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Soldados de la División Azul fraternizando con una enfermera alemana.

En el área de Leningrado, después de los fallidos intentos soviéticos por romper el cerco alrededor de la ciudad en el invierno de 1942, durante los seis meses siguientes, el frente se volvió más estable y con enfrentamientos aislados. Las líneas se habían reforzado trincheras y búnkeres, en un frente en el que se seguía la misma tónica a los meses previos a la contraofensiva soviética a lo largo del todo el frente en diciembre 1942.

Pero las tropas alemanas peleaban febrilmente en sus posiciones, la situación entera en el frente oriental requería que mantuvieran a toda costa sus posiciones, aunque el mayor énfasis del combate ocurría obviamente más al sur de la Unión Soviética.

Sin embargo, las patrullas, la guerra de trincheras, los francotiradores, los ataques de artillería y las distintas acciones de contención seguían produciendo bajas. Pese a que la Luftwaffe bombardeaba Leningrado, haciendo prever una reactivación de la ofensiva, el transcurso de la guerra era incierto y las noticias sobre las retiradas en el este eran bien conocidas.

En noviembre de 1942, un médico español emprendió el viaje hacia el frente oriental hacia la zona de Leningrado, ubicándose la mayor parte del tiempo en la localidad de Mestelevo, donde estaba ubicado el Hospital de Campaña de la División Española de Voluntarios, mejor conocida como la División Azul, la cual apoyaba a las fuerzas del Eje en la zona norte de la Unión Soviética.

El teniente médico Antonio Pérez Gila consignó sus experiencias en un diario, en donde describe los traslados, las atenciones médicas proporcionadas a los heridos, las interacciones con sus superiores y la población civil, entre otras particularidades. El 28 de mayo, Perez Gila describe unos de esos ataques “rutinarios” que ocurrían con relativa frecuencia en el área, así como otras incidencias:

Viernes 28 de mayo

 

A medianoche comienza un gran jaleo en la línea del II [Batallón]. Mucho ruido de ametralladoras y algún mortero. Nos alarmamos un poco. Llama la atención que no se oyen bombas de mano, lo que nos tranquiliza pensando que no hay asalto. Al cuarto de hora la artillería rusa da un buen repaso sobre la línea y extiende hasta nosotros sus disparos. El ruido de ametralladoras ha cesado. No hubo ataque. En toda la madrugada algunos impactos sueltos cerca de nuestra casa. Durante el día algunos cañonazos, pero más distantes que ayer.

Continúo con la vacunación antidisentérica. Paso un rato en la 2ª Compañía y un momento en Sanidad. Me entero de que, según noticias que Canella recibió en su casa, si no vienen más médicos es porque no los piden desde aquí. ¡Bonito panorama!

En la madrugada del 26 murió el Capitán Médico Álvarez de Lara (suicidio con tóxico sin haberse averiguado cuál). Era morfinómano desde hacía tiempo y llevaba una temporada muy mal. Dejó alguna carta escrita diciendo su propósito de suicidarse dirigida a su cuñado, capitán Fuentes del III Batallón. Se arregla para darle como fallecido por enfermedad adquirida en campaña. ¡Tenía mujer y dos hijos!

Si deseas saber más, lee “Un médico en el frente de Leningrado. Diario del Dr. Antonio Pérez Gila”, de Jaime Pérez de Oteyza.

Una imagen del batallón II - 262 en la campaña de Rusia, con José Payeras Alcina, el segun

Una imagen del batallón II/262 en la campaña de Rusia, con José Payeras Alcina, el segundo por la derecha.

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El general Muñoz Grandes (tercero por la izquierda arriba), con otros soldados. (Archivo Fundación División Azul).

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