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Bombardeo inglés en Trípoli

El destructor Turbine de la Regia Marina italiana.

Las fuerzas germano-italianas avanzaban victoriosamente hacia el este en el norte de África. El 31 de marzo el general Rommel (formalmente bajo el mando de Gariboldi) había puesto en marcha la contraofensiva contra el 8º Ejército británico que, debido al retiro de fuerzas del teatro norafricano para asistir a los griegos en la inminente invasión de su país, había reducido sus elementos y equipo.

 

A pesar de la inferioridad numérica, Rommel había recorrido casi 400 kilómetros y reconquistado Benghazi en tan sólo cinco días. Aunadas a las fuerzas del Afrika Korps estaban las divisiones italianas Ariete, Trento y Brescia. Para abastecer a estas fuerzas, convoyes italianos salían casi diariamente desde Italia rumbo a Libia, arribando al puerto de Trípoli, pero el trayecto siempre era sujeto de bombardeos por parte de la Real Fuerza Aérea y ataques de buques y submarinos de la Marina Real inglesa operando en el Mediterráneo, principalmente desde Malta.

 

A bordo del destructor italiano Turbine se encontraba el marinero Mario Panfili, quien recordó:

5 de abril de 1941

 

Trípoli. Esta noche, como se ha convertido en costumbre, los británicos nos han hecho una visita; a pesar de que las bombas que parecían destruirlo todo, casi todo el mundo estaba contento, hacia varios días que no había oído el croar de las ametralladoras y escucharlas nos puso alegres. Como era habitual las bombas han caído en un sector vacío.

Si deseas saber más, lee “Diario e Memorie di Guerra del marinaio Mario Panfili 1940-1945” [Diario y Memoria de Guerra del marinero Mario Panfili], editado por Roberto Bartali y Massimo Borgogni.

 

Por su parte Hans-Joachim Schraepler escribió a su familia sobre el avance alemán en el Norte de África:

Ajdabiya, 5 de abril de 1941

 

Mañana en ocho días será ya la Pascua. Probablemente ninguno de nosotros lo hubiéramos pensado. Quisiera enviarte a ti, mi amor, y a los chicos mis sinceros deseos para unos asuetos felices.

 

Asumo que en ocho días, habremos avanzado más, quizá hacia un lugar donde también podamos nadar. Aquí, todavía hemos tenido suerte porque hay algunos pozos de agua. Pero el agua debe ser hervida. Pero es agua. En el desierto, los estándares son muy bajos. Uno llega a ser modesto cuando se vive en un entorno sucio.

 

De otra forma, sólo unas pocas cosas sucedieron esta mañana.

 

Gariboldi apareció de repente al mediodía. La consulta fue corta y terminó ‘por acuerdo mutuo y el espíritu y confianza de la victoria común’, como mencionaron los periódicos, formulándolo bellamente. Más adelante, Rommel y el jefe del Cuerpo volaron al frente inmediatamente. ¿Vamos ahora al mar y capturamos un buen número de soldados ingleses?

 

Ayer por la tarde por primera vez recibimos noticias de radio completas: largos reportes acerca de la ocupación de Benghazi. De acuerdo con los contenidos de estos reportes, uno puede concluir que en estos días hemos adquirido particularmente grandes botines de guerra. Los cinco dedos de una mano son suficientes para enumerarlos. Los ingleses habían planeado la retirada y –parece- se replegaron en completo orden.

 

Nuestras dificultades son el suministro de agua y el suministro de combustible. Esto es particularmente cierto para unidades cruzando el desierto en caminos para camellos. No son rápidos, especialmente no con los italianos. Si tuviéramos cuatro en lugar de sólo una división alemana, la situación probablemente sería diferente.

 

Esta tarde capturé un camión de la Real Fuerza Aérea. ¡Será de gran utilidad para nosotros! Otros tres Volkswagens deberían venir desde Trípoli. Estos resolverían mis problemas de transportación. Pero cada mañana escucho la misma cosa, que durante la noche otro carro se descompuso.

 

Graf Baudissin está perdido. Tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en el desierto. Probablemente será encontrado con la ayuda de contacto por radio.

Si quieres saber más, lee “At Rommel’s Side: The Lost Letters of Hans-Joachim Schraepler” [Al lado de Rommel: Las cartas perdidas de Hans-Joachim Schraepler], editado por Hans-Albrecht Schraepler.

Soldados alemanes llevando suministros y cantimploras con agua, en el norte de África, en 1941.

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