra de los germanos.

Para el 24 de mayo de 1943, Karl Dönitz, comandante de la flota alemana de U-Boote, habría sabido que la esperanza estaba desapareciendo rápidamente para el U-954, del cual se había escuchado por última vez el 19 de mayo. Ella había sido atacada y hundida con toda su tripulación por los cañones erizo del HMS Jed y el HMS Sennen en el 19 -pero Donitz no sabría de estos detalles hasta después de la guerra-.

El U-954 era un bote nuevo con un comandante experimentado, la mejor combinación posible. Era una mala señal que dichos submarinos pudieran perderse en su primera patrulla, sin siquiera hundir a un buque mercante. Pero Dönitz tenía un interés adicional, su hijo, Peter Dönitz, era un oficial de guardia a bordo del submarino.

 

Karl Dönitz no hace mención del U-954 en sus memorias. El “Mayo Negro” de 1943 fue un mal momento para todos los alemanes en el brazo armado submarino:

La abrumadora superioridad alcanzada por la defensa enemiga fue finalmente demostrada fuera de toda duda en las operaciones contra los próximos dos convoyes, SC 130 y HX 239. Los escoltas del convoy trabajaron en armonía ejemplar con los “grupos de apoyo” especialmente entrenados.

A ello hay que añadir la cobertura aérea continua, que fue proporcionada por aviones sobre portaaviones y aviones de largo alcance con base en las costas, la mayoría de ellas equipadas con el nuevo radar. También había nuevas y más pesadas cargas de profundidad y medios mejorados para lanzarlas. Con todo esto en contra de nosotros se hizo imposible continuar la lucha contra los convoyes.

 

Fue sólo poco a poco que recibí detalles definitivos de las pérdidas que habíamos sufrido en la acción en contra de estos dos convoyes y entre los barcos en el paso, sobre todo en el Golfo de Vizcaya, a las afueras de Islandia y en las esferas de actividad en el Atlántico Norte.

 

Las pérdidas se dispararon de repente. El 22 de mayo ya habíamos perdido treinta y un submarinos desde el primer día del mes, un total aterrador, que llegó como un golpe duro e inesperado, ya que, a pesar de enfrentar fuerzas enemigas antisubmarinos mucho más poderosas en operación en este cuarto año de la guerra, un aumento de las pérdidas de submarinos no había sido perceptible hasta este momento.

Desde principios de 1943 las operaciones de los U-Boote se habían concentrado cada vez más en contra de los convoyes. Esto se reflejó en la relación entre el total de hundimientos y el hundimiento de barcos en convoy.

En el primer semestre de 1942, los barcos en convoy representaban el 39 por ciento de los hundimientos totales, en los tres primeros meses de 1943, sin embargo, la cifra se elevó a 75 por ciento. Las operaciones contra los convoyes son sin embargo mucho más difíciles y más peligrosas que los ataques contra barcos solitarios en aguas lejanas.

Sin embargo, a pesar del hecho de que el número de submarinos detallados para trabajar contra convoyes habían aumentado enormemente, las pérdidas aumentaron sólo ligeramente desde el 8.9 por ciento al 9.2 por ciento y que sin duda no constituían ninguna advertencia del alza repentina de la tasa de pérdidas que ahora estábamos teniendo.

En la guerra submarina había habido bastantes fracasos y crisis. Este tipo de cosas son inevitables en cualquier forma de guerra. Pero siempre los habíamos superado porque la eficacia de combate del brazo armado submarino se había mantenido estable.

Ahora, sin embargo, la situación había cambiado. El radar y en particular la ubicación por radar de las aeronaves, le había robado a los submarinos, para todos los efectos prácticos, su poder para combatir en la superficie. Las operaciones de manadas de lobos contra los convoyes en el Atlántico Norte, el teatro principal de operaciones y, al mismo tiempo, el teatro en el que la cobertura aérea era más fuerte, ya no eran posibles.

Sólo podrían reanudarse si lográbamos aumentar radicalmente el poder de combate de los submarinos.

Esta fue la conclusión lógica a la que he llegado y en consecuencia retiré los botes del Atlántico Norte. El 24 de mayo. Les ordené que procedieran, con la mayor cautela, al área al suroeste de las Azores.

Habíamos perdido la batalla del Atlántico…

Si deseas saber más, lee “Ten Years and Twenty Days” [Diez años y veinte días], de Karl Dönitz.

El hundimiento del U-752, el 23 de mayo de 1943. Un submarino alemán en mares agitados sie

El hundimiento del U-752, el 23 de mayo de 1943. Un submarino alemán en mares agitados siendo atacado por un avión Fairey Swordfish con proyectiles cohete.

El HMS Jed había descubierto al U-954 en la superficie mientras se acercaba por la parte t

El HMS Jed había descubierto al U-954 en la superficie mientras se acercaba por la parte trasera de un convoy.

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