Adolf Hitler y el conde Ciano saludando desde el balcón de la cancillería, en Berlín, el 1 de enero de 1943.
La guerra no había ido bien para Italia. Aunque Mussolini estaba en una alianza formal con Hitler al estallar la guerra, él no había declarado la guerra a Francia y Gran Bretaña hasta que vio el éxito de los panzers alemanes en la guerra relámpago a través de Francia en 1940. Incluso en estas circunstancias, sus tropas fueron rechazadas por los franceses. Su envite por arrebatar Egipto de la Gran Bretaña había fracasado de manera espectacular, al igual que su invasión de Albania.
Su flota mediterránea había sido víctima repetidamente de la Marina Real británica. Hitler tuvo que venir en su auxilio en los Balcanes y el norte de África, una distracción que más tarde sería la culpable de provocar un retraso importante en el lanzamiento de la invasión de la Unión Soviética. Ahora, las mejores tropas alpinas de Mussolini estaban sufriendo una ignominiosa retirada en el frente del Este.
No era de extrañarse que Mussolini sintiera oposición dentro de su propio régimen. Ahora actuó para apuntalar su apoyo. Él tenía una relación personal cercana con su yerno, el conde Ciano, que también era su ministro de Relaciones Exteriores. Pero sabía que Ciano siempre había tenido reservas acerca de la alianza con Alemania. Así que ahora, lo despidió.
Ciano había estado en el corazón del gobierno italiano y había estado presente en la mayoría de las ocasiones en las que Mussolini se reunió con Hitler. Sus diarios revelan mucho más que las maniobras diplomáticas de la guerra y muchas observaciones agudas de las personalidades involucradas... Ver Más