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Soldados japoneses matan a bayonetazos a prisioneros chinos en Nankín.

En el occidente, la Masacre de Nankín, cuando unos 250,000 prisioneros de guerra chinos desarmados fueron masacrados en 1937, es relativamente muy conocida. Menos conocidas y menos aún mejor comprendidas son otras atrocidades contra la población civil durante la ocupación japonesa de China. Entre el 5 y el 12 de mayo se produjo una masacre de civiles chinos en Chingjiao, considerada como la segunda peor de toda la guerra.

La Masacre de Changjiao fue dirigida contra civiles chinos y llevada a cabo por el Ejército Expedicionario Japonés de China. La tragedia ocurrió en Chingjiao, Hunan. El líder era Shunroku Hata. La Masacre de Changjiao se prolongó durante cuatro días y 30,000 civiles fueron asesinados.

El mariscal de campo japonés Shunroku Hata, líder del Ejército Expedicionario Japonés de China, fue declarado culpable de crímenes de guerra al término de la conflagración mundial y condenado a cadena perpetua, pero fue puesto en libertad en 1955.

Los detalles son escasos en español e incluso en inglés, pero hay un testimonio de un sobreviviente –en chino– en China News.

Los japoneses realmente nunca han logrado reconciliarse con sus atrocidades durante la Segunda Guerra Mundial, al menos no de la misma manera en que la generación de la posguerra en Alemania lo ha intentado. Hay muy poco reconocimiento de lo ocurrido al nivel oficial. Esto ha sido una fuente constante de frustración para los sobrevivientes occidentales que fueron prisioneros de los japoneses. Entendemos menos aún acerca de las actitudes de los chinos a los japoneses después de los años de ocupación.

Podemos hacernos una idea de la actitud japonesa hacia los chinos durante la época de la ocupación, de testimonios dados por los japoneses después de la guerra. Shintaro Uno era un oficial que hablaba chino en la Policía Militar Japonesa, el Kempeitai. Su papel era la “recopilación de información” en las zonas ocupadas de China. Él afirma que se trataba por lo general de “interrogatorios” –que realmente quiere decir tortura– de los miembros de la población local. El desprecio por la vida de los chinos parece haber sido total. Con frecuencia parece que estos interrogatorios terminaban en la ejecución por decapitación.

Shintaro da cuenta de cómo estas se llevaban a cabo... Ver Más

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