top of page
Bombarderos Short Stirling del Escuadrón No. 90 de la Real Fuerza Aérea (RAF) alineados en

Bombarderos Short Stirling del Escuadrón No. 90 de la Real Fuerza Aérea (RAF) alineados en la pista perimetral en Wratting Common, Cambridgeshire. La tripulación está a la espera para despegar. Esto era sólo una de las dos veces en la que Stirlings fueron enviados a bombardear Berlín, ya que resultaron demasiado vulnerables a las defensas. 31 de mayo de 1943.

Herbert Werner acababa de regresar del mar después de que su submarino había apenas escapado de las atenciones de la Armada Real. Él sabía muy bien que había ocurrido un cambio en la suerte de la batalla del Atlántico. Cada vez más, sus colegas no regresaban de las patrullas.

Ahora quería tratar de olvidar la guerra. Una vez que su licencia comenzó hizo su camino hacia Berlín tan pronto como le fue posible, para reunirse con su novia, que era lo que él había soñado y lo que más deseaba:

Al salir de la estación de Anhalter, me detuve en seco por la destrucción. Vidrios rotos, mortero, y escombros estaban esparcidos por todas partes. Y por primera vez, Marianne no estaba en la estación.

Con la intención de llamar a Marianne en su oficina, tomé un tranvía con destino al centro de la capital. Ese viaje fue terrible. Grandes sectores de la ciudad habían sido casi aplanados por los bombardeos de saturación, dejando escombros, polvo y un millón de tragedias. Me sentía como si el fondo de mi mundo estuviera cayendo. Sentí ganas de huir y salir de la ciudad en el próximo tren.

Pero finalmente llegué al punto donde Marianne trabajaba –es decir, donde su edificio de oficinas de siete pisos había estado alguna vez–. Sólo unas pocas paredes permanecían en pie. Los ladrillos estaban apilados a una altura de dos pisos.

Me aparté de la devastación, busqué y encontré la parada de metro más cercana, luego tomé el tren expreso al suburbio donde Marianne vivía con sus padres. Saliendo de la estación a pie, vi aquí y allá una casa reducida a cenizas, un edificio de apartamentos derrumbado. Al parecer, la muerte y la destrucción me estaban siguiendo.

Al acercarme a la casa de Marianne, me preparé para enfrentar una realidad que ya se intuía. Entonces estaba de pie ante el montón de carbón que había sido la casa. Su chimenea apuntaba hacia el aire como una advertencia. A su alrededor yacían ladrillos y bloques destrozados, negros por el hollín, las vigas de acero dobladas por el calor; desechos confusos de todo tipo. Entonces vi el cartel pegado entre los escombros. Alguien había escrito con rojo: TODOS LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA HARDENBERG ESTÁN MUERTOS.

Lo leí dos o tres veces antes de darme la media vuelta. No podía comprenderlo. Algo corrosivo quemaba mi garganta. Tragué saliva varias veces. Entonces mi corazón de repente se endureció. En ese momento, todo en mí estaba muerto –quemado como los hogares–. Yo estaba sin emoción.

El siguiente tren expreso me llevó de vuelta a casa a Frankfurt. La muerte de Marianne haciendo presa de mi mente, pasé cuatro días sin rumbo en Frankfurt. También pasé una noche en el sótano de nuestra casa de apartamentos, escuchando las sirenas y los bramidos del fuego antiaéreo, sacudido por los temblores de las bombas explotando y mirando los graves rostros pétreos de las personas que aceptaban el bombardeo como un acto de rutina.

Cuando todo había terminado, la noche se llenó con el olor a pólvora cáustica, los gemidos de los heridos y las campanas de los cuerpos de bomberos.

Esto era en lo que se había convertido la guerra: que mi Marianne fuera una víctima de un ataque aéreo, que mi familia se había acostumbrado a vivir bajo tierra temiendo por sus vidas. Después de esa noche, no había nada más para mí en casa. Tuve que volver a mi bote y combatir la guerra en el mar para llevarla a buen término por el bien de los que se quedaban en casa con angustia y temor.

Si deseas saber más, lee “Iron Coffins: A Personal Account of the German U-boat Battles of World War II” [Ataúdes de hierro: un relato personal de las batallas de submarinos alemanes de la Segunda Guerra Mundial], de Herbert A. Werner.

Fotografía aérea vertical nocturna tomada durante un ataque sobre Berlín, mostrando las bo

Fotografía aérea vertical nocturna tomada durante un ataque sobre Berlín, mostrando las bombas estallando en los alrededores del mercado central de ganado y el patio central ferroviario (al centro derecha), al este del centro de la ciudad. Las líneas anchas onduladas son las huellas de reflectores alemanes y puede verse también el fuego antiaéreo. También iluminados por el destello de la bomba-flash en la parte inferior de la fotografía están los jardines de Friedrichshain y estadio deportivo, Saint Georgs Kirchhof y Balten Platz. Una fuerza mixta de 49 aviones participó en el ataque, de los cuales 5 se perdieron. Tomada en septiembre de 1941.

Oberleutnant zur See Herbert Werner, nombrado capitán del submarino alemán U-415 en 1944.

Oberleutnant zur See Herbert Werner, nombrado capitán del submarino alemán U-415 en 1944. En 1943 estuvo a bordo del U-230.

bottom of page